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Eldad: Hoy Israel, en el mundo de la ignorancia es el dueño del Mal y esta concepción no es exclusiva de Irán

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PALABRAS DEL SR. EMBAJADOR DE ISRAEL, D. RAFAEL ELDAD, EN OCASIÓN DE CONMEMORARSE EL DÍA DEL HOLOCAUSTO, AUDITORIO DE LA UNIVERSIDAD DE BELGRANO, BUENOS AIRES, 19 DE ABRIL, 2007

Señoras y Señores;

Estamos reunidos para conmemorar y recordar; especialmente hoy cuando se escucha que volvemos a formar parte de la cuestión judía o del problema judío. Estamos inmersos en una problemática histórica que nos demanda estar en el centro de los acontecimientos, más allá de las formaciones económicas y sociales, cualesquiera sea el régimen político simplemente porque resulta difícil explicar el milagro de nuestra supervivencia.

– Tal vez seamos, efectivamente, parte de un fenómeno o toda una anormalidad;

– Tal vez nos desarrollamos «en» y con «la» historia y no «a pesar» de la historia;

– Tal vez somos tan empecinados que queremos demostrar que somos algo más que un problema y podemos acercar alguna solución al mundo o, simplemente, nuestra presencia es solo, y únicamente, la voluntad de Dios.

Señoras y Señores;

Hay un mandamiento que dice «No mataras». Esa orden es fundamental en nuestra concepción de civilización. Por eso asombra que, durante la Shoa, no fuera – para judíos, católicos, homosexuales, gitanos y tantos otros grupos y etnias determinadas – permitida la muerte individual, la muerte de cada uno.

¿Pueden imaginarse, siquiera imaginarse, a cada uno de nosotros sin padres, sin hermanos y sin amigos; cada uno viviendo y muriendo sin referencias, para siempre? Sólo si tienen la suficiente fantasía lograran comprender que esa voluntad fue la que se instaló en el corazón de la Europa más culta; y que, desde ese corazón, el hombre descendió a los umbrales más insospechados de la barbarie.

Y por eso fue que, lo impensable, se hizo posible.

Organizar una «Solución Final», gestionarla hasta sus últimas consecuencias, fue más allá de cualquier crueldad. Significó la transformación más paradigmática de las fuerzas de producción aplicadas a la destrucción masiva; fue entrar a la zona de lo no- pensado, de lo imposible, de lo inimaginable.

No se trató de la muerte de los enemigos.

No fue ninguna contabilidad de guerra.

Ni asesinatos, masivos, gratuitos.

Fue la presencia, incomprensible, del Mal lo que hizo que no se pudiera poner un nombre al lado del otro, ni un acontecimiento seguido de otro porque, en el mal, nada es casual.

Imaginen, ahora, miles de fosas y ninguna tumba. Porque nadie puede negar a un hombre, a cualquier hombre, disponer de la posibilidad de morir como tal y, lo que se hizo durante la Shoa, fue dejar sin identidad a aquellos que, alguna vez, habían sido humanos.

La muerte se había transformado en «Un Maestro de Alemania». Porque, el exterminio de los judíos por el nazismo constituyó, como lo afirmó Hanna Arendt, «un ataque contra la diversidad humana».

Imaginen, ahora, «Tumbas de Aire» que nos recuerdan que nada quedó de ellos, salvo este momento dedicado a su recuerdo. No hay cementerios donde ir. Ni lápidas que cuidar. Ni espacios de los cuales retirarse sabiendo que, más allá, la vida continúa.

Los sobrevivientes no tienen posibilidad de duelo. Los sobrevivientes enfrentaron al Mal Absoluto sabiendo que escribían una historia de miedo y horror, de frío y terror y, esencialmente, de olvido.

La primera pregunta que, en esta noche, nos podemos hacer es si es posible hablar sobre la experiencia de la crueldad, si se puede resistir escuchar o recordar. Los hechos son tan monstruosos como increíbles y, con el tiempo, lo acontecido en Auschwitz – lugar que puede ser palabra- testigo y síntesis de fábrica, burocracia y prisión- es incredulidad e, incluso, indiferencia de una sociedad que, al principio, devastada por la guerra no tenia tiempo para reflexionar, buscando olvidar y reconstruirse y, más tarde, debió enfrentar la incomprensión de los negadores de la Shoa.

Las victimas de la Solución Final no propician la memoria. La memoria solo es posible sobre heridas cicatrizadas. Y acá no hubo posibilidad de repararlas. Auschwitz no fue la guerra. Fue el odio nazi. Fue un fruto venenoso, algo que no podemos comprender pero si conocer; porque puede volver, porque las conciencias tienen capacidad para ser, otra vez, seducidas y compradas. Porque es grito desesperado y advertencia para la humanidad.

Hoy vivimos un mundo plagado de conductas irracionales. Algunos los consideran discriminación, xenofobia y racismo. Para nosotros es, simplemente, antisemitismo; antisemitismo que recurrió a las imágenes médicas y patológicas: el judío fue un cáncer que había que extirpar, un bacilo portador del bolchevismo que había que exterminar. Esto también lo padecimos. Y vuelve, hoy, con fuerza insospechada.

Señoras y Señores;

Estoy convencido que, lo único que se opone, seriamente, al antisemitismo es el triunfo de los Derechos Humanos y la conformación, para el pueblo judío, de un Estado; la transformación de una nación sin territorio ni economía en una nación con un Estado Nacional y su propia económica.

Sepan que, lo irracional contra los judíos es solo un caso particular de un fenómeno mayor. En la voz de Primo Levi se trata de «la aversión contra quien es diferente de uno».

Recuerden que, durante la Shoa, se celebraron orgías del odio. Lo acontecido no es un secreto para el hombre moderno. Hay remordimientos invisibles y, el modo, con que nos deshacemos de ellos es con el antisionismo, una realidad que da derecho y deber de ser antisemita en nombre de la democracia.

Se puede continuar condenando la negación de la Shoa. Y, no importa, si la negación es absoluta o relativa; política, cultural o moral. Es un crimen siempre porque significa racismo, fascismo, genocidio que hunde sus raíces en nosotros, herederos de la Shoa. Aún sabiendo que, las resoluciones de Naciones Unidas, no son vinculantes. E Irán cuestiona, y continuará haciéndolo, la realidad del Holocausto.

– No importa que, más de 50 millones de documentos, hayan sido puestos a disposición pública en un solo archivo, ubicado en Alemania, administrado por la Cruz Roja Internacional y organizado como un Servicio de Búsqueda de Personas;

– No importa que se impongan programas educativos para colaborar con las generaciones futuras en la prevención de cualquier genocidio;

– No importa que el mundo sepa que hay un país que quiere borrar del mapa a otro país;

– No importa que se haya esclavizado, asesinado, porque si no se sabe que la memoria del horror no es patrimonio de nadie sino conciencia de la humanidad, no hemos aprendido nada.

Hoy Israel, en el mundo de la ignorancia es el dueño del Mal. Y esta concepción no es exclusiva de Irán ni de algunos desubicados. Miremos a nuestro alrededor: Ruanda, Chechenia, Darfour … porque no nos preguntamos ¿dónde están los agujeros negros de la humanidad? ¿ De verdad me pueden decir que se puede hablar de progreso? ¿ Dónde se encuentra el futuro? ¿ Tal vez en Teherán? ¿Tal vez en aquellos europeos que hablan de justicia intelectual? o ¿ en el mundo entero?

Señoras y Señores;

Lo ocurrido no siempre es enseñanza. Nos podemos preguntar ¿ cómo es posible pensar en cualquier acción educativa después de los terribles acontecimientos del siglo XX? Y no hablo de hechos sino de acontecimientos; acontecimientos que indican que nada vuelve a ser como fue, porque cada uno rompió con todas las categorías y dejó al descubierto la cultura de lo inhumano.

Pero, mucho tiene que ver aquello que hacemos hoy, aquí y ahora. El concepto de ZAJOR, recuerda en hebreo, seguirá siendo un campo de discusión que no permitirá clausurar el pasado cuando este nos perturba.

Zajor no designa la memoria de los acontecimientos del pasado sino su reactualización en el presente y es lo que hace al espíritu y nuestra concepción del mundo, porque sin memoria ni hay hoy ni mañana justo.

Hay derechos pendientes. Aunque el deudor no pueda pagarlos, nuestros derechos no decaen. Solo la voluntad de no olvidar puede hacer que estos crímenes no vuelvan nunca más; y, para eso, debemos vigilar que el pasado llegue al presente, porque el infierno, Señoras y Señores, estuvo entre nosotros y continúa entre nosotros.

Muchas gracias.

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