Familiares y amigos de las 85 víctimas del brutal ataque terrorista y un alto número de ciudadanos indignados expresaron su consternación y su desasosiego ante el fallo del tribunal oral que absolvió a quienes estaban encausados por ese hecho criminal y, sobre todo, ante las señales reveladoras de que en altos niveles de la conducción del Estado se habrían ejecutado maniobras tendientes a ocultar la verdad y a desviar el curso de la investigación.
El acto constituyó un vigoroso testimonio de protesta y de responsabilidad cívica frente a uno de los hechos más escandalosos de que tiene memoria el país: la falta de avances -tras diez años de vacilaciones y contramarchas- en la investigación de la agresión terrorista más grave producida en la Argentina.
No faltan motivos para que la ciudadanía experimente un hondo desaliento. Debe tenerse en cuenta que el reciente fallo del tribunal oral, al dejar sin efecto todo lo actuado en la causa AMIA, podría haber anulado formalmente las pruebas sobre los múltiples delitos en que habrían incurrido algunos de los policías y civiles encausados. Esos delitos, aunque ajenos en principio al atentado contra la mutual judía, fueron acreditados en el expediente y sería inaceptable que ahora quedasen sin sanción.
Uno de los oradores de la concentración efectuada en la Plaza del Congreso fue el periodista Nelson Castro, quien interpretó fielmente el sentimiento de todos los manifestantes al condenar severamente el manto de impunidad que parece haber protegido, hasta ahora, a los responsables del monstruoso ataque terrorista. Al referirse a la perspectiva -insinuada en algunos foros- de que el Estado se vea obligado a pedir perdón o indemnizar a los acusados ahora absueltos, el doctor Castro dijo, con acertado espíritu de síntesis: «Es el reino del revés». Sus palabras encontraron caluroso apoyo entre la acongojada multitud.
También fueron recibidas con fuertes muestras de adhesión las expresiones de los otros oradores, entre los cuales se contaron algunos parientes inmediatos de las víctimas. Ellos trajeron a la concentración el testimonio vivo de su opresivo dolor y de su comprensible disconformidad con la conducta de quienes, de un modo u otro, han trabado deliberadamente la marcha de la investigación o han introducido elementos falsos.
Es necesario que se aceleren las acciones para identificar a los responsables del horrendo crimen de la calle Pasteur, aunque -lamentablemente- haya que partir prácticamente de cero. Los argentinos no podemos aceptar pasivamente la vergüenza de que la Justicia se siga mostrando impotente para avanzar hacia conclusiones mínimamente satisfactorias en este abominable hecho criminal. Bien dijo uno de los oradores, en respuesta a manifestaciones del presidente de la República: «No alcanza con decir que la causa AMIA nos avergüenza a los habitantes de este país y que la investigación es una cuestión de Estado. Llegó la hora de materializar en hechos esas expresiones».
La sociedad argentina debe cerrar filas en torno de los familiares y amigos de las víctimas, rodeándolos y compartiendo su dolor y sus reclamos. El terrorismo es un enemigo implacable de toda la civilización y frente a sus agresiones sólo cabe integrar en un frente común a todos los sectores comprometidos con la causa de la paz social, de la defensa de la vida y de la Justicia.
Asimismo, corresponde desear que aquellos países sospechosos de haber mantenido contacto en su momento con las organizaciones terroristas a las que se atribuye la autoría del crimen comprendan la necesidad de aportar también su cooperación para identificar a los responsables del doble estigma que marcó la piel de los argentinos en la década del 90. Algunos de esos países han evolucionado hacia formas de organización política compatibles con el respeto a la dignidad humana y hasta han sufrido, posteriormente, la agresión de esas mismas bandas asesinas. Sería loable que se alinearan con la mayor firmeza posible en el esfuerzo para esclarecer los atentados que sufrió la Argentina.
La Plaza del Congreso ha sido el escenario de una auténtica manifestación de civismo y compromiso con los altos valores de nuestra organización institucional. Confiemos ahora en que los ecos de este multitudinario reclamo sean recogidos por los responsables de poner fin al flagelo de la impunidad.
Fte La Nacion