Itongadol.- En el marco de la 39ª Feria Internacional del Libro, Santiago Kovadloff presentó su libro “La extinción de la diáspora judía”, en un acto que contó con la presencia del periodista Carlos Pagni y el rabino Sergio Bergman.
El libro editado por EMECE del Grupo Editorial Planeta consta de dos partes, una primera, denominada “La Cuestión”, trata el concepto de diáspora y la configuración de lo judío; mientras que en la segunda analiza y discute la postura de pensadores que se han referido a la diáspora y su relación con Israel y la dispersión del pueblo judío como Emanuel Levinas, León Rotzitchner, Nahum Goldman, Robert Mizrahi, Alain Finkielkraut, Jean Daniel, George Steiner y Yakov Rabkin.
La obra concluye con un epilogo que Santiago Kovadloff considera “provisional”.
Pagni considero que el texto de Kovadloff es de “enorme profundidad política y de una enorme valentía” y sostuvo que “si bien no es un libro de historia, si lo es de la historicidad, pues reflexiona y se pregunta sobre la identidad judía que está en transformación a partir de que la creación del Estado de Israel redefine el sentido de la diáspora”.
Por su parte, el rabino Bergman se refirió, entre otros conceptos, a Kovadloff considerándolo “un maestro de maestros”. “Es un rabino, donde justamente es el mismo libro el que le otorga ese status, el de rabino como maestro, como intérprete, como quien no solamente tiene la vocación de compartir una ley sino de sentir la necesidad de interpretarla”, expresó.
Bergman también afirmó que “este libro es un problema” para decir luego “lean ustedes el libro y descubran cuál es el problema, pues lo que está buscando no es resolverlo con una solución, sino, justamente, dejar abierto el problema, es decir abrir la pregunta para no sellarla con una única respuesta”.
Sergio Bergman consideró que esa apertura “es un acto amoroso, generoso y creativo, revolucionario, no confrontativo sino una evolución que hace al espíritu de lo humano en tener conciencia de un punto de inflexión que permite la reflexión. El texto permite hablar con otros y mantener abierta la discusión, que nunca quedó claramente clausurada y que invita a una nueva reflexión”.
Respecto al concepto de extinción de la diáspora judía, Bergman consideró que “es un punto necesario para que hablemos de cómo le vamos a dar continuidad al judaísmo y que sale de la polarización a la que estamos acostumbrados: Israel – diáspora, para hacer una síntesis”.
También le encontró una similitud con la situación argentina, al afirmar “todo lo que Santiago Kovadloff propone para la cuestión judía son cien por ciento aplicables a la cuestión argentina, todos. Es una buena idea, para mía, haberlo planteado en el judaísmo, por qué sino el libro sería un ensayo editorial de la política argentina y lo consumiríamos en la circunstancia de la coyuntura, en la que a los argentinos nos encanta estar, porque nunca queremos ir a la profundidad de las estructuras ni reflexionar porque sólo confundimos las noticias de actualidad con lo que son textos de estudio que deben ser leídos”.
Por su parte, Santiago Kovadloff luego de mencionar una reflexión de Jorge Luis Borges “no esperen de mí nada hermoso porque estoy profundamente emocionado”, afirmó que tras escuchar a quienes lo precedieron le produjo un gran alivio “advertir que sólo un libro en el que uno ha puesto su vida puede dejar de pertenecernos”.
“Cuando ocurre la aventura de ser interpretado es extraordinario se produce ese fenómeno que, en nuestro tiempo, llamamos pluralismo y con el que queremos decir que nadie tiene el monopolio comprensivo de lo que ha escrito”, agregó.
Kovadloff sostuvo que este libro no es el escenario sobre el que volcó un saber constituido. “Escribí este libro para tratar de perfilar con claridad una experiencia en la que confluían simultáneamente, enhebradamente, lo que el problema tiene de insoslayable y mi imposibilidad de resolverlo. Por eso comprendí que no sólo no podía resolverlo, sino que mi tarea era no resolverlo y entonces pude desplegarlo y encontrar al cabo de cinco de trabajo, menos vacilación en la enunciación de lo que me importaba decir”, agregó.
Kovadloff explicó luego que se escribe para ser leído “dentro de una tradición, que es judía sin duda, pero que es la tradición de los hombres que son libres porque quieren ser libres”.
“Los 40 años de marcha en el desierto, a mi entender, lo que tenía como finalidad doctorar en libertad a quienes lo emprendieron sino darles conciencia de la fragilidad de la libertad y la libertad sólo alcanza a ser un riesgo consciente de quienes la ejercen cuando uno comprende que simultáneamente con el amor que siente por ella la detesta. Por qué si aceptamos que detestamos la libertad, sin la que no podemos vivir, nos situamos en el terreno problemático que importa. ¿Por qué detestamos la libertad? Porque el totalitarismo nos serena. El totalitarismo es esa amenaza perpetúa de la idealización de la palabra única que viene a decirnos déjalo conmigo”, opinó.
Kovadloff dijo que se proponía “pensar acerca de lo diaspórico como aquello que implica liberación de una lectura en términos de castigo”.
“La pos diáspora, a mi entender, surge en el momento en que el judaísmo se produce la erupción de la evidencia que con la creación del Estado de Israel termina la diáspora como fatalidad. A partir de la creación del Estado de Israel los judíos pueden optar, y si pueden optar no están condenados: o se hacen sionistas y adoptan como propia la nacionalidad israelí o no la adoptan. Pero si no la adoptan ya no están más en la diáspora”.
El escritor consideró: “A donde estamos no lo sabemos aún, ha caído como ejercicio dominante del judaísmo la sumisión a la lectura estrictamente religiosa, ha caído incluso el sacerdocio como búsqueda de vocaciones religiosas. Claro que esto es un problema, y lo primero que tenemos que hacer es admitirlo (…) lo que estamos haciendo es tratar de desmentir la presunción de que sabíamos dónde estábamos”.
Por último Kovadloff dijo que “el origen de la filosofía es la perplejidad, pero la perplejidad es la posibilidad de advertir que algo inesperado está ante nosotros, y se ha adueñado de nosotros, si estamos expuestos a lo inesperado estamos abiertos a la renovación. Posiblemente no a la renovación entendida como acceso a definitivo a la libertad, sino como tarea”.
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