Itongadol.- Aunque muchos no lo sepan o crean que esa prerrogativa ya no existe, continúa abierta la posibilidad de que los sefaradíes obtengan la nacionalidad española y la Agencia AJN conversó al respecto con el abogado argentino Leonardo Abadi, quien se encarga de facilitar los trámites ante el gobierno hispano.
– España tiene una tradición de reconocer la nacionalidad española para los sefardíes desde hace ya más de 100 años. Se otorga a través de un procedimiento excepcional denominado “carta de naturaleza”. Desde 1924 este país estableció que en los sefarditas concurren las circunstancias excepcionales para que se les otorgue la nacionalidad en base a este régimen. Ese decreto recibió un espaldarazo con la Ley 12, del 24 de junio de 2015, que estableció un procedimiento especial que tenía un plazo de vigencia hasta 2019. Esa ley tuvo una repercusión masiva y dio lugar a más de 70.000 pedidos de nacionalidad, de los cuales ya se concedieron 65.000.
– ¿Qué ocurre en la actualidad?
– Este derecho ha cobrado vigencia de nuevo en la práctica porque este proceso requiere de una doble aprobación, primero de la Federación de Comunidades Judías de España y luego del Gobierno español. La primera aprobación es importante porque es quien nos provee de la prueba fundamental para que ese derecho se pueda esgrimir ante el gobierno de España es su certificado que acredita la condición de sefardí del solicitante. La Federación había suspendido el otorgamiento de estos certificados en 1921 y lo volvió a hacer a fines de 1924. Por es que en la práctica se volvió a reabrir ahora.
– En ese momento entran ustedes en el proceso…
– Por supuesto. Lo que hacemos primero es trabajar con el cliente en la recolección de pruebas, en ampliar y mejorar la prueba que el cliente nos aporta y en defender el caso ante la Federación de Comunidades Judías de España. Una vez que conseguimos el certificado gestionamos la restante documentación propia de cualquier pedido de nacionalidad como una partida de nacimiento legalizada y apostillada del cliente, una constancia de antecedentes penales, la copia del pasaporte. Todo esto se envía a España para su presentación ante el Ministerio de Justicia y esto se hace a través de una oficina de abogados española sumamente prestigiosa, la del doctor Luis Porter. El Ministerio realiza una propuesta de concesión de la nacionalidad, que es sometida a la aprobación del Consejo de Ministros que en caso de aprobarse, queda sancionada a través de un Real Decreto.
– ¿Cuánto tiempo tarda este proceso?
– Se presume que este proceso puede demorar entre 1 y 5 años, lo cual puede parecer mucho, pero en realidad no es tanto comparado con los trámites de nacionalidad de otros países europeos, incluso con el de la nacionalidad española establecida en la ley de 2015. Hay trámites iniciados en 2019 que todavía siguen en trámite. Contamos con información según la cual el gobierno de España atenderá estos nuevos pedidos una vez que termine de analizar los pendientes de la vieja ley, que son aproximadamente unos 5.000 Además, la duración de este proceso depende de la voluntad política del gobierno de turno. Con este gobierno, va a ser un poquito más lenta la concesión de nacionalidades.
– ¿De cuánta gente creen que estamos hablando?
– Preveo, a grosso modo, que pueden ser otras 50.000 personas. Por supuesto que la comunidad sefardí es mucho más grande, pero me circunscribo a aquellos con interés en ser europeos y que todavía no hicieron su pedido.

– ¿Cómo puede darse cuenta alguien lee esto de si puede acceder a la nacionalidad?
– Básicamente hay dos tipos de sefardíes; Los expulsados y los conversos, Aquellos que huyeron de España y Portugal a fines del siglo XV para conservar su judaísmo y aquellos que permanecieron en la península ibérica y se convirtieron al catolicismo. Muchos de estos últimos conservaron su judaísmo de manera oculta y en su gran mayoría lo perdieron. Los que descienden de los primeros, los expulsados, se pueden dar cuenta muy fácilmente de su origen. Son los que tienen ancestros judíos de comunidades afincadas alrededor del Mar Mediterráneo. Las más emblemáticas son las de Marruecos, Turquía, Bulgaria, Grecia y los países de los Balcanes. Son personas que hablan o que escucharon hablar a sus abuelos en judeo español, un español mezclado con hebreo y los idiomas del lugar. Sus ancestros tenían nombres o apellidos en español o en hebreo. Incluso aquellos cuyos ancestros vivían entre poblaciones árabes como del Líbano o Siria conocidos en Israel como «mizrajim» también son considerados de origen sefardí. En general, casi todos estos sefardíes saben que lo son y no precisan hacer mucha investigación de su genealogía.
– ¿Y qué pasa con aquellos que mencionó que descienden de los convertidos?
Sus posibilidades son distintas. Si bien estos podrían ser aprobados por la Federación de Comunidades Judías de España, no cuentan con las mismas chances. Para llegar a probar su vínculo con un ancestro judío precisan de un informe genealógico que debe remontarse quince generaciones y quinientos años hacia el pasado. Son 15 o 16 actas de bautismo y de matrimonio, todas certificadas por las parroquias correspondientes, algo sumamente difícil de conseguir. Acá sí es más frecuente ver gente que “se da cuenta” de que desciende de judíos y en la mayoría de los casos lo aceptan con mucho orgullo.
- ¿Qué pasa con aquellos que dicen que tienen un apellido sefardí?
Gracias por preguntarlo, Es uno de los temas por los que recibimos más consultas. La respuesta es que no pueden obtenerla solo con este fundamento como mucha gente cree. No hay listas de apellidos ni mucho menos una lista de apellidos oficial como se ve en algunos sitios de Internet.
– ¿Todos los sefaradíes califican para esto?
– Según el criterio de la Federación de Comunidades Judías de España, todo sefaradí califica para esto. No hay tiempos que se vencen…
– ¿Esto puede iniciarlo cualquier persona, más allá de si es hijo, padre, abuelo o bisnieto?
– Todas las personas pueden iniciar el proceso, mayores y menores. Para la ley española, tan sefaradí es el que tiene un bisabuelo turco y tres generaciones en Latinoamérica como aquel rabino marroquí nacido en Tetuán.