Artículo publicado en The Jerusalem Post por Susan Hattis Rolef*.
Itongadol.- Desde que el presupuesto fue aprobado por la Knesset, el Parlamento israelí, en la madrugada del pasado miércoles, sentí un fuerte desánimo. No es que no esperara que el presupuesto más inapropiado jamás presentado en Israel fuera aprobado por la Knesset, era simplemente el hecho de que en el momento en el que se convirtiera en ley, nuestro gobierno en gran medida disfuncional podría seguir fracasando sin inmutarse al menos hasta finales de 2024.
La razón de mi abatimiento, y el de muchos otros israelíes, puede demostrarse mejor con una serie de escenas a las que todos estuvimos expuestos en los medios de comunicación justo antes, en el transcurso y justo después de que tuvieran lugar los debates sobre el presupuesto, además de todas las crisis reales y falsas dentro de la coalición que se resolvieron a un precio superfluo.
Cuando el presidente de la Comisión de Finanzas de la Knesset, Moshe Gafni, presentó el presupuesto y el proyecto de Ley de Arreglos Económicos a la Knesset, el pasado lunes, decidió justificar las enormes sumas concedidas a los partidos haredí (ultra ortodoxos) de forma incondicional para sus instituciones de enseñanza relatando la historia de una de sus hijas que está en alta tecnología, tras haber estudiado en una escuela femenina que imparte estudios básicos, pero que sólo recibe la mitad del presupuesto que reciben las escuelas equivalentes del sistema escolar nacional.
El problema con la transferencia de dinero a las instituciones haredíes de enseñanza para varones y otras formas de transferencias financieras (por ejemplo, tarjetas de alimentos para los pobres) es que, en el mejor de los casos, convierten a los beneficiarios de extremadamente pobres a muy pobres, sin abordar la cuestión de las razones de esta pobreza electiva.
Dado que los haredim naturalmente se resienten de los esfuerzos externos por obligarles a proporcionar a sus miembros masculinos un programa básico de estudios básicos no religiosos o por animarles a formar parte de la población activa general, quizá lo que Gafni debería abordar es la cuestión de cómo resolver esta anomalía fundamental de la sociedad haredi y su modo de vida elegido. El presupuesto actual no hace más que perpetuar el problema.
Todos los críticos profesionales del presupuesto 2023-2024 señalan que no aborda el problema del costo de la vida, aunque el primer ministro Netanyahu no deja de afirmar en los últimos días que ahora que se aprobó el presupuesto, se afrontará la cuestión. Cuando estudié economía -hace muchos años- me enseñaron que uno de los problemas que los presupuestos intentan abordar es la inflación, es decir, el descontrol del costo de la vida.
Aunque el presupuesto no abordó la cuestión, al parecer el ministro de Economía e Industria de Israel, Nir Barkat, está intentando atajar al menos un aspecto del problema: la cuestión de los monopolios en el sector alimentario, con sus mercados excesivamente centralizados. Además de intentar despedir el lunes pasado, hasta ahora sin éxito, al director general de la Autoridad Israelí de la Competencia, Michal Cohen, por supuesta incompetencia, Barkat se quejó de que lo amenazan por sus esfuerzos.
El presidente del Comité de Finanzas de Israel, Moshe Gafni, se dirige al pleno de la Knesset. (Crédito de la foto: YONATAN SINDEL/FLASH90)
Aún no está claro quién lo amenaza exactamente, como tampoco lo está si Barkat coopera con el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, en este asunto, a pesar de que a los pocos minutos de formarse este Gobierno ambos anunciaron que cooperarían.
La semana pasada, además de aprobar el presupuesto, el ministro Smotrich también hizo dos declaraciones políticas dignas de mención. La primera se refería a los planes para aumentar en medio millón la población judía de Judea y Samaria y la segunda, junto con otros miembros del Gobierno, consistía en cancelar un importante proyecto quinquenal de inversión para los árabes del este de Jerusalem, iniciado en 2018, que recibió un impulso del anterior Gobierno presidido por Naftali Bennett y Yair Lapid.
El gobierno de Estados Unidos y otros gobiernos extranjeros enviaron inmediatamente protestas por la primera cuestión y Netanyahu anunció que no había ningún plan gubernamental para ese aumento de población. Hubo menos revuelo sobre Jerusalem Este. Sin embargo, no cabe duda de que urge aclarar cuál es la política del Gobierno en estas y otras varias cuestiones.
Todo lo que está mal en el Gobierno y lo que representa
Otra escena que dejó una sensación de disgusto, y que representa otro aspecto de lo que está mal con este Gobierno y el presupuesto que presentó, fue la del ministro de Energía e Infraestructuras, Israel Katz, que representó al Gobierno en el pleno en el curso del debate presupuestario, el martes pasado.
El orador en el estrado era el líder del partido árabe Ra’am, Mansour Abbas, que pronunció un discurso de 30 minutos sobre la mentira de los 53.000 millones de shekels (NIS) que supuestamente le había dado el gobierno anterior para que los distribuyera según su elección. En primer lugar, se trataba de 30.000 millones de NIS en cinco años y todo el dinero estaba destinado a fines específicos, diseñados para revertir la discriminación a largo plazo, no como soborno. En el momento en que Abbas subió al podio, Katz se puso los auriculares en los oídos para no poder oír el discurso de Abbas.
Los ciudadanos árabes de Israel constituyen más del 20% de la población total y lo mínimo que Katz -como representante del gobierno en esta ocasión- tenía el deber de hacer era escuchar lo que Abbas tenía para decir. Teniendo en cuenta algunos de los recientes y embarazosos arrebatos verbales de Katz, si se hubiera molestado en escuchar a Abbas, podría haber aprendido un par de cosas que no sabía.
Por cierto, cuando se formó el gobierno, Yehuda Schlesinger, de Israel Hayom, informó de que el primer ministro Netanyahu había decidido continuar con los pagos de lo que quedaba de los 30.000 millones de NIS destinados a la comunidad árabe por el gobierno anterior. Y en una de las partidas aprobadas en el presupuesto del miércoles por la noche se mencionaban 26.500 millones de NIS sobrantes del plan quinquenal de 2021, que finalizará en 2026. ¿No conocía Katz esta partida del presupuesto?
*: La autora trabajó en el Parlamento israelí durante muchos años como investigadora y publicó numerosos artículos tanto periodísticos como académicos sobre temas de actualidad y política israelí. Su libro más reciente, Israel’s Knesset Members – A Comparative Study of an Undefined Job (Los diputados de la Knesset israelí: estudio comparativo de un empleo indefinido), fue publicado por el verano pasado.