Itongadol/AJN.- Sobre el final de su visita a Israel, la Agencia AJN conversó con el periodista argentino Eduardo Feinmann para compartir sus experiencias: “A lo que ocurrió desde el 7 de octubre hasta hoy, le pude poner un rostro, le pude poner historia a aquello que pasó. Haber ido a (donde se realizó el festival de música) Nova, haber visitado el cementerio de autos, haber visitado (el kibutz) Nir Oz, donde estaban la familia Bibas y Horn, a mí me rompió la cabeza, literalmente”.
Este primer viaje fue una iniciativa de la Agencia Judía de Noticias (AJN), junto al Estado de Israel, a través del Keren Kayemet y será repetido anualmente con figuras destacadas de los medios de comunicación.
-Hace 513 días pusiste una bandera de Israel en la mesa de tu noticiero y dijiste “esto va a quedar acá hasta que el último de los rehenes salga del cautiverio”. Eso fue un 7 de octubre de 2023, la bandera sigue allí y tu posición se sostuvo en el tiempo. Desde el inicio acompañaste a Israel y al pueblo judío en esta desgracia y ese fue la primer señal que tuve para pensar en tu primera visita a Israel. ¿Cuál es tu primera reflexión haciendo un arqueo entre el 7 de octubre y este viaje?
-Yo tengo un concepto general, y es que mis abuelos y mis padres me enseñaron quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Y un precepto que me enseñó mi abuela es que “ser bueno con los malos, es ser malo con los buenos”. Y en este caso concreto, siempre, mi principio general, es estar en contra del terrorismo. Lo hice con la ETA (Euskadi Ta Askatasuna), lo hago con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), lo hago con Sendero Luminoso, lo hice en su momento y lo sigo haciendo con Montoneros y con el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).
Para mí el terrorismo, sea de donde sea, es malo y le hace mal a los países y a la gente. Eso como concepto general. Por eso entendí que lo del 7 de octubre fue un ataque terrorista inmenso, contra un Estado democrático y libre, y con gente pacífica, como es el Estado de Israel.
Sentí que tenía que estar al lado de este pueblo y de este país democrático. Yo soy un tipo que defiendo las democracias y defiendo la libertad.

-Todo esto sin conocer Israel …
-Exacto. Nunca había viajado a Israel. Sí leí, hablé y me contaron mucho. Lo que tuvo este viaje para mí, es que de lo que ocurrió el 7 de octubre hasta hoy, le pude poner un rostro, le pude poner historia a aquello que pasó el 7 de octubre. Haber ido a (donde se realizó el festival de música) Nova, haber visitado el cementerio de autos, haber visitado (el kibutz) Nir Oz, donde estaban la familia Bibas y la familia Horn, a mí me rompió la cabeza, literalmente. Yo lo que traté de hacer con este viaje es mostrarles a los 47 millones de argentinos esas caras, esas historias, de miles de personas que fueron atacadas por un grupo terrorista asesino, torturador, secuestrador y violador. Y en general violador de los Derechos Humanos.
-Hemos compartido este viaje y hay una parte que me impresionó, que fue cuando fuimos juntos a hacerle el asado a los soldados a un kilómetro de Gaza, y se disfrazaron, bailaron y cantaron para nosotros. Ahí me puse a pensar en vos y me pareció un símbolo de todo el viaje. ¿Lo percibiste así?
-Haber estado al lado de los soldados, que son chicos, muchos de ellos incluso son nenes de 18, 19 o 20 años. Ver el rostro de ellos, vestidos de militares, armados hasta los dientes. Sabiendo que comíamos un asado y que se levantaban a las 5 de la mañana y tenían que ir otra vez a Gaza … Para mí eso fue realmente impactante.
También la visita que hicimos al cementerio en el Monte Herzl, que es el lugar en el que están enterrados la mayoría de los primeros ministros y gran cantidad de soldados muertos en distintos conflictos bélicos, y ver las tumbas de los que cayeron ahora después del 7 de octubre, y ver otra vez las historias, sus rostros, sus recuerdos arriba de las tumbas. Haber vivido cómo lo recordaron a uno de los soldados muertos su hermano y una amiga, fue algo muy impresionante que me puso la piel de gallina y me hizo entrar en la historia de ese joven, que había escrito su última carta diciendo “si a mí me secuestran, por mí no negocien con los terroristas”, y “si me matan o muero no se pongan tristes. Rían y canten”. Eso para mí fue muy impresionante.

-Tu viaje fue una iniciativa de la Agencia AJN y junto a mis socios , Adrián y Darío Werthein entendimos la importancia de que periodistas como vos pudieran viajar. Es la primera vez que lo hacemos y seguramente se repetirá año tras año. Después de ir al Kibutz Nir Oz nos recibieron en el lugar en el que están viviendo aquellos que salieron del kibutz y han creado una nueva comunidad. Ahí tuvimos la oportunidad de hablar con una señora que te dijo la importancia que tiene ser emisario de esto. ¿Qué te pareció eso?
-Es muy impresionante la historia de esa mujer, porque perdió a su hijo y a su nieta. Los terroristas entraron al kibutz y los mataron. Y ella contó el dolor que sintió y todavía siente. Una cosa que me sorprende del pueblo israelí es la resiliencia que tienen. El hecho de que todos los días se levantan y la vida continúa, cómo se ayudan entre todos, cómo es un pueblo solidario entre sí. El solo hecho de ver que un auto va por una carretera y ve un soldado parado en una garita de colectivo, y el auto para y lo lleva al soldado a dónde sea. Esa solidaridad, la solidaridad entre ustedes, es realmente conmovedora.

