Itongadol (por Lic. Eduardo Alberto Chernizki).- Cuando el Quinto Foro Internacional del Holocausto, efectuado en la ciudad de Jerusalem comienza a ser historia, es conveniente analizar cual puede llegar a ser el impacto que perdurará con el paso del tiempo.
Que más de 40 dirigentes que tienen a su cargo la conducción de sus países se hayan congregado en la ciudad capital del Estado de Israel coincidiendo con la conmemoración del 75º aniversario del día en que el Ejército Rojo ingresó al mayor campo de exterminio erigido por los nazis, Auschwitz-Birkenau, puede intentar explicarse de muchas maneras, pero es innegable que significa un reconocimiento a la relación milenaria que el Am Israel, el pueblo judío, tiene con Jerusalem.
En momentos en que en el mundo recrudece el antisemitismo: que en diversos países de Europa que a un judío se lo identifique como tal puede poner en peligro su integridad física; que se suceden con cierta periodicidad ataques a instituciones judías, con su secuela de muertos y heridos; que en los campus universitarios los planteos “antisionistas” que llevan implícito un ataque a la legitimidad del Estado Judío; que el negacionismo de la Shoá continúa presente y difunde abiertamente su mensaje en las redes sociales; entre otra serie de hechos que sería muy largo de enumerar, es conveniente tener muy presente uno de los conceptos expresados por el presidente israelí, Reuven Rivlin a los dignatarios que participaron en el Quinto Foro Internacional del Holocausto: “Frente al antisemitismo y el racismo, frente a las fuerzas radicales que propagan el caos y la destrucción, el odio y el miedo, debemos ponernos de pie cual una muralla fortificada en honor al hombre, en honor a la humanidad”.
También lo que les manifestó a los participantes del Foro sobre el accionar israelí frente al antisemitismo es un claro mensaje que no deberíamos dejar de tener presente: “El antisemitismo es una enfermedad crónica. Proviene de la derecha y de la izquierda, va mutando a lo largo de la historia. El antisemitismo no ha cambiado, pero nosotros hemos cambiado. El Estado de Israel no es una víctima. Por siempre nos defenderemos por nuestros medios, y como Estado del pueblo judío siempre será garante de las comunidades judías en la diáspora, velará por su paz y seguridad. El Estado de Israel es una parte integral de la comunidad internacional que avanza en pos del desarrollo humano y científico, para el fortalecimiento de los valores democráticos en todo el mundo, para frenar a las fuerzas radicales que siembran el terrorismo, el dolor y la destrucción, que amenazan a todos los ciudadanos del mundo, que creen en la libertad. Así hemos actuado, y así lo seguiremos haciendo”.
Creo que tanto el pedido como el mensaje posterior que transcribimos más arriba no sólo se relacionan, sino que están poniendo muy en claro cuál será la postura del Estado de Israel si el recrudecer del antisemitismo, en todas sus variantes, no es debidamente combatido.
Otro elemento que debemos tener en cuanta cuando analizamos lo ocurrido el pasado 22 y 23 de enero en Jerusalem se relaciona con las posturas de quienes habiendo sido invitados decidieron no asistir, aduciendo que no fueron incluidos entre quienes brindarían su mensaje.
El paso de los años ha generado, en algunos países, la reivindicación de figuras que en defensa de su ideal nacional fueron activos colaboradores de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, normalmente llevada a cabo por partidos políticos que se autodefinen como de derecha o extrema derecha. Esas reivindicaciones no tienen en cuenta que en su momento colaboraron en el proyecto nazi de descalificar primero y eliminar después al pueblo judío, y se suman a los permanentes actos antisemitas y antisionistas que se suceden, donde aparentemente algunos no aprendieron la lección de la Shoá. Algo que muy bien expresó Frank-Walter Steinmeier, el presidente de la República Federal de Alemania, cuando dijo: “Ojalá pudiera decirles que nosotros, los alemanes, hemos aprendido de la historia de una vez por todas. Pero no puedo decirlo cuando el odio se expande. No puedo decirlo cuando se escupe a niños judíos en el patio de una escuela. No puedo decirlo cuando un crudo antisemitismo se oculta detrás de una supuesta crítica a una política israelí. No puedo decirlo cuando sólo una gruesa puerta de madera impide que un terrorista de extrema derecha cause un derramamiento de sangre en una sinagoga en la ciudad de Halle en Yom Kipur. Claro está…nuestra era es distinta. Las palabras no son las mismas. Los perpetradores no son los mismos. Pero es el mismo mal. Y he aquí que permanece sólo una respuesta: ¡Nunca más! ¡ Nie wieder!”.
Para los argentinos que el presidente Alberto Fernández haya participado del Foro no debe subestimarse, pues Argentina es el único país latinoamericano integrante de la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto. Además el Capítulo local que integran los ministerios de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación, de Educación, de Justicia y Derechos Humanos de la Nación junto a organizaciones de la sociedad civil organizaron el acto referido al Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto y han tenido una activa participación en los debates de la Alianza Internacional e implementado temas relacionados con lqa Shoá en las currículas educativas-
Pero también ha sido relevante que al mantener la lógicas reuniones con el primer ministro Benjamin Netanyahu y otros funcionarios gubernamentales unos de los temas considerados han sido el esclarecimiento y castigo a los ejecutores de los atentados a la AMIA y a la DAIA.
Por último, si bien muchos otros hechos y situaciones relacionadas con el Foro dejaron su impronta, culminó este comentario con el hecho que, en lo personal y a la distancia, más me impactó, que la conmemoración del 75º aniversario del día en que el mundo tomo conocimiento de la implementación de la Shoá, comúnmente conocido como Holocausto, no se haya realizado en Auschwitz-Birkenau, ni en ninguna de las ciudades capitales de los países que participaron de la Segunda Guerra Mundial, sino en Jerusalem, la eterna capital del Am Israel.