Unos 15.000 peregrinos venidos del mundo entero, que han inundado estos días la ciudad vieja de Jerusalén, se preparan para la celebración de las ceremonias del Jueves Santo, a las que, sin embargo, no podrán asistir los cristianos palestinos de Gaza y Cisjordania.
El ministro de Defensa de Israel, Shaúl Mofaz, ordenó el cierre general de esos territorios durante las fiestas judías del Purim, por lo que los cristianos de Belén, Naplusa, Jericó y de otras ciudades palestinas, no podrán participar en las procesiones del Jueves Santo.
La orden franciscana, Custodia de los Santos Lugares de Tierra Santa, es la encargada de rememorar el jueves la Última Cena de Jesucristo en el Cenáculo. A primera hora del día, el Patriarca Latino, monseñor Michel Sabah, lavará los pies a 12 personas en el Santo Sepulcro, como hizo Jesús con sus discípulos antes de la Cena.
Durante la tarde, una procesión de frailes franciscanos, precedida por el custodio en Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa, se dirigirá al Cenáculo, hoy propiedad del Estado de Israel, donde Jesús celebró la Última Cena junto con los doce apóstoles. Se trata de la única ocasión en el año en que los franciscanos pueden acceder al Cenáculo, de donde fueron expulsados por Solimán el Magnífico en 1550.
En el Cenáculo, situado en pleno corazón de la ciudad vieja de Jerusalén, se leerán pasajes del Evangelio en distintas lenguas. Posteriormente, la marcha se dirigirá a la iglesia armenia de Santiago, donde la tradición sitúa el martirio de Santiago el Mayor, cuya cabeza se venera en ese templo y su cuerpo en Santiago de Compostela.
La procesión proseguirá después hacia la casa del sumo sacerdote Anás, ubicada en el barrio armenio de la ciudad antigua de Jerusalén, para luego retirarse a la Iglesia siria de San Marcos. A última hora del día, se rememorará la ‘Oración del Huerto’, u ‘Hora Santa’ en Getsemaní.
Como es tradición, en la Iglesia de las Naciones tendrá lugar una bellísima ceremonia con cánticos polifónicos de palestinos cristianos. La Iglesia fue erigida junto al Huerto de Getsemaní, donde todavía perviven olivos de la época, defendidos por cercas del fervor de los peregrinos, ya que las pruebas del carbono 14 han certificado su existencia milenaria.
El acto más importante de las celebraciones de Semana Santa será el Vía Crucis del Viernes Santo, procesión que reproduce el itinerario que se supone recorrió Jesucristo por la Vía Dolorosa hasta el lugar de su Crucifixión, en el Santo Sepulcro.