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Itongadol.- Imagina por un momento que quieres perder de peso desesperadamente. Has tenido una batalla de por vida con tu cuerpo, has probado cada dieta. El gimnasio al que te anotaste hace 10 años fue un desastre – te sentiste como un pez fuera del agua. Luego de meses de pagar, y solo asistiendo unas pocas veces, abandonaste y volviste a tus malos hábitos. Un día recibes dos postales: un del gimnasio de la vuelta de tu casa ofreciendo un paquete mensual a un precio muy elevado y otro en tu barrio con la promesa de una prueba gratis de una semana. ¿Cuál elegirías?
Cuando terminó Iom Kipur hace poco, yo, como millones de judíos de todo el mundo, fuimos corriendo a la mesa para buscar una rosquilla y salmón ahumado. Sin embargo agarré la revista New York Times con el mismo énfasis para leer este artículo: "Vender entradas para las Altas Fiestas es un dilema para las sinagogas".
Como rabino y judía que fue al shule – colegio judío – propongo fuertemente el valor del judaísmo institucional. Trabajé como asistente de un rabino por cuatro años en la sinagoga conservadora afuera de Los Ángeles con 750 familias. Encontré al trabajo inspirador, desafiante y lleno de significado. Viví el poder de la sinagoga, el valor que puede tener abrazar a las personas durante sus vidas, literalmente desde la cuna a la tumba. En mi vida personal soy una judía de shule. Mi familia y yo somos miembros pagos de una sinagoga y encontramos un valor tremendo al dinero que gastamos – que no es una cifra menor – al pertenecer a la institución. Las sinagogas y el judaísmo institucional dan una gran cantidad de regalos: desde comunidades estables hasta apoyo en tiempos de necesidad y presencia rabínica.
En el artículo del NYT, Amichai Lau Levie dice: "Pago por yoga, pago por terapia, pago por películas, pago por cosas que alimentan mi alma y nutren mi cuerpo". La verdad es que hasta las cuotas de las ofrendas de los servicios religiosos y el programa de un servicio requiere dinero a cambio. Los rabinos dijeron que "si no hay harina entonces no hay Torá". En otras palabras, incluso la Torá necesita dinero para funcionar, crecer y sobrevivir. Sin embargo, esta analogía no trabaja porque no reconoce la valija que las personas llevan a la religión organizada.
La pregunta sobre las cuotas de las membresías versus los gastos de los servicios en la vida religiosa no es nueva. Cada año para esta época, mientras nos acercamos a una temporada llena de Altas Fiestas, nos preguntamos sobre el modelo actual de la vida religiosa judía. El desafío no es solo judío, sino el confrontar todas las religiones organizadas.
La mayoría de las personas hoy en día no ven el valor de unirse a una comunidad religiosa. De hecho, las estadísticas están tambaleando: solo un 35% de los judíos se afilian de un modo organizado. En verdad, sin embargo, no somos un gimnasio que intenta sacar un beneficio. Estamos atrayendo a las personas a una práctica tradicional y espiritual que los ha rechazado completamente o se ha convertido en algo tan extraño para ellos que pagar se siente como volver a la terrible experiencia del gimnasio hace una década.
Queremos que las personas agarren el legado de nuestra tradición, para que tengan un ancla durante tiempos desafiantes y de disfrute. La tendencia no ha sido buena en este frente. La religión no da tales garantías. Las personas no creen que las religiones tengan un valor para la vida desde el comienzo. Para que las personas paguen tenemos que probar nuestro valor. Las personas entran por la puerta del gimnasio gratis. Si su experiencia es positiva, desafiante y valedera, entonces se unirán.
No hemos podido armar comunidades religiosas organizadas que sean así – convincentes, positivas y significativas, particularmente para los jóvenes. Las tasas, el pago y otras formas de membresía no funcionan porque las personas en las bancas no ven el punto. ¿Qué les estamos dando? El viejo modelo podría haber tenido su lugar para algunos pero para la gran mayoría tiene que encontrar otro camino.
Vivimos en un mundo nuevo, el cual demanda un cambio radical del modelo de la construcción de la comunidad. Nuestro trabajo es, sobre todo, crear servicios, clases y programas accesibles, dinámicos, convincentes, modernos y fuertemente enraizados en un rico judaísmo. Para eso necesitamos a veces ofrecer cosas gratis, entonces el acceso es directo y podemos probar que somos fieles a nuestra tradición.
Como rabino que está intentado alcanzar desde una tradición fuerte en modos nuevos y creativos, no creo que cobrarle a la gente las entradas para las Altas Fiestas – u otros tantos servicios, programas y partes de la comunidad judía – haga algo más que apartarlos. Podemos, y deberíamos, ofrecer todos tipos de compromisos a un bajo o ningún costo para atraer a la gente al judaísmo. Cuando alguien recibe una tarjeta gratuita del gimnasio en su correo, abre una puerta para ellos a una vida diferente, una nueva esperanza y posibilidad. Ese es nuestro deber en la comunidad judía. Una vez que pasen la puerta nuestro trabajo es hacer que el mensaje sea tan compenetrante que quieran ser un constructor de Israel.
RabinaElianna Yolkut
Trabaja en todo Nueva York
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