Itongadol.- (Alex Winston – The Jerusalem Post) Es una gran ironía que, mientras los palestinos de la Franja de Gaza siguen muriendo bajo el peso de las decisiones de Hamás y las represalias de Israel, los dirigentes palestinos, aquellos que dicen representar a su pueblo en la escena mundial, aún no hayan pronunciado la única frase que podría empezar a trazar un camino hacia la paz: ‘‘Devuelvan a los rehenes’’.
En una entrevista concedida recientemente al diario saudita Arab News, la ministra de Asuntos Exteriores y Expatriados de la Autoridad Palestina (AP), Varsen Aghabekian, calificó la campaña militar de Israel en Gaza de ‘‘guerra genocida’’, acusando al Estado judío de gozar de ‘‘impunidad’’. Además, hizo referencia a la destrucción de la Franja, a la muerte de civiles y al costo humanitario.
Sin embargo, de lo que no habló fue de la responsabilidad de Hamás. Ni una palabra sobre los 250 rehenes tomados el 7 de octubre, durante la masacre. Ni una sola mención a que la liberación de los 59 cautivos restantes -24 de los cuales se cree que están vivos-, podría propiciar un alto el fuego y salvar miles de vidas.
Aghabekian es fiel a la forma palestina. Siempre son víctimas, nunca los responsables.
Israel, con todos sus defectos y fallos, puso propuestas sobre la mesa. La más reciente ofrecía un alto el fuego de 45 días a cambio de diez rehenes. Hamás, apoyada en silencio y a veces de palabra por funcionarios palestinos como Aghabekian, la rechazó rotundamente.
¿Qué clase de liderazgo es ése que rechaza una vía de alivio, de reconstrucción, de poner fin a la matanza de su propio pueblo?
La canciller de la AP afirmó que ‘‘un alto el fuego duradero implica satisfacer las demandas de ambas partes’’. Pero debe saber muy bien que una de las partes se niega incluso al gesto más básico de humanidad: liberar a civiles inocentes.
En cambio, tacha de ‘‘poco realista’’ la oferta de Israel de abandonar el enclave costero palestino sólo cuando Hamás esté desarmado.
¿Qué es, entonces, realista? ¿Debe el grupo terrorista que desencadenó esta guerra masacrando familias israelíes y tomando rehenes seguir armado y atrincherado en Gaza? ¿Debe Hamás dictar los términos de la paz escondiéndose detrás de mujeres y niños?
Eludiendo la responsabilidad
Peor aún es el papel que desempeña la AP en esta evasión colosal de responsabilidades. Aghabekian aseguró que la AP ‘‘está haciendo sus deberes’’ para preparar la gobernanza en la Franja.
¿Dónde están los deberes en materia de reconciliación política? ¿En exigir responsabilidades a Hamás? ¿En utilizar siquiera una fracción de su plataforma diplomática para exigir la devolución de los rehenes?
Si Aghabekian quiere demostrar que la AP está capacitada para gobernar Gaza en lugar de Hamás, que empiece por exigir la liberación incondicional de los civiles que siguen encarcelados en los túneles en la Franja.
Si la AP, que lleva años enfrentada a Hamás, cree que es la heredera legítima para gobernar Gaza, tiene la oportunidad (y la tuvo durante los 18 meses de guerra) de entablar una mejor relación con Israel, exigir la liberación de los rehenes y agregar otro clavo en el ataúd de Hamás.
En lugar de eso, los dirigentes de la AP repiten las mismas líneas partidistas que el mundo lleva décadas escuchando: la agresión israelí es un genocidio.
Aghabekian afirmó que ‘‘no queremos trasladar lo que está ocurriendo en Gaza a Cisjordania’’, aseverando que los dirigentes están ‘‘centrados en evitar más víctimas civiles’’. Pero ya están muriendo civiles en Gaza, no sólo por la intención israelí, sino porque los órganos de gobierno palestinos se niegan a actuar con responsabilidad.
En lugar de trabajar para salvar vidas, los dirigentes de la AP se centran en grandes conferencias diplomáticas, vendiendo las mismas demandas huecas sobre el derecho internacional y el ‘‘genocidio’’, mostrando cero interés en la solución más práctica e inmediata: liberar a los rehenes.
Nunca hay que olvidar que Hamás desencadenó esta guerra, que sigue reteniendo rehenes y que se esconde entre la población civil. Sin embargo, el comentario de la canciller de la AP no contiene ninguna condena del grupo.
La muerte de civiles es una tragedia, pero lo que es igualmente trágico es la negativa de los dirigentes palestinos a liderar, su negativa a exigir la devolución de los rehenes, su negativa a condenar a Hamás y su negativa a asumir el futuro de su propio pueblo.
Si los diplomáticos palestinos como Aghabekian desean que ser tomados en serio, primero deben reconocer la podredumbre moral y estratégica que Hamás generó al enclave costero y a la causa palestina. Hasta entonces, la AP seguirá siendo un obstáculo para la paz, más que una fuerza para ella.