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Nada reemplaza los cuentos del abuelo

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 La revolución tecnológica ha cambiado y sigue cambiando la vida de todos. Pero hay un buen número de mitos que la conciben como más siniestra o más benévola de lo que en realidad es en relación a los chicos, según una investigación publicada en Estados Unidos 

 
Creemos y decimos que “los niños son nativos digitales” y que para ellos el mundo virtual es más real que la realidad misma. No es así. Las conexiones básicas de los chicos son las de siempre y con los padres en primer lugar, dice el estudio. No son las pantallas sus espacios privilegiados: siguen siendo los afectos. Las opciones individuales o de aislamiento tienen más que ver con que a veces no encuentran o no les proponemos alternativas colectivas.
 
No hay que creer que niñez y tecnología han pasado a ser una misma cosa. A los chicos los entusiasma la novedad y después se aburren un poco y ya no les resulta tan atractiva. Algunos se apasionan más y otros menos y en muchos casos eso tiene que ver con que imitan a sus padres o con el contexto en el que viven: la relación está definida por los adultos. No son las máquinas sino las personas las que inciden en la crianza y la manera de relacionarse de los chicos.
 
El estudio sostiene que la tecnología no interfiere en las relaciones de los chicos, se integra a su vida pero no los perjudica necesariamente. Los chicos pueden estar conectados sin por eso desatender sus vínculos con los demás. La tecnología no es todopoderosa. Tampoco un monstruo que los aísla irremediablemente.
 
Y no se trata de repetir que el que no sepa informática tendrá problemas en el futuro dado que es muy difícil conocer los escenarios que enfrentará.
 
La tecnología no resuelve los problemas de los chicos: lo que los ayuda es la educación concreta, que funciona básicamente de manera presencial. Es obvio, nada sustituye hasta ahora a la familia, a los amigos y a la escuela. Esa interacción es más potente y efectiva.
 
Se considera también que los saberes tradicionales se transmiten mejor por vía tecnológica, que las computadoras en las escuelas resuelven los problemas pedagógicos y didácticos. Nada prueba sin embargo que los saberes duros, las ciencias, sean mejor comprendidas por quien utiliza una computadora que por quien no la utiliza. Por el contrario, sigue habiendo una prioridad de la mente por sobre las pantallas.
 
En suma, el estudio nos dice que los chicos son chicos y lo que les pasa tiene que ver con cuestiones bastante más profundas que la tecnología y su impacto.
 
Les gusta jugar solos pero también con otros. Los guían el miedo, el placer, lo nuevo, la seguridad o la inseguridad. Cuando encuentran un papá o una mamá que les lee un cuento, un grupo de amigos con los que jugar o un abuelo o abuela que les transmite historias eso los seduce tanto o más que un iPad.

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