Pero aun así, Avirán aparecía cada vez más cercano a Menem, con quien compartió un cumpleaños en Anillaco en 1996, y al ministro de Trabajo Carlos Corach, a quien le organizó un homenaje cuando finalizó su gestión como ministro. «Soy leal a mis amigos», contestaba cuando lo consultaban por estas demostraciones de afecto.
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Avirán supo aprovechar los contactos logrados en esos intensos años: consiguió nada menos que 17 millones de dólares de Adelantos del Tesoro Nacional (ATN) asignados desde el Ministerio del Interior para el financiamiento de proyectos entre provincias y empresas israelíes. Lo llamativo no fue sólo que la única delegación extranjera en canalizar esos recursos fue la israelí, sino la forma en que se consiguieron y administraron.
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A finales de 1996, y sobre la base de reclamos surgidos dentro de la propia embajada, el gobierno israelí envió una comisión para investigar esos contratos con la Argentina. Les resultó preocupante que las operaciones fueran canalizadas por una persona: Osvaldo Schvartzer, un economista que fue vicepresidente de la AMIA entre 1996 y 1999. Su papel era llamativo, teniendo en cuenta que la embajada tiene un Departamento Comercial, por lo que aquel informe criticó la necesidad de un intermediario. Pero pese a la advertencia, esta modalidad se mantuvo.
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Esta semana, tras recibir nuevas denuncias sobre irregularidades en aquellos convenios, el canciller israelí, Shimon Peres, le ordenó al encargado diplomático para América latina, Pinjas Avivi, viajar a Buenos Aires e investigar lo sucedido. Avivi, que permaneció cuatro días en esta capital junto con el auditor general Moshe Gur, confirmó con exclusividad a LA NACION que se han encontrado irregularidades. «No estamos satisfechos sobre como se firmaron los contratos», sostuvo.
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En esta nueva investigación, una de las «irregularidades» que ha encontrado el jefe de los embajadores asignados en América latina es la carta con la que Schvartzer era presentado en las provincias en calidad de «coordinador» de estos proyectos: papeles con membrete de la embajada y con firma de Avirán.
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Imán peligroso
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La amistad del embajador con Menem y Corach irritaba a la comunidad que exigía el esclarecimiento de los atentados, pero funcionaba como un imán entre el estudio de Schvartzer y Asociados, y los proyectos financiados con ATN.
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El 18 de septiembre último el programa de tevé Puntodoc puso en imágenes las sospechas. Por ejemplo, Schvartzer representó a una empresa que cobró 830.000 dólares por la construcción de un invernadero en Tolhuin, Tierra del Fuego, y se exhibió que allí hay hoy una simple carpa. Además, la empresa Milomor fue contratada para el saneamiento de Bahía Encerrada en Ushuaia por 4 millones de dólares financiados con ATN. Sin embargo, ambientalistas de Ushuaia denunciaron que las obras no están terminadas. El domicilio legal de Milomor es el de la oficina de Schvartzer, el coordinador designado por Avirán. También con financiamiento de ATN se debían recrear los caminos de las colonias judías en Entre Ríos, pero las obras no se hicieron, y a Formosa llegaron seis millones de dólares para un emprendimiento agrícola en Las Lomitas cuando, según una denuncia que prepara el ARI de esa provincia, sólo se sembraron 600 hectáreas y el acuerdo era por 18.000. La denuncia en la TV abierta fue «dinero a cambio de silencio». Conmocionada, la Cancillería israelí convocó el 2 de este mes a los presidentes de la AMIA, Abraham Kaul, y de la DAIA, José Hercman, que estaban en Israel.
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Los directivos locales manifestaron su deseo de conocer toda la verdad y la Cancillería anunció que una misión investigadora viajaría a Buenos Aires. Aquí, el actual embajador, Benjamín Oron, rechazó «cualquier relación entre los proyectos y las decisiones del gobierno de Israel con relación a los atentados». Orón defiende a su gobierno, pero, en cambio, no sostiene a la sociedad entre Schvartzer y su antecesor Avirán.
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«Los proyectos fueron realizados, completos, pero no estamos contentos en la manera cómo fueron firmados», reveló Avivi, el enviado israelí, a LA NACION.
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«No están firmados según las reglas de Israel. Hay que pasarlos por muchas instancias de control administrativo en nuestro país, incluso los programas de trabajo, y en eso hay fallas -afirmó-. Tampoco vemos con buenos ojos que tanta actividad haya sido concentrada en una sola persona. Eso no parece muy bueno.»
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Pero lo realmente sorprendente fue cuando se le preguntó sobre la cercanía con el gobierno menemista que se evidenció en la gestión de Avirán y sobre por qué el Estado de Israel no se presentó como querellante en el atentado a la embajada. Avivi respondió: «Tenemos una manera de luchar contra el terrorismo y de castigar a todos los que encontramos responsables de atentados y eso nos fue muy eficiente en casos como el de Munich (en referencia a la masacre de 11 atletas israelíes durante los juegos olímpicos de 1972. Los terroristas, luego, fueron buscados y encontraron la muerte a manos de agentes del servicio secreto israelí)».
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¿Quiere decir que no tiene sentido presentarse en la justicia acá, cuando ustedes pueden encontrarlos de manera «más eficaz»?, se le interrogó. «Digo que los responsables de lo que pasó acá están allá, más cerca de Israel, y nos vamos a ocupar de ellos…», fue su respuesta.
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También los dirigentes de la AMIA y de la DAIA, que piden que se investigue cualquier infracción, rechazan que estos negocios hayan acallado el reclamo de silencio.
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Pero lo que más podría perjudicar a Avirán no es precisamente la denuncia de «dinero por silencio». Esta no podría ser tomada en serio por Daniel Carmon, por ejemplo, el coordinador de la Cancillería israelí, que sabe que los negocios con la Argentina representan menos del 0,5 por ciento del intercambio israelí y cuya esposa falleció en el atentado a la embajada.
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Quizá sí puedan comprometerlo la designación de un «coordinador» local y las críticas de empresarios israelíes que comprobaban las facilidades dadas a quienes ingresaban sus productos en la Argentina vía Schvartzer. El elemento que más podría complicarlo, sin embargo, es su gestión ante Aeropuertos Argentina 2000. Avirán fue representante de Umino, la empresa israelí que realizó el equipamiento del centro de control de Ezeiza, cuando tenía prohibido trabajar o generar negocios con el país en el cual estuvo asignado durante los dos años posteriores a su mandato. Avirán lo hizo: según confirmaron en Aeropuertos Argentina 2000 la adjudicación a Umino se realizó en el año último.
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Nueva dirigencia
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Hace unas semanas, asolados por la crisis económica, los dirigentes de todas las instituciones judías realizaron por primera vez un brindis conjunto para festejar el año nuevo judío. «Hay que brindar por un año nuevo para todos los argentinos y para el Estado de Israel -dijo el presidente de la AMIA, Abraham Kaul-. Empezamos un nuevo año y en la comunidad hay ahora una dirigencia honesta, solidaria y transparente. Tenemos que unirnos y ver cómo ayudar a la gente que sufre.» La difusión de las irregularidades impactó duramente en estos hombres de la comunidad preocupados por la imagen de Israel.
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Pinjas Avivi se despidió de la Argentina aseverando: «Incluso si sacamos de todo esto apenas un manual sobre cómo deben hacerse las cosas, ya sería un buen paso». Las irregularidades en torno de los ATN son un tema argentino. Lo que sólo se ha destapado ahora es el capítulo relacionado con la embajada israelí.
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Por Diego Melamed
Para LA NACION