Así se lo dijeron a Clarín fuentes de la delegación argentina, que admitieron que quizá surja una dificultad: que queden fuera de la lista el ex presidente Alí Hashemi Rafsanjani y el ex canciller Alí Akbar Velayati. Es que Interpol evitaría meterse con funcionarios de tan alto rango. El resto, seis iraníes y un libanés, después de marzo comenzarían a ser buscados con la máxima prioridad en todo el mundo.
Las órdenes de detención fueron libradas por el juez federal Rodolfo Canicoba Corral a pedido de los fiscales Alberto Nisman y Marcelo Martínez Burgos. Pero como fueron objetadas por la delegación iraní de Interpol, debió hacerse una reunión entre ambos países que se llevó a cabo el lunes 22 de enero en la sede del organismo en Lyon, Francia.
Allí fueron los dos fiscales, el secretario Hernán Longo, el embajador Guillermo González y el jefe de Interpol Argentina, Alejandro Di Nizo. Del lado iraní había siete funcionarios, encabezados por un coronel que dirige Interpol en Irán. Además había diplomáticos, abogados (uno de ellos llegó a actuar ante la Corte de La Haya) y supuestos agentes de inteligencia.
El nivel de la delegación iraní dio a los argentinos una pauta de la preocupación que para ellos implica este tema. «Casi como para nosotros lo es hoy el tema de las papeleras», evaluó uno de los argentinos que participó del encuentro.
«La presentación argentina fue muy sólida», dijeron coincidentemente distintas fuentes de la delegación consultadas por Clarín. La misma estuvo a cargo de Nisman y, en tramos, fue escuchada por el secretario general de Interpol, el estadounidense Ronald Noble. Su principal asesor jurídico, el francés Rustell Martá, tomaba nota. Según los argentinos, el rostro de los iraníes crecía en preocupación a medida que se explicaban las sospechas que hay contra sus compatriotas.
La Justicia cree que el atentado fue planificado y ordenado por las máximas autoridades iraníes ocho meses antes que se produjera. ¿La razón? La represalia iraní porque el gobierno de Carlos Menem había anulado unos contratos en provisión de tecnología nuclear firmados por su antecesor, Raúl Alfonsín.
Los iraníes insistieron en desacreditar a la Justicia argentina por los vaivenes de la investigación. Y, al final, amenazaron con ordenar detener a los fiscales si éstos mantienen las capturas requeridas. El jefe de la Interpol iraní recordó que hay una causa abierta contra los fiscales en Teherán por difamación contra la República Islámica de Irán.
Tan preocupante fue el episodio que la Cancillería decidió citar esa misma semana al encargado de Negocios iraní, Mohsen Baharvand, para expresarle formalmente una queja.