-Estuviste en Yad Vashem (Museo del Holocausto) donde muchas fotos blanco y negro o sepia de asemejan a las que vemos hoy día, ¿te pareció lo mismo?
-Sí, totalmente. Creo que el Holocausto fue realmente un infierno. La Shoá fue un infierno. Ahora, esto que vivió Israel en carne propia, no esperando que un grupo terrorista y cerca de 4.500 terroristas ingresaran al territorio e hicieran la barbarie que hicieron, es, para mí, como una mini Shoá, como un mini Holocausto. Algunos con quienes hablé me han dicho que no es lo mismo, pero yo lo sentí de esa manera. Y al ver el horror de muchas familias en distintos lugares, y viendo después el Museo del Holocausto, vi imágenes muy parecidas.

-Te recibieron de una manera muy importante. Lo vimos en la Knesset (Parlamento) con su presidente, Amir Ohana, que cuando entró dijo “mi amigo”, y vimos que los jóvenes te paraban por la calle en diferentes ciudades de una manera increíble. Supongo que eso es emocionante para vos.
-Sí, es muy emocionante. En Sderot, por ejemplo, en un mini shopping, un grupo de jóvenes argentinos, rosarinos, me reconocieron, se sacaron fotos conmigo, y eso me emocionó mucho. Para mí eso es un mimo al alma. Lo mismo ocurrió en el Hadassah, con dos médicos argentinos, dos anestesiólogos, ella santafesina y él de Bahía Blanca. Y fue muy impresionante. Lo más sorprendente para mí fue haber estado en el Palacio de Herodes, y allí un argentino me dijo “perdón, ¿vos sos Eduardo Feinmann?”, y estábamos en el medio de la nada, en el medio del desierto. Y un par de veces en el Kotel (Muro de los Lamentos), me pasó con un chico argentino muy religioso, ortodoxo, y con una familia de argentinos que estaban visitando el Kotel, que me agradecieron por mi posición y mi defensa del Estado de Israel.
-El embajador argentino, Axel Wahnish, tuvo la deferencia de invitarnos a una cena de shabat a su residencia, cosa que no ocurre siempre y honrar tu visita. ¿Cómo la pasaste en la cena?
-Espectacular. Fue una experiencia única.

-Te entregaron un importante reconocimiento, en manos del presidente de la Organización Sionista Mundial (OSM) y la presidenta del KKL Mundial y el KKL Israel. ¿Qué pensaste cuando lo recibiste?
-Satisfacción, orgullo, emoción, todo junto. Fue como si pusiera todo en una licuadora, un conjunto de emociones. Que es lo mismo que sentí durante todos estos días visitando los lugares que recorrimos. En Nir Oz sentí bronca. Ver la imagen y la casa de los Bibas, la mamá y sus dos chiquitos, tengo grabado en mi memoria el jardín antes de la entrada de la casa, con los juguetes, el monopatín, la hamaca con una llanta de auto.

-¿Cómo serán tus programas después de esta experiencia?
-Mis programas van a seguir siendo de la misma manera que hasta ahora, porque yo desde el 7 de octubre no he cambiado absolutamente nada. Este viaje a mí me amplió, me abrió la cabeza en cuanto a poder graficar y contar mejor todo lo que yo ya vengo contando. Así que yo no voy a cambiar en nada. Ni en una coma ni en un punto.

-¿Cuál es tu mensaje después de este viaje tan importante?
-El mensaje más importante para mí es decir que el terrorismo internacional y en este caso Hamás y Hezbollah y otros grupos terroristas de Medio Oriente, lo que quieren no es solamente destruir y sacar de la faz de la tierra al Estado de Israel, sino ir por los valores de Occidente.
Esto no es una guerra contra judíos, sino que es una guerra contra judíos, católicos y todo aquel que no sea como ellos. Hamás, Hezbollah y compañía son una máquina de matar, mientras que el resto de Occidente y el Estado de Israel son máquinas de paz, por lo menos yo lo siento así.
-En estas horas nos enteramos de que el presidente Milei estará llegando al Estado de Israel el próximo 23 de marzo. ¿Qué pensás al respecto?
-Tengo entendido que va a ser un viaje muy importante, más importante de lo que el resto de la gente sabe. Es muy posible que haya una plaza en Tel Aviv con el nombre de Argentina. Tengo entendido que el presidente en este viaje quiere volver a hacer el anuncio del traslado de la Embajada de Tel Aviv a Jerusalem, pero también tengo entendido que le estarían aconsejando al presidente que no lo haga, que no es este el momento, sino que el mejor momento sería para fin de año o principios de 2026.
Encuentro casual de dos anestesistas argentinos que reconocieron a Feinmann en el Hospital Hadassah.
-¿Te gustaría agregar algo que no te haya preguntado?
-Estoy feliz de haber venido acá, estoy feliz de haber conocido una institución tan importante como es el KKL, estoy feliz de haber estado acompañado por vos, Daniel Berliner, de la Agencia AJN h quiero agradecerles profundamente a Darío y Adrián Werthein especialmente, por lo que hicieron para que yo esté acá y pueda vivir, creo, una de las cosas más importantes de mi vida.