Sin embargo, hay quienes consideran que Egipto mantiene cierta ambivalencia al respecto. Por un lado, no sólo por su deseo político de protagonismo regional, busca controlar parte de los hilos que mueven el escenario actual. El golpe violento de Hamas en la Franja de Gaza coloca a la puerta de Egipto un régimen fundamentalista islámico, mientras El Cairo mismo lidia desde hace mucho con la problemática de sus propios integristas.
Por otro lado, está claro que ese deseo de control es para prevenir amenazas y no para quedarse con la Franja de Gaza. Cuando se negociaron en 1978 los acuerdos de Camp David, prólogo del acuerdo de paz entre Egipto e Israel, suscripto en marzo de 1979, el entonces presidente Anwar el-Sadat exigía que Israel se retirara de la península del Sinaí, pero ni mencionaba la Franja de Gaza. Jugó en su favor que su interlocutor, el premier Menahem Begin, del partido derechista Likud, considerara Gaza «parte de la bíblica Tierra de Israel» y la quisiera para sí.
Hoy, todos comprenden que Gaza requiere demasiado y nadie quiere cargar con tamaña responsabilidad. «Gaza parece un recipiente de agua cuyos dos extremos están contenidos, a punto de estallar», escribió Guy Bechor, experto israelí en temas árabes del Centro Interdisciplinario Hertzlia. «De un lado, está Egipto y del otro, Israel, cada uno apretando fuerte con el dedo, para que no estalle la inundación», afirmó.
Según Bechor, la responsabilidad por Gaza debería ser más egipcia que israelí. «Al final de cuentas, Egipto es un país árabe, hermano mayor de los palestinos, que los conecta históricamente con el mundo árabe», destacó. «Egipto tiene buenas relaciones con Hamas y con la Jihad Islámica, y controló Gaza hasta hace 40 años», subrayó Bechor. Y agregó: «¿Por qué, entonces, después de la desconexión israelí, la carga debe caer sobre los hombros de Israel, enemigo de los palestinos, y no sobre otros países?».
Israel, en tanto, maniobra entre el deseo de preservar un buen canal abierto con Egipto, con el que existe una paz fría, pero paz al fin, y los cuestionamientos a la actitud de El Cairo. El tema más controvertido es el del contrabando de armas desde el Sinaí egipcio a la Franja de Gaza. Fuentes de seguridad israelíes dijeron a LA NACION que Egipto tiene conocimiento y podría evitar esa situación, que termina fortaleciendo el poderío armado de los extremistas en la Franja de Gaza.
Cuando Israel estaba por retirarse de Gaza, hace casi dos años, y negoció en secreto con Egipto el control del así llamado «corredor Filadelfia»-la frontera entre Egipto y la Franja de Gaza- fueron enmendados los acuerdos de Camp David para permitir que Egipto cumpla con su responsabilidad por ese límite internacional. Así, su presencia militar en la zona aumentó, pero no la usa contra los contrabandistas. Según Israel, en la Franja de Gaza hay no menos de 20.000 armas, casi 40 cohetes de largo alcance, 12 misiles antiaéreos y 410 misiles antitanques con 95 lanzacohetes, así como toneladas de explosivos y una cantidad no especificada de cohetes de menor alcance.
La Nacion