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Rabino Sergio Bergman: Comunidad en Judaica. Migrar del adjetivo al verbo

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“Talmud Torá kenegued kulam”, el estudio de la Torá equivale a todo lo demás, es la expresión que sella en la enseñanza rabínica del Talmud, el extenso listado de todas aquellas buenas acciones que no tienen medida y cuyo patrimonio nos queda para el mundo venidero. Talmud Torá no se refiere solo al estudio de un saber, sino al que conduce a una práctica; y a una práctica que se transforma en estudio. Un círculo virtuoso en el que el saber no es información, sino una experiencia de formación que construye el ser con un hacer. Aquí los valores se hacen virtudes, y lo que dice el texto que se estudia solo lo aprendés al verificar qué tiene relevancia cuando deja de ser lo que decís o repetís, y comienza a traducirse en lo que hacés. La acción supera al saber cuando se encarna en virtud.
Nuestra red Judaica nació dándose a luz más allá de las denominaciones que en lugar de nutrirnos nos intoxicaban. Nuestro sentido judío de ser comunidad era reducido en presiones y persecuciones para definir qué adjetivo asumíamos; y nunca basado en un debate serio referido a lo sustantivo.
Vaciados en la sustancia por la repetición o la importación de etiquetas adquiridas en manos de representantes extranjeros, no nos dimos el debate referido a la sustancia. Los maestros fundadores eran traicionados en la repetición mediocre de imitarlos en lugar de continuarnos y recrearlos. Abandonamos la pasión por la sustancia judía, nos peleamos entre nosotros para justificar a qué denominación pertenecíamos. Categorías antiguas o recientes requerían la auditoría externa de las corporaciones, que a modo de franquicias entregaban el adjetivo sin verificar ni interpelar al sustantivo. Corporación de marcas o franquicia de adjetivo eclipsaba la praxis de lo que lo hacia judío. Ya sea por una herencia del legado regalado por los pioneros o los innovadores de las adjetivaciones devenidas en denominación, las denominaciones decían más acerca del vacío que del sentido.
Definir al judaísmo por oposición o por adquisición de una etiqueta calmaba la angustia de no saber qué decir y mucho menos qué proponer en la interpelación referida a su práctica. La coherencia entre el decir y el hacer abría un abismo mientras se cerraba herméticamente el ardor de repetir slogans o enarbolar banderas ya caídas. Secular, laico, ortodoxo, reformista o conservador decían todo de quien venía en denominación, más que lo que se asumía como práctica por existencial, por encima de la retórica política de mirarse el ombligo o de confrontar entre templos y rabinos que entre ideas o argumentos.
La pérdida de sustancia al haber aniquilado el sustantivo ante el adjetivo anuló el verbo. Ser judíos en el hacer para pertenecer como ideología de praxis judía se pervierte en la sociología de una mera pertenencia. Ser parte de un grupo de origen sin poder explicar qué es lo que hago cada día para construir, en el presente, mi futuro judío como destino. La red Judaica se interpeló a sí misma en el sustantivo y asumimos un primer recorrido de rechazar cualquier adjetivo antes de recuperar el verbo. Ser y hacer comunidad en un sinfín de expresiones de prácticas judías, que sin homogeneidad pueden unirse en la diversidad.
Hoy, cuando nos presentamos ante el Libro de la vida para renovar nuestra inscripción de sentido es que nos proponemos un nuevo Talmud Torá de nuestro hacer con el fin de adquirir la categoría kenegued kulam, es decir, una dimensión que englobe y sintetice todas aquellas prácticas concretas que traducen nuestros valores en acciones. Una Torá de vida en mitzvot como así también, nuestra ética en una estética de traducción particular con proyección universal de hacer el bien común dentro y fuera de nuestra propia comunidad.
Sustantivo que sostiene un adjetivo ya que no excluye la importancia de las denominaciones que modulan esa esencia sustantiva, pero que se explican ya no en una teología ni en una diferencia política o sociológica, sino en una coherencia práctica. ¿Qué somos? Lo que hacemos y cómo lo hacemos. Solo seremos el adjetivo si se vincula coherentemente con el sustantivo que encarna la acción. Pudimos y seguimos pudiendo atestiguar la brecha que se hace un abismo cuando el adjetivo dice lo que el sustantivo no hace.
Por eso decidimos construir una red en Judaica en la que el verbo sea nuestra sustancia; y que cada institución, proyecto, programa o referente le otorgue adjetivos diversos que no nos dispersen, sino que nos consoliden en esa riqueza única que la civilización judía ha desarrollado en su devenir milenario. La red no es federación ni denominación, sino articulación. Propone un Talmud Torá, un estudio de quienes sentados en una misma mesa, servimos el texto de nuestros valores para que todos podamos interpretar y sumar nuevas miradas de los antiguos textos ante los nuevos desafíos. No asumimos una única verdad, pero sí la auténtica de quien sostiene una coherencia entre su decir y su hacer en el vínculo respetuoso de que esta verdad no sea impuesta ni violente los derechos y libertades entre todos aquellos que están sostenidos por una misma red.
Creemos que nuestro verbo es el de la construcción. Construir sentido compartido en el que lo sustantivo puede sostener diversos adjetivos sin perder el sentido de estar juntos aunque no pensemos igual. Este Talmud es kenegued kulam, equivalente a todo lo demás, porque no quita validez a la discusión, pero ella no produce un cisma en la práctica de compartir esa común unidad en la que todos nos mantenemos como parte de lo mismo, aun cuando la parte no represente el todo.
Estamos orgullosos de la red que somos. Pero mucho mayor es nuestro desafío en lo pendiente de seguir traduciendo en verbo cómo el sustantivo lidera el ser judío, y el adjetivo acompaña lo que hacemos.
Confiamos en que este patrimonio espiritual de la red lo sea también para el mundo venidero que ansiamos poder celebrar y poder ver. Donde ya no solo nosotros estemos en red, sino la comunidad toda, que aún hoy continúa fragmentada en instituciones que, disgregadas, erosionadas y aisladas, pelean entre sí, en lugar de luchar juntas en la diferencia por una continuidad basada en los valores que nos dan sentido en el verbo. El verbo en el cual este Talmud Torá de una red que nos contenga a todos, sea kenegued kulam, equivalente a todo lo demás que solo se denomina y que pierde lamentablemente su sustancia.
Que seamos contenidos en nuestra red, para celebrar un nuevo año para bien y que nos sostenga para afianzar los lazos en los que podamos afrontar y trascender las dificultades que nos permitan fortalecernos en identidad y continuidad.
Le shaná tová tikatevu vetejatemu.
Rabino Sergio Bergman

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