Itongadol.- El primer ministro del Líbano, Nawaf Salam, aseguró este jueves que el ejército desmanteló ‘‘más de 500 posiciones militares y depósitos de armas’’ pertenecientes a Hezbollah en el sur del país.
‘‘El Estado continúa su acción. para restaurar su autoridad sobre todo el territorio nacional y tener el monopolio de las armas’’, expresó Salam en un discurso televisado.
La iniciativa se produce tras el acuerdo de alto el fuego entre el grupo terrorista e Israel, que puso fin a la guerra entre ambos el pasado mes de noviembre.
Hezbollah, considerado un grupo terrorista por varios países occidentales, incluyendo Estados Unidos e Israel, es también una fuerza política y militar dominante dentro del Líbano. Su influencia es especialmente fuerte en el sur del país, donde mantiene una infraestructura militar paralela al Estado.
Si bien forma parte del Parlamento y de distintos gobiernos libaneses, su autonomía armada es un obstáculo recurrente para el fortalecimiento del Estado y una fuente constante de tensiones internas e internacionales.
El primer ministro Salam, jurista de carrera y exrepresentante del Líbano ante la ONU, adoptó una postura reformista desde su llegada al cargo, mostrándose comprometido con el fortalecimiento de las instituciones estatales, la soberanía nacional y la implementación de reformas económicas exigidas por la comunidad internacional.
La política de Salam respecto a Hezbollah apunta a reestablecer la autoridad del Estado sobre todas las armas y milicias, un objetivo ambicioso en un país marcado por divisiones sectarias y una frágil gobernabilidad.
Los enfrentamientos entre Hezbollah e Israel son una constante desde el conflicto de 2006, cuando ambas partes libraron una guerra de más de un mes que causó miles de muertos y desplazados.
Desde entonces, la frontera sur del Líbano es un punto crítico de tensión. Además, los vínculos entre el Estado libanés e Israel siguen marcados por la hostilidad formal, ya que ambos países técnicamente continúan en estado de guerra.
La reciente escalada en 2024 y el posterior alto el fuego abrieron una ventana frágil para la diplomacia, aunque las posibilidades de una resolución duradera siguen siendo inciertas.