El desempeño de las sedes diplomáticas de la Argentina en los países del Sudeste Asiático afectados por el maremoto fue poco eficiente debido a la falta de recursos, profesionalismo y humanidad de algunos de sus miembros con la excepción del cónsul en Tailandia, Jorge Grau Olivari; de Verónica Quadri, de la Embajada en Malasia, y de Diego Alonso, de la Embajada en Indonesia, que merecen ser destacados.
De la búsqueda de Diego y Bruno sólo hay un gran responsable, el amigo y compañero de trabajo de mi hijo, el ingeniero Sebastián Sucri, a quien no nos alcanzará la vida para demostrarle nuestro agradecimiento y todo lo que lo amamos.
El fue quien los encontró y reconoció e hizo los trámites para los análisis de ADN junto al personal forense de la Embajada de Israel en Tailandia, al frente de la cual está un argentino, Itzhak Shoham, quien siempre estuvo junto a nosotros ya que nuestra Embajada en ese país no tenía recursos para esa identificación.
El milagro de María Carolina se produjo también gracias a la decisión de Sebastián Sucri, ya que inmediatamente después de verla en Krabi, Tailandia, con múltiples infecciones y fiebre de 40° solicitó a nuestra Embajada el inmediato traslado a Singapur en un avión sanitario ya que se encontraba en estado crítico.
La Embajada Argentina en Tailandia volvió a contestar que no tenía recursos y ofreció anotarla en una lista de espera de traslados a Bangkog. En pocas horas y pagando US$ 18.000, Sebastián Sucri consiguió un avión sanitario de rescate, que trasladó a María Carolina. La acompañó la esposa del ingeniero. Hoy podemos decir que mi nuera está fuera de peligro y recibe los cuidados y el cariño de sus amigos, en especial de la doctora Laura.
Sebastián también se ocupó de la repatriación de los cuerpos.
Por otra parte, los pasajes con los cuales pudimos viajar yo, mi esposa y la madre de María Carolina fueron costeados por mi propio dinero. No he pedido ni recibido dinero para el viaje ni del Gobierno nacional ni de ningún gobierno provincial ni de persona alguna. Cualquier otra versión no se ajusta a los hechos.
La empresa Herrenknecht, para la cual trabajaba mi hijo, se hizo cargo de los otros gastos pero lo más importante es el apoyo moral que nos dieron desde su presidente hasta el último de sus empleados. Un ejemplo de humanidad.
N. de la R.Diego y Bruno Talevi fueron víctimas del maremoto que devastó al Sudeste Asiático, el 26 de diciembre de 2004.
Randolfo Talevi. CAPITAL.
Carta de lectores de Clarin