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Un grupo Hasidim atacó brutalmente a Abraham HIrschman, de 36 años, padre de seis niños, ayer, lo que terminó con su hospitalización con fracturas y otras heridas serias. Miles de judíos ultra ortodoxos se manifestaron en el barrio luego del ataque y muchos rezaron por la recuperación del hombre herido.
Residentes del barrio Mea She’arim en Jerusalem temen que la violencia que ha surgido entre dos sectores ultra ortodoxos crezca y se quejen de que la policía no los está protegiendo.
El martes por la noche un grupo Hasidim atacó brutalmente a Abraham Hirschman, de 36 años, padre de seis niños, con palos, golpes y patadas. El hombre fue hospitalizado con fracturas y otras heridas serias.
“Dijeron que me iban a asesinar. La policía sabía que estaban planeando el ataque pero no movieron ni un dedo”, le dijo Hirschman al medio israelí Haaretz.
El asalto fue parte de una disputa violenta entre miembros de la gran dinastía hasídica Gerrer y el grupo fanático Sikrikim (nombrado por la secta Sicarii del 70 antes de la era común) en Mea She’arim.
Miles de judíos ultra ortodoxos se manifestaron en el barrio luego del ataque y muchos rezaron por la recuperación del hombre herido. Muchos condenaron a los miembros de Gerrer, pero los periódicos ultra ortodoxos de todas las facciones están ignorando el asunto y algunas figuras ultra ortodoxas han incluso expresado simpatía por los perpetradores más que por la víctima.
Yeshuda Meshi-Zahav, jefe de la organización de respuesta de emergencia Zaka, habló abiertamente de Hirschman y sus colegas. “Deben ser golpeados. Los Sikrikim entienden solo la fuerza. Pueden emplear violencia todo el tiempo y luego derramar lágrimas de cocodrilo”, dijo.
El barrio Batei Warsaw en Mea She’arim fue construido en el período otomano como un hostel para estudiantes de la yeshiva de Polonia. Sus familias recibían apartamentos diminutos por derecho de llaves o una renta barata. La dinastía polaca Gerrer, que siempre ha tenido gente en el comité barrial, ha ganado casi el control total de él en los últimos años y está ahora planeando expandir la zona.
A pesar de que no reconocen el estado ni sus instituciones, los inquilinos de Batei Warsaw, la mayoría de los cuales pertenecen a otras facciones ultra ortodoxas, han lanzado una demanda a la corte para parar la expansión de Gerrer. Se cree que este movimiento ha provocado las recientes hostilidades.
Nadie se sorprendió por el ataque; hace una semana y media unos vándalos pusieron pegamento en la puerta del Rabino David Alter de Gerrer, para evitar que salga en sus rezos por Rosh Hashaná (año nuevo judío). Todos sabían que el grupo buscaba venganza.