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Al ver los nervios de sus guardaespaldas que ayer le protegían en el Parlamento, la conclusión era que Abu Mazen no ha gozado de 100 días de gracia, sino de 100 días de soledad. Arafat no ha perdido oportunidad para humillarle y demostrar al mundo que él sigue teniendo la última palabra. Israel, desconfiado ante el diálogo del primer ministro con Hamas, y tacaño en gestos de buena voluntad, dificultó aún más su situación. Como un gesto hacia el presidente, Mazen designó ayer de nuevo a Saeb Erekat –hombre de Arafat– como jefe del equipo de las estancadas negociaciones.Fte L.V.D