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Lic. Eduardo Alberto Chernizki

¿ESTAMOS ENFERMOS?
Lic. Eduardo Alberto Chernizki

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«…No hay manera de curarse de Auschwitz, nadie se recupera jamás de la enfermedad que es Auschwitz»
Imre Kertéz, «Káddish por el hijo no nacido».

En la última quincena del mes de diciembre ocurrieron ciertos hechos en el marco de la comunidad que yo no llegó a comprender.
LOS HECHOS
El mismo día en que se sesionó la Asamblea de la AMIA, que comenté en la pasada edición, la DAIA emitió un comunicado referido a expresiones del artista plástico León Ferrari y sus dos máximas autoridades se lo entregaron en mano al Cardenal Bergoglio, logrando una trascendencia mediática importante en los medios de prensa.
Este hecho es uno de los que no comprendo, no que se haya emitido el comunicado sino la manera de hacérselo llegar a una de las más representativas autoridades católicas del país.
Según la reacción de algunos estamentos comunitarios, una interpretación posible de lo actuado por la DAIA sería que aprobaba el intento de prohibir la muestra retrospectiva del artista expuesta en el Centro Cultural Recoleta, que el Cardenal Bergoglio había calificado de blasfema y generado repulsa entre ciertos sectores de la Iglesia.
Está lectura, compartida por algunos intelectuales judíos, me lleva a preguntarme: ¿Entra en las funciones de la DAIA intervenir en una disputa de este tipo? Mi capacidad, la de un simple periodista comunitario, no me permitió encontrar una respuesta pese al tiempo transcurrido.
El segundo hecho que no comprendo es la decisión de la Comisión Directiva de la AMIA de realizar un acto el 30 de diciembre a las 19 hs., el último día hábil del año, para tapar por 24 horas la placa que la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires colocó en la plaza seca del edificio de Pasteur 633 como homenaje a las víctimas del atentado a la AMIA. El motivo era expresar el malestar de la comunidad pues los legisladores que la integran sancionaron a la legisladora Marta Anega, quien hace más de seis meces calificó como «judío de mierda» a uno de los empleados del cuerpo legislativo.
La medida, tapar la placa, podría ser una buena muestra del sentimiento de la comunidad pero que sólo fuera por 24 horas hace pensar que lo que se buscó era una trascendencia mediática. El discurso pronunciado en la ocasión por el presidente de la AMIA, licenciado Abraham Kaul, se dividió en dos partes claramente diferenciadas, la primera en criticar la falta de sanción a la legisladora Onega y la esperanza que al reanudarse la sesiones legislativas la efectúen y la segunda plantear que para la AMIA la investigación del atentado no es un tema para nada terminado.
Una importante cantidad de camarógrafos y reporteros gráficos cubrieron el acto y la trascendencia mediática seguramente se hubiera logrado, pero – horas después – la tragedia provocada por el incendio de República Cromagnon modificó el interés de todos lo medios periodísticos masivos.
El tercer hecho que no comprendo es la reacción de la DAIA ante este acto convocado por la AMIA.
La DAIA emitió un comunicado en el cual, luