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The Jerusalem Post | Opinión: Los desafíos a los que se enfrentan los estudiantes judíos en las universidades norteamericanas

Por M S
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Itongadol.- (Maxine Khalfon* – The Jerusalem Post) Como estudiante universitaria, reconozco la importancia de mantener un entorno que fomente la inclusión y la seguridad de todas las personas, independientemente de su raza, religión o sexo.

Sin embargo, este no fue el caso en el campus desde los actos violentos del 7 de octubre, perpetrados en Israel por la organización terrorista Hamás. Mi pueblo -los judíos de Israel y de la diáspora- sufrió ataques selectivos en sus hogares y ahora se enfrenta a amenazas similares en lo que debería ser un espacio que promueva la inclusividad y la seguridad.

El artículo publicado por The Peak, una publicación estudiantil de la Universidad Simon Fraser (Burnaby, Canadá), titulado «See Palestine from children’s eyes» («Mira Palestina con ojos de niño»), es un recordatorio de los retos a los que se enfrentan los estudiantes judíos para sentirse bien acogidos en el campus.

El lenguaje y el tono del artículo son antisemitas, con falsas narrativas sobre el pueblo judío que afectan directamente a estudiantes como yo, no sólo en la Universidad Simon Fraser, sino en escuelas de todo el mundo.

Tiene un enfoque que es fundamentalmente erróneo y profundamente perjudicial por varias razones: Tergiversa los hechos, utiliza un lenguaje antisemita y carece de integridad intelectual y rigor académico.

Este artículo menosprecia la existencia misma de los sobrevivientes del Holocausto y trata de establecer paralelismos entre lo incomparable. El Holocausto fue un genocidio que se saldó con el asesinato de seis millones de judíos.

El genocidio incluyó la creación de guetos, campos de trabajos forzados y campos de exterminio en los que se llevaron a cabo asesinatos en masa utilizando cámaras de gas y otros métodos crueles. El régimen nazi fue orquestado con la intención explícita de erradicar al pueblo judío. 

En el conflicto palestino-israelí intervienen complejos factores geopolíticos, históricos y sociales. Desde el 7 de octubre, la guerra fue contra Hamás, una organización terrorista reconocida que tiene una carta que pide explícitamente la destrucción de Israel y el asesinato de judíos.

Entre afirmaciones infundadas de «bombardeo de alfombra», las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) envían soldados a Gaza para rescatar rehenes: civiles israelíes inocentes, uno de ellos de menos de 9 meses, que siguen retenidos y maltratados por Hamás.

Ni la escala ni la naturaleza del conflicto son comparables al Holocausto, hacerlo es ofensivo para el pueblo judío. Aunque la guerra provocó la desgraciada pérdida de vidas en ambos bandos, Israel no realiza un intento organizado de exterminar a todo un grupo étnico o religioso.

Como actor estatal, Israel sigue las leyes de guerra internacionales y hace todo lo posible por evitar víctimas civiles, como advertir a los gazatíes de que evacúen, anunciando así sus planes a Hamás.

Además, referirse continuamente a mi familia como «entidades coloniales-colonizadores» sin reconocer los lazos históricos y culturales que el pueblo judío tiene con Israel, desprecia a todos los judíos en su conjunto, borrando nuestra propia existencia del mapa como tantos intentaron antes.

El término «entidades coloniales-colonizadoras» se refiere a las poblaciones que establecen su presencia en un territorio desplazando a las poblaciones indígenas, en ocasiones con el apoyo de una potencia colonial. Esto suele implicar que los colonizadores imponen su cultura, gobierno y sistemas económicos, al tiempo que explotan la tierra y los recursos en su beneficio.

Este término no sólo es inexacto, sino extremadamente perjudicial para la nación judía. La conexión judía con la tierra de Israel es antigua, se remonta a más de 3.000 años.

El sionismo moderno, el movimiento por la autodeterminación judía, surgió a finales del siglo XIX como respuesta al antisemitismo y la persecución generalizados en Europa y Rusia.

El sionismo buscaba el restablecimiento de una patria judía. Zach Beauchamp lo describe perfectamente: «Los judíos merecen su Estado del mismo modo que los franceses merecen Francia o los chinos deberían tener China».

Israel es un Estado diverso en el que viven judíos de diversos orígenes, incluidos árabes, drusos, beduinos y otros grupos minoritarios. Los ciudadanos árabes de Israel tienen derecho a votar, a presentarse a las elecciones y a disfrutar de los mismos derechos ante la ley.

El artículo de la publicación estudiantil selecciona información, ignora puntos de vista opuestos y presenta una narrativa sesgada que se ajusta a una agenda ideológica específica.

La desinformación, la retórica antisemita y la distorsión de las realidades históricas y geopolíticas en la publicación estudiantil de The Peaks son engañosas y violan la integridad académica y la honestidad intelectual. Tales publicaciones impiden un entendimiento genuino, promueven la hostilidad y obstaculizan debates significativos.

Como estudiantes, debemos cuestionar las falsedades, hacer frente a la intolerancia y esforzarnos por lograr debates más empáticos y veraces sobre cuestiones tan complejas.

Las publicaciones que refuerzan los estereotipos negativos y restan importancia al sufrimiento histórico del pueblo judío contribuyen a crear un ambiente hostil en el campus. Estos relatos hacen que los estudiantes judíos se sientan incómodos y amenazados.

*Maxine Khalfon es estudiante de la Universidad Metropolitana de Toronto y colaboradora de Allied Voices for Israel y Honest Reporting Canada.

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