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Crisis de Israel

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La difícil situación entre israelíes y palestinos, enfrascados desde hace ya más de dos años en una etapa especialmente sangrienta de su conflicto, no necesitaba de ninguna crisis del gobierno en israelí para ser preocupante.

Sin embargo, los saltos políticos concretados en Israel, al dimitir los ministros del Partido Laborista, desmembrándose así la coalición de unidad nacional, no vaticinan nada bueno.

Ante todo, se trata de una época de altibajos e inestabilidad en el plano político, lo cual de por sí ocuparía a la cúpula gubernamental en la situación interna.

Ben-Eliezer no estaba de acuerdo con el presupuesto.

Ello probablemente restaría fuerzas ante la eventualidad de surgir una posibilidad de diálogo verdadero con los palestinos, que por el momento no existe.

Sin los laboristas -que se preciaron siempre de servir como elemento moderador en el gobierno de Ariel Sharon- el primer ministro queda más dependiente de otros partidos de la derecha conservadora, como el Partido Nacional Religioso «Mafdal» – que ya está en la coalición-, conscientes ahora de su mayor peso.

Pero el elemento más claro en cuanto a posiciones duras, sería la necesidad de acoplar a la coalición al partido de derecha más radical, «Ijud Leumí-Israel Beiteinu», que ya había sido parte de la coalición y la abandonó acusando a Sharon de llevar a cabo ante los palestinos políticas «demasiado moderadas».

Sus posturas son mucho más de derecha que las del partido Likud del primer ministro, exigen mano dura contra los palestinos a raíz de la violencia en la Intifada y la expulsión de Yasser Arafat .

Sharon no tiene interés no sólo en un gobierno de estrecha mayoría y base poco estable para gobernar, sino tampoco en un gobierno compuesto casi exclusivamente por partidos de derecha y partidos religiosos.

Es una cuestión práctica de acción de gobierno, de eventuales avances con los palestinos -aunque Sharon no los acepta con Arafat al frente- pero también de imagen.

Una cuestión de tiempo

El partido de derecha, ‘Ijud Leumí-Israel Beiteinu’, ya había integrado la coalición y la abandonó acusando a Sharon de ‘moderado’ ante los palestinos

A todo esto, cabe recordar que la crisis gubernamental concretada ahora, no podía realmente sorprender a nadie.
Era de hecho sólo cuestión de tiempo hasta que estallara. Si bien esta vez las abiertas discrepancias daban la sensación de algo bastante artificial -dado que los problemas de los presupuestos a los asentamientos eran conocidos desde hace mucho por los laboristas- estaba claro que el gobierno de unidad nacional no terminaría sus días como tal.

El laborismo, tarde o temprano, habría abandonado sus filas, consciente de que no podría ir a las urnas -las elecciones están por ahora programadas, si no hay cambios, para noviembre del año próximo- como socio de Sharon, ya que ello equivaldría a no poder presentarse como real alternativa.

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