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Tragedia en el Monte del Templo: El gobierno de Israel debe actuar ya

Por M S
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Itongadol.- (Michael Freund* – The Jerusalem Post) Hace poco más de nueve meses, cuando la coalición gobernante de Israel juró su cargo, fue recibida inmediatamente con recelo y hostilidad por gran parte de la comunidad internacional.

Reacios a aceptar la decisión democrática tomada en las urnas por la mayoría de los israelíes, los detractores del Estado judío no tardaron en calificar al nuevo gobierno como «el más extremista de la historia de Israel», «el más ultraderechista», e incluso lo calificaron de «mesiánico» en sus pretensiones.

Y sin embargo, a pesar de esas caracterizaciones, a la hora de hablar del trato a los judíos que quieren visitar y rendir culto libremente en el Monte del Templo, el lugar más sagrado para el pueblo judío, este gobierno continuó esencialmente con las políticas discriminatorias de sus predecesores.

Por muy de derecha que sea la coalición liderada por Netanyahu en otras cuestiones, su enfoque hacia el Monte del Templo es cualquier cosa menos eso.

Vívidas muestras de los incidentes ocurridos

Esto quedó en evidencia en una serie de incidentes ocurridos en las dos últimas semanas, que abarcaron desde brutalidad policial y mala conducta hasta violaciones de los derechos democráticos y civiles más fundamentales de los ciudadanos israelíes.

En lugar de facilitar el acceso al lugar a los judíos y permitirles comulgar con su creador como mejor les parezca, la policía empleó algunas tácticas de mano dura y totalmente inaceptables.

El 26 de septiembre, por ejemplo, unos policías atacaron a un grupo de peregrinos judíos en el Monte del Templo. Un video del incidente muestra a un guardián de la ley en uniforme apagando su cámara corporal y procediendo a maltratar a un joven israelí, casi tirándolo al suelo. Se escucha también a otro agente gritar repetidamente al grupo: «¡No canten! No canten!», mientras otros intentan quitar los celulares de los visitantes de forma amenazadora.

Los miembros del grupo afirman que los policías también revisaron las galerías de fotos de sus celulares y los obligaron a borrar los videos que habían grabado, presumiblemente para encubrir lo ocurrido.

De más está decir que no hay ninguna ley que diga que los visitantes no pueden cantar o sacar fotos, ni debería haberla.

El episodio fue tan grave que llevó a seis miembros de la Knesset -el Parlamento israelí- de la coalición de gobierno a escribir una carta al ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, conocido defensor del Monte del Templo, pidiéndole que investigara el asunto.

Sin embargo, el abuso no se detuvo de las fuerzas de seguridad no se detuvo ahí.

El pasado domingo, en el primer día intermedio de Sucot -la Fiesta de las Cabañas- la policía israelí intentó impedir que los judíos subieran al Monte del Templo con las tradicionales Cuatro Especies, que son una pieza central de la festividad.

Más de 20 judíos fueron detenidos, arrestados o expulsados del Monte por ondear las Cuatro Especies o por intentar acostarse en el suelo como acto de devoción religiosa.

Si esto hubiera ocurrido en cualquier otro lugar del mundo, se hubiese denunciado con razón como antisemitismo. Sin embargo, por alguna razón, en el lugar más sagrado para el pueblo judío, estos ultrajes son la norma.

Un activista del Monte del Templo me envió un breve video en el que un joven israelí saca discretamente de su ropa un conjunto de las Cuatro Especies antes de sacudirlo rápidamente en todas direcciones para demostrar que Dios está en todas partes.

¿Cómo llegamos a esto? ¿Por qué un judío de la capital del Estado judío se ve obligado a actuar como un ladrón sólo para cumplir la mitzvá (mandamiento) de llevar el lulav al Monte del Templo?

Otros videos grabados el mismo día en la entrada del Monte muestran claramente cómo se hace esperar a los judíos en colas para poder subir, mientras que a los grupos de turistas se les permite la entrada inmediata, en otro acto discriminatorio más.

Esta situación es sencillamente intolerable y no debe permitirse que continúe. Para todos aquellos que profesan preocuparse de verdad por la democracia de Israel, ¿cómo es posible que permanezcan en silencio ante tales abusos de la libertad religiosa?

Sin duda, la situación de los judíos en el Monte del Templo es mucho mejor que hace tan sólo una década. Más judíos pueden visitar el lugar y hay más horas de entrada que en el pasado.

Aunque estos cambios son bienvenidos, están lejos, muy, muy lejos, de ser suficientes. No hay ninguna razón por la que el Monte del Templo, al igual que el Muro Occidental, no deba estar abierto las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Y no hay excusa para que los judíos que quieran rezar en el Monte o celebrar allí las festividades no sean libres de hacerlo.

Sólo porque algunos árabes griten y se quejen no es razón para ceder a sus exigencias antidemocráticas. La responsabilidad del gobierno israelí es garantizar que los ciudadanos puedan ejercer sus derechos fundamentales y defenderlos, incluso frente a una multitud hostil.

La tragedia del Monte del Templo es que los sucesivos gobiernos israelíes permitieron que nuestra soberanía sobre este lugar tan especial se erosionara durante décadas, envalentonando a nuestros enemigos en el proceso.

Si el actual gobierno de Israel quiere realmente encarnar la voluntad del pueblo y promover la causa del destino judío, debe actuar ahora para devolver al Monte del Templo el lugar que le corresponde como punto central del retorno de nuestro pueblo a su propia tierra.

 

*El autor del artículo fue director adjunto de comunicación del primer ministro Benjamín Netanyahu durante su primer mandato.

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