«Excelencias, muchas gracias», fue el único comentario de Irving. Luego fue trasladado a un centro de retención, del que saldrá probablemente este jueves para abandonar inmediatamente Austria.
El historiador autodidacta, autor de decenas de libros que glorifican a Hitler, había sido detenido el 11 de noviembre de 2005 y juzgado el 20 de febrero pasado. Sabía que no le convenía poner pie en Austria porque estaba buscado por la policía desde 1989, cuando, invitado por organizaciones neonazis, pronunció dos conferencias para negar la existencia de cámaras de gas de Auschwitz y el Holocausto, lo que es delito en Austria.
El juez Maurer argumentó su sentencia indicando que el tiempo transcurrido desde el delito es «extremadamente largo» y que la evolución del comportamiento del acusado ha sido «impecable». No del todo cierto: en febrero, tras su condena, el acusado volvió a poner en duda la existencia del Holocausto en dos entrevistas.
La sentencia de ayer ha desatado duras críticas de la comunidad judía de Viena y del Centro de Documentación histórica de la Resistencia. La directora científica de este centro, Brigitte Bailer, dijo a EL PAÍS que el veredicto «preocupa, porque es una señal de que existen en la justicia austriaca sectores que minimizan el delito de negación del Holocausto». Bailer indicó que el juez Maurer es «simpatizante» del partido ultraderechista FPÖ.
El Pais