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El Papa envía una carta a los obispos para explicar el caso Williamson

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En la misiva -sin precedente e impactante por su humildad y por su tono dramático, emotivo y personal-, el Papa se muestra profundamente dolido: reconoce que su gesto desencadenó una "imprevisible" crisis interna en la Iglesia y denuncia la "hostilidad" de la que fue blanco de parte de los católicos mismos.

Golpeado por los duros ataques que recibió por parte de diversos prelados, en su mayoría alemanes y europeos, tras levantarles la excomunión a los obispos lefebvristas -entre ellos Richard Williamson, que negó el Holocausto-, el Papa reconoce errores, pero reivindica su gesto y asegura que no significa en absoluto menospreciar el Concilio Vaticano II.

LA NACION pudo leer el texto de la misiva, de casi cinco carillas, que el Vaticano dará a conocer hoy y que fue anticipado ayer por los diarios italianos Il Foglio e Il Giornale . Ambos coincidieron en destacar que se trata de una movida "humilde" y al mismo tiempo "fuerte" del Papa, que apunta a acallar las polémicas internas que generó su decisión.

El Santo Padre admite que el caso Williamson "suscitó dentro y fuera de la Iglesia una discusión de una vehemencia tal que no se experimentaba desde hacía mucho tiempo".

"Muchos obispos se sintieron perplejos", indica, al subrayar la "avalancha de protestas" que hubo en su contra y que él mismo fue acusado de querer volver atrás con respecto a las enseñanzas del Concilio Vaticano II, algo que niega rotundamente.

"Un accidente para mí imprevisible fue el hecho de que el caso Williamson se superpuso al levantamiento de la excomunión, por lo que el gesto discreto de misericordia hacia cuatro obispos, ordenados válidamente pero no legítimamente (por Marcel Lefebvre), de repente apareció como una negación de la reconciliación entre cristianos y judíos", escribe el Papa.

Benedicto XVI también reconoce que se cometieron errores en el manejo del caso. "Aprendí que en el futuro en la Santa Sede deberemos prestarles más atención" a las noticias que se difunden por Internet, escribe.

"Quedé muy entristecido por el hecho de que también los católicos, que en el fondo podrían haber sabido mejor cómo eran las cosas, pensaron que tenían que golpearme con una hostilidad lista para el ataque", también denuncia el Papa. "Justamente por esto agradezco aún más a los hermanos judíos que han ayudado a despejar rápidamente el malentendido y a restablecer la atmósfera de amistad y confianza", agrega.

El Pontífice, que enfrentó la peor crisis de su pontificado, lamenta que en su momento no se explicara "de modo suficiente" el alcance del levantamiento de las excomuniones. Y aclara que si bien los obispos lefebvristas "fueron liberados del castigo eclesiástico, no ejercen en modo legítimo ningún ministerio en la Iglesia".

Acto seguido, anuncia que la Comisión Ecclesia Dei -que desde 1988 se ocupa de intentar un acercamiento con la Fraternidad San Pío X- pasará a ser manejada por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

En busca de la unidad

La parte más conmovedora de la carta es cuando el Papa se pregunta si su decisión de levantarles la excomunión a los lefebvristas "era realmente una medida necesaria".

"¿No hay cosas más importantes? Claro que hay asuntos más importantes y urgentes", escribe. Pero explica que siempre su prioridad como pastor universal fue "abrir a los hombres el acceso a Dios", la unidad de todos los creyentes y el ecumenismo.

Justifica, así, su intento de reconciliación con los lefebvristas, por más que en los últimos tiempos entre ellos hubo quienes dijeron cosas "desagradables". Y subraya que se dijeron cosas igual de "desagradables" dentro de la misma Iglesia. Pero el objetivo verdadero de su dramática carta al episcopado mundial es uno solo: que vuelva a haber "paz en la Iglesia".

Elisabetta Piqué

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