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La comunidad judía de México está muy integrada, es muy participativa y no padece antisemitismo

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Itongadol (Por Lic. Claudio Gustavo Goldman).- La Kehilá de México es mayormente ortodoxa sefaradí y está concentrada casi totalmente en el Distrito Federal y sus alrededores.
“Es una comunidad de comunidades, muy organizada y con una clara división de tareas”, cuya población “es muy participativa y está muy integrada” a la sociedad general, en la cual “un hecho de violencia antisemita sería muy raro”, explicó Daniel Fainstein, rector de la Universidad Hebraica de México D. F., “la única de su tipo en América Latina”, a la Agencia Judía de Noticias (AJN).
También “hay pequeñas comunidades organizadas en Monterrey, Guadalajara, Cancún y Tijuana -algunas tienen rabinos o líderes y se reúnen para Shabat y las festividades-, minicomunidades de estadounidenses que vienen a retirarse a San Miguel Allende o Ajijic porque es más barato y les gusta el clima, y familias dispersas por otras ciudades”, precisó.
Los judíos de la capital se organizaron institucionalmente de acuerdo a su lugar de origen -Alepo, Damasco, sefaradíes, que entre ellas suman el 60 por ciento de la población, o ashkenazíes- y también hay dos comunidades conservadoras, y cada uno tiene su cementerio, sede social y escuela.
Se trata de “una comunidad de clase media a media-alta y altamente educada -el 90 por ciento de los jóvenes son universitarios-, con muchos empresarios, comerciantes y profesionales”, describió el ex director del Vaad Hajinuj argentino.
“Hay mucha energía comunitaria -activa el 90 por ciento de los 40.000 judíos que hay en la ciudad- y densidad institucional: todos los días hay muchísimas actividades culturales, además de ieshivot y colelim para adultos, y es interesante que la mayoría de la dirigencia ronda los 40 años”, destacó.
Más allá de la fuerte vida de cada comunidad, “hay una muy buena relación entre las instituciones y sus dirigentes y se hacen cosas en conjunto, como el acto de Iom Haatzmaut, aunque no participan las comunidades más ortodoxas”, aclaró Fainstein.
“También hay tres instituciones intercomunitarias: el Centro Deportivo Israelita, que es un enorme centro comunitario y club con más de 20.000 socios, que es clave por sus actividades deportivas y culturales, cursos e infraestructura; la Universidad Hebraica, que trabajamos con toda la comunidad, incluidas las ieshivot; y el Comité Central, en el ámbito político, que trabaja en una forma muy organizada y donde están representadas todas las comunidades, sin demasiadas tensiones internas”, añadió.
“Puede haberlas entre los rabinos ortodoxos y conservadores, que casi no tienen contacto” entre ellos, admitió el rector de la Universidad Hebraica.
Por su parte, “hay una gran diversidad religiosa, si bien la mayor parte es formalmente ortodoxa porque los judíos sefaradim no conocieron las corrientes modernas”, puntualizó quien se identifica con el Movimiento Conservador.
A tono con la sociedad general, que es muy practicante del catolicismo, la judía “es una comunidad muy tradicionalista, y por ejemplo, casi toda la gente hace la shivá completa, con los tres servicios diarios”, ilustró.
En este sentido, “la tasa de matrimonios mixtos es muy baja, entre el 5 y el 10 por ciento, porque en México la conversión es muy difícil: la política es muy restrictiva y existe un jérem (prohibición) desde los años ’20, que emularon de la Argentina”, contó Fainstein.
“La comunidad Maguen David, de origen alepino, que es la más grande de México, no acepta conversos desde hace 30 años, al igual que la de Damasco; la ashkenazí solo a los de la ortodoxia y Bet El, solo a los conservadores”, detalló.
El funcionario argentino informó que “hay otra comunidad conservadora más pequeña, Beit Israel, históricamente perteneciente a estadounidenses, cuyos servicios eran en inglés y ahora ya no tanto porque la población cambió demográficamente”.
Asimismo, “en la zona donde vive la población judía hay una impresionante facilidad para la cashrut: en todos los supermercados hay carne y productos locales -hay dos grandes certificadoras- o que llegan de los Estados Unidos”, afirmó.
En lo referente a la acción social, “cada comunidad hace un excelente trabajo de tzedaká, con comités y un enorme activismo”, elogió Fainstein, quien a modo de muestra señaló que “Maguen David tiene al menos 450 activistas que se reúnen una vez al mes en distintos tipos de comisiones, desde Ajnasat Calá, para ayudar a novias que no tienen recursos, hasta para casar a jóvenes, asistencia social o desarrollo y vida religiosa”.
Además, “es una comunidad con un fuerte vínculo con Israel: salvo los alumnos de algunas ieshivot, todos viajan en lo que sería el 2º ó 3er año de la Secundaria, en programas de verano, y también es muy común que al término de sus estudios se vayan por seis meses o un año, a través de Masá u otros proyectos”, completó.

Una educación judía ejemplar

“En México tenemos la tasa de escolaridad judía más alta del mundo: el 90 por ciento, casi 10.000 alumnos desde el Kínder hasta la Secundaria, en 14 colegios, uno de los cuales tiene 1.500”, se vanaglorió el rector de la Universidad Hebraica en diálogo con AJN.
“Las escuelas tienen una gran infraestructura y están todas cerca porque la comunidad está concentrada en dos o tres zonas de la ciudad; hay colegios que pertenecen a las comunidades y otros que son intercomunitarios, como la sefaradí, que tiene muchos chicos ashkenazim”, expresó.
“Ésta es una red educativa que sabe que tiene que mejorar y ser muy buena; hay que entender que hay frontera con los Estados Unidos y muchos jóvenes después van a ir a estudiar allá, así que hay que tener una educación que pueda competir con sus mejores escuelas”, expuso Fainstein.
Por ello, “todas las escuelas están generando procesos de cambio, desde la tecnología hasta los programas judaicos y la excelencia en las ciencias, porque si quieren seguir teniendo tantos alumnos tienen que escuelas que transmitan fuertemente contenidos judaicos y una educación de calidad que les permita a los jóvenes insertarse en el mundo académico y profesional en el futuro”, prosiguió.
En tanto, el rector de la Universidad Hebraica aseguró que la misma “fue creada hace 20 años y les ofrece a 300 alumnos de todos los sectores de la comunidad judía y la sociedad general carreras de licenciatura y maestría en tres áreas: Educación, Bienestar Humano, que tiene que ver con un programa muy exitoso de prevención y tratamiento de adicciones, y Estudios Judaicos; en la maestría hay muchos alumnos no judíos y en Estudios Judaicos, menos”.
“También tenemos un área de Desarrollo Profesional, que da servicios a colegios e instituciones, y un Departamento de Hebreo; todos nuestros profesores tienen doctorado y tenemos un programa de profesores visitantes, particularmente para el área judaica; ello nos posiciona como una institución pequeña, pero con buena imagen y alta calidad académica”, se ufanó.
En este sentido y “como hace dos años, el 26 y 27 de mayo hubo un muy importante congreso internacional de educación judía dirigido a maestros de América Latina, que se llamó ‘El educador y la escuela judía en un mundo cambiante. Transformando vidas, descifrando contextos’, organizado por la Universidad Hebraica, el Vaad Hajinuj y la Agencia Judía, con invitados especiales de Israel, los Estados Unidos, Argentina y otros lugares, y docentes que les dictaron talleres a sus pares, compartiendo experiencias innovadoras”, relató Fainstein.
“También tuvimos un muy interesante programa de liderazgo para 90 directivos de escuelas de entre 40 y 50 años, de muy alto nivel, con una de las veinte mejores escuelas de negocios del mundo”, agregó.

Un país con mucha violencia, pero sin antisemitismo

“El Comité Central tiene una política muy amplia de contactos políticos con todos los gobiernos y sectores para garantizar la integración de la comunidad al país y ha sabido mantener muy bien su prescindencia”, elogió el rector de la Universidad Hebraica en la entrevista con AJN.
“En México hay una ‘Ley Antidiscriminatoria’, la comunidad participa en la Comisión Nacional contra la Discriminación y un hecho de violencia antisemita sería muy raro”, diagnosticó.
“No se lo ve como un problema fuerte, ni hay tradición en este sentido: tenemos un resabio de antisemitismo católico, con ciertos prejuicios en sectores populares -no en la cúpula, por las políticas del Vaticano en los últimos años-; algunos muy pequeños focos antiinmigrantes -muchos menos que en otros países- y un periodista de izquierda que ha sido demandado por su actividad, pero solo ese tipo de fenómenos”, enumeró Fainstein.
En cambio, “hay un grupo muy fuerte, Los Legionarios de Cristo, que tiene numerosas universidades donde hay muchos docentes judíos, y la Universidad Iberoamericana, que es jesuita y por su ubicación atiende a una importante población judía; son muy respetuosos, tenemos una excelente relación e incluso su centro cultural se va a llamar ‘Isaac Rabin’”, sorprendió.
Sin embargo, el docente argentino admitió que “los judíos de México, particularmente los sectores de clase media o media-alta, comparten los problemas y preocupaciones de la sociedad en general: la dinámica económica y laboral del país, a pesar de que tiene una situación estable, y un alto grado de violencia en ciertas zonas de la frontera con los Estados Unidos que tienen que ver con las rutas de distribución de drogas y armas, con 50 ó 60 muertos diarios, mientras que en las grandes ciudades se ve algo de este crimen organizado y de violencia urbana, como secuestros o robos, que está más limitado en los lugares donde vive la clase media”.
“México es una ciudad bastante tranquila respecto del crimen organizado; en cambio, en Monterrey creció el nivel de violencia y eso afecta a la comunidad, si bien no está dirigida contra los judíos”, clarificó.
Si bien “en los últimos años han bajado los secuestros, en una época eran una preocupación muy seria y la comunidad tenía un ámbito muy efectivo que se ocupaba de atender a la gente en esas circunstancias”, recordó Fainstein.

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