Las cifras y estadísticas más básicas sobre las Fuerzas Armadas israelíes son uno de los secretos mejor guardados de este país, y toda la información sobre ellas ha sido elaborada por revistas especializadas, que aseguran que tiene entre 170.000 y 190.000 efectivos.
Todos los jóvenes israelíes han de servir un período obligatorio de 36 meses al cumplir los 18 años, en tanto que las mujeres lo hacen también pero sólo durante 24.
El servicio militar es obligatorio para toda la población israelí, a excepción de los judíos ultraortodoxos -según un acuerdo alcanzado en la década de los cincuenta- y de los jóvenes de la minoría árabe -por las sensibilidades nacionales que ello despierta-.
Por el contrario, sí cumplen el servicio militar los miembros de la minoría drusa y circaciana, y una parte, estos de forma voluntaria, de las distintas tribus beduinas.
Después del servicio, todos los israelíes pasan a la reserva hasta alrededor de los 40 años (dependiendo de la unidad en la que sirven), y deben cumplir entre 20 y 30 días de servicio activo al año; no así las mujeres.
El de la reserva es un servicio que hasta hace dos décadas lo cumplían a rajatabla todos los israelíes, aunque en estos momentos se estima que sólo lo prestan entre el 25 y el 35 por ciento de ellos. El resto lo elude con excusas de compromisos empresariales, familiares o argumentando cualquier tipo de problema personal.
Quedan, sin embargo, disponibles estos reservistas para entrenamientos anuales obligatorios durante varios días, así como para una posible circunstancia de guerra, en la que son convocados a filas mediante la ‘Orden Militar número 8’.
Esta semana, por ejemplo, debido a la crisis con el Líbano, 15.000 de ellos comenzarán a reforzar la seguridad en el norte de Israel tras recibir esa convocatoria de emergencia en sus casas.
En total, y para el caso de una guerra, se cree que el Ejército israelí contaría con una capacidad de alistamiento de otros 445.000 hombres, según la última edición del ‘Middle East Military Balance’, publicado por el Centro Jaffe de Estudios Estratégicos, con sede en Tel Aviv.
Tras el Plan de Reorganización de 1999, los recursos humanos se reparten de la siguiente manera: el 75% en el Ejército de Tierra, el 19% en la Fuerza Aérea, y el 6% restante en la Marina de guerra, con un presupuesto de defensa anual de unos 10.000 millones de dólares, entre un 9 y 9,5% del PIB.
En los últimos años, la Fuerza Aérea ha recobrado supremacía en las Fuerzas Armadas, como lo demuestra el hecho de que por primera vez el jefe del Estado Mayor, Dan Halutz, sea un general del aire.
Ese nombramiento refleja la percepción israelí de que, tras haber firmado acuerdos de paz con Egipto (1979) y Jordania (1994), y haber encarrilado otro con los palestinos (1993-2000), su principal amenaza serán los llamados países del ‘tercer círculo’, es decir, los no fronterizos, y entre éstos Irán.
También se refleja en la adquisición en los últimos años de 104 unidades de modernísimos aviones F16-I, espina dorsal de la Fuerza Aérea para las próximas dos décadas.
Aparte de estos aparatos, en proceso de ser suministrados, Israel cuenta con otros cerca de 700 aviones de guerra de distintos tipos, casi la mitad de ellos obsoletos o que requieren reparaciones.
Sus helicópteros en activo, una de las armas más empleadas en el conflicto con los palestinos, suman alrededor de 200.
La percepción de una amenaza en la distancia, como es Irán, es la que llevó también a Israel en la década de los noventa a reforzar su Marina con tres submarinos ‘Dolphin’ de fabricación alemana, que, según fuentes especializadas, ha sido readaptados para dotar a alguno de ellos con capacidad nuclear.
La Marina de guerra cuenta además con cinco fragatas lanzamisiles Saar-5 que busca reemplazar por otras más modernas -en un principio se habló de las F-100 españolas-, así como otra decena de barcos de guerra de bajo calado y unas 40 patrulleras.
En cuanto al Ejército de Tierra, cuenta con 16 divisiones (76 brigadas), 3.630 tanques, 6.870 transportes oruga acorazado, y más de 1.300 piezas de artillería de distintos calibres, según expertos.
Una unidad que en los últimos años ha cobrado mayor relevancia es la de Artillería Antiaérea, que ha pasado a convertirse en la espina dorsal de la defensa civil frente a posibles ataques con cohetes balísticos en poder de países árabes, con el proyecto ‘Arrow’ como principal protagonista.
Esa necesidad quedó patente en la guerra de 1991, cuando unos 40 Scuds iraquíes cayeron en territorio israelí.
Finalmente, Israel sustenta toda su estrategia militar a largo plazo en la capacidad de disuasión de su arsenal no convencional, otro de los mayores secretos del poderío militar israelí.
Israel reconoce la tenencia de un número indeterminado de misiles balísticos Lance y Jericó que, según fuentes especializadas, podrían ser dotados de cabezas de combate no convencionales.
El programa nuclear israelí cuenta oficialmente con dos reactores -Dimona y Nahal Sorek- y un arsenal de entre 100 y 200 bombas atómicas que, oficialmente, Israel nunca ha reconocido tener.