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Jerusalém inicia Semana Santa con aumento de los controles de seguridad

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La Semana Santa coincide este año con la Pascua Judía, lo que lleva consigo en Israel un aumento de los controles de seguridad, y con un recrudecimiento de la violencia, que ha causado la muerte de al menos 15 palestinos en los últimos tres días.

En esos tres días, el Ejército israelí ha disparado unos 1.200 proyectiles de artillería contra el norte de la franja de Gaza en respuesta al envío de cohetes por parte de milicianos palestinos a territorio israelí.

A esto se suma la falta de comunicación entre el Gobierno israelí y el de la Autoridad Palestina desde la llegada al poder del grupo islamista Hamás.

No obstante, ninguna de estas circunstancias empañó la procesión del Domingo de Ramos, que fue alegre y multitudinaria.

Más de 10.000 personas recorrieron los cinco kilómetros que separan la iglesia extramuros de Betfagé, donde esta la piedra que Jesús -según una tradición del siglo VII- utilizó para subirse en la borriquita con la que entró en Jerusalén, y el templo de Santa Ana, dentro ya de la ciudad amurallada, donde se dio la bendición final.

Junto a los peregrinos llegados de todo el mundo, las monjas y monjes de distintas congregaciones y los prelados, llamaban sobre todo la atención los niños de centros católicos palestinos.

Durante estas fiestas, las autoridades israelíes permitirán a unos 500 palestinos cristianos entrar y salir de Gaza, donde vive una comunidad de 5.000 fieles.

Hoy por el Monte de los Olivos, que se recorre para llegar hasta los muros de Jerusalén siguiendo el camino de Cristo, numerosos grupos de palestinos con uniforme desfilaron tras banderas que rezaban ‘Scout católicos árabes’, ‘Jóvenes trabajadores cristianos de Jerusalén’ o ‘Colegio del Buen Pastor’.

‘Para nosotros es un día grande por partida doble, por lo que conmemoramos y por haber podido salir de los territorios’, explicaba una joven monitora del colegio del Buen Pastor, cuyos alumnos lucían fajas y mantones escoceses en el uniforme.

Sus compañeros caminaban dando palmas, saltando y cantando en árabe: ‘dejadlo todo y seguidme’.

Para Tomás Fraile, un sacerdote de Cáceres que acompaña a Tierra Santa a un grupo de peregrinos de Denver (Colorado, EEUU), muchos de ellos hispanos, y que vivió en Palestina en 1967, lo más destacado de la procesión era ‘la alegría de los palestinos cristianos’.

‘Ellos -dice- están discriminados por los palestinos, que no los consideran árabes por ser cristianos, y por los judíos’.

Al paso de uno de los scouts palestinos ante casas árabes con mujeres con velo en la puerta, se produjo un altercado entre adolescentes palestinos cristianos y musulmanes, porque un joven de ese último grupo increpó a las chicas cristianas que llevaban pantalones y ropa occidental.

‘Nuestro problema es que somos cristianos -dijo un joven observador palestino- porque Occidente se resiste a vernos como tal’, y una mujer de su misma comunidad le replicó: ‘¿Qué dices? A la hora de la verdad lo que somos es palestinos, nos intentan dividir, pero no lo conseguirán’.

La procesión, por lo demás, fue una muestra de la variedad de iglesias cristianas y el padre Guillermo Marcó, director de prensa del Arzobispado de Buenos Aires, se maravilla de ver la multitud de grupos hablando cada uno a Dios en su idioma.

‘Esto tiene más vida de lo que yo pensaba’, dice el sacerdote argentino, asombrado.

En efecto, a un grupo de católicos de rito oriental vestidos como popes, y que van en silencio, le siguen otro multiétnico y multinacional de latinoamericanos que van cantando ‘Vamos a la casa del Señor’, y otro de franciscanos italianos que entonan apropiadamente: ‘El Señor es la paz que vence la guerra’.

Entre los grupos más numerosos está el de filipinos, pues en Israel hay 30.000 trabajadores de esa nacionalidad, muchos de ellos fervientes católicos, que desfilan tras una bandera celeste y oro.

Cerrando la procesión, desfilan, mucho más solemnes, el custodio franciscano de los Lugares Santos, el patriarca latino y un grupo de caballeros y damas del Santo Sepulcro, ellos con capa blanca, ellas con negra mantilla.

Hace dos años que los peregrinos han empezado a regresar a Tierra Santa tras la segunda Intifada y este año se espera un nuevo aumento de la afluencia.

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