Más de un individuo en la agitada sociedad moderna en la que vivimos tendrá seguramente problemas de identidad.
Pero el caso de Golan Cohen, 27, es sin duda original.
Durante los últimos diez años vivió como un ciudadano israelí en Tel Aviv, con horarios de trabajo y una ordenada rutina medianamente normal, pero en realidad es palestino, de nombre Karim Kapisha, de la ciudad de Naplusa al norte de Cisjordania.
Su verdadera identidad acaba de ser descubierta por la policía por pura casualidad.
«Otro yo»
Lo más interesante sin embargo es que durante el último año, este joven palestino -con su «otro yo» israelí- trabajó como guardia en distintos restaurantes, cafés y discotecas de Tel Aviv.
Todos eran sitios de entretenimiento que por el recrudecimiento de la violencia durante la intifada, no abrían sus puertas sin alguien apostado a la entrada para garantizar que ningún atentado fuera perpetrado justamente allí.
Pero en su fuero íntimo, Karim albergaba un gran sueño: que un día estuviera presente en su puesto justamente cuando algún compatriota suyo, palestino, llegase cargado con explosivos para intentar perpetrar un atentado, un ataque que él, en su calidad de Golan Cohen, frustraría exitosamente.
Ideas diferentes
Como recompensa, esperaba Karim, las autoridades israelíes, que sabría quedarían boquiabiertas al enterarse de la verdad, le otorgarían ciudadanía israelí.
Karim montó guardia en la discoteca Dance Bar en la calle Allenby y en el Café Nona, entre otros sitios.
Quienes lo veían a la puerta con lo que resultaba ser no un verdadero revólver sino lo que él contó era una «pistola de gas», se sentían -cabe suponer- protegidos.
Encuentros cercanos
Las jóvenes israelíes que se acercaron a él, le mandaron indirectas para conocerle más personalmente y aquellas bien directas con las que realmente salió, no se imaginaban al parecer que su compañero era un joven palestino de Naplusa, la ciudad palestina que junto a la también norteña Jenín, es vista por las autoridades israelíes como «centro del terrorismo».
«Salí con decenas de chicas pero ninguna pensó que soy árabe. Quizás creían que en el ejército había sido miembro de algún comando», contó Karim, ya detenido, según publicara este viernes el periódico Yediot Ajronot.
«Trataban de salir conmigo, al parecer, porque tengo buen aspecto, parezco uno de ellos y no tengo acento», comentó.
Historias fantásticas
Karim quería simplemente vivir mejor que lo que pensaba podría hacer en su ciudad. Logró entrar a Israel, llegar a Tel Aviv, alquilar allí un pequeño departamento y lentamente, construyó una telaraña de historias inventadas con las que armó toda una identidad que evidentemente, resultó convincente.
Lo fue a tal punto que la empresa de guardias «Dragón» lo empleó, creyendo al parecer sus historias sobre el servicio militar que había cumplido, como todo ciudadano israelí promedio.
Hasta su reciente detención -por una motoneta robada que conducía- Karim viajaba regularmente a visitar a su familia en Naplusa.
Allí llevaba parte de sus ahorros como esencial ayuda a los suyos.
Larga pesadilla
Ahora, todo ha cambiado. Karim está detenido y la policía, que cabe suponer sigue sorprendida por el caso, quiere averiguar para qué este joven palestino había comprado un uniforme y el arma, que fueron hallados en su departamento.
Al parecer Karim no recibirá ciudadanía israelí de premio, aunque su futuro es incierto. Lo seguro es que este fin de semana, en Israel, parecía ser el héroe del día.
La gente comentaba el caso en los cafés, la peluquería y el club de gimnasia.
Será por su originalidad, por su astucia y evidente inteligencia. Más de uno estará lamentando que Golan Cohen no pueda volver, como un orgulloso Karim Kapisha, a cumplir fielmente su trabajo de guardia en bares de Tel Aviv.