Según declaró ayer en El Cairo el ministro saudí de Asuntos Exteriores, príncipe Saud Al Faisal, ambos dignatarios alcanzaron entonces un acuerdo verbal para «garantizar que Israel no socave los pasos dados recientemente por Washington para solucionar la crisis».
«Estados Unidos no puede perder esta visión y debe refrenar a Israel, al igual que los árabes han de mostrarse serios en su compromiso con la paz», subrayó Faisal ante los periodistas.
La demanda saudí se plasmó hoy al anunciar Israel la suspensión de su anunciada operación de castigo contra Gaza, a pesar de que el Gobierno hebreo insiste en que ha sido una decisión táctica propia, y no consecuencia de la presión de Estados Unidos.
En Sharm El Sheij también se evaluarán los pro y los contra de la iniciativa de paz presentada por Arabia Saudí durante la última Cumbre de la Liga Arabe, celebrada el pasado marzo en Beirut, y trasmitida por Abdulá a Bush en Texas bajo el formato de un plan de ocho puntos.
La iniciativa propone, a grandes rasgos, la normalización de relaciones diplomáticas de los árabes con Israel a cambio de una retirada total del Ejército israelí de todos los territorios ocupados durante la guerra de 1967.
Al Asad ya presentó su oposición al plan durante su presentación en Beirut y pidió que se obviara la cláusula que ofrecía normalizar los lazos con el Estado hebreo.
Siria, que lidera el sector duro de la Liga Arabe, insiste, además, en que cumplir con las resoluciones de la ONU no es una condición que Israel debe negociar sino una obligación contraída con la comunidad internacional.
A pesar de las discrepancias, el ministro sirio de Información, Adnan Omran, expresó hoy su esperanza de que la cumbre de Sharm El Sheij sirva para romper la barrera de «agresión israelí» en la que se encuentra bloqueada actualmente la situación.
A la sombra del plan de paz árabe, los tres dignatarios tienen previsto analizar la conveniencia de celebrar una nueva «Conferencia de Paz» para Oriente Medio, foro que ha propuesto el primer ministro israelí, Ariel Sharón, y respaldado el denominado «cuarteto» de Madrid, compuesto por EEUU, la Unión Europea, Rusia y la ONU.
Los árabes, sin embargo, han condicionado la eventual conferencia a una retirada primero del Ejército israelí de todos los territorios palestinos ocupados durante las últimas semanas.
El ministro qatarí de Asuntos Exteriores, Hamad Bin Yaen Al Zani, indicó ayer en Washington que la conferencia «es una buena idea», pero que necesita «preparar un marco» para evitar que resulte un fiasco.
«Tenemos que tener un calendario, saber cuáles son los límites y qué es lo que podemos conseguir. Se necesita una larga preparación, por lo que creo que el próximo junio, como se ha dicho, es muy precipitado», explicó.
El Comité de la Iniciativa de paz Arabe, constituido en la cumbre de Beirut y reunido ayer en El Cairo, subrayó por su parte que los árabes quieren ver al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yaser Arafat, en esa conferencia y contrarrestar la «conspiración de Sharón para aislarlo».
Arabia Saudí, principal aliado estratégico de EEUU en la región, ha admitido que quizás se debe reformar la ANP, pero advirtió que Israel no debe usar esto como excusa para reemplazar al líder palestino.
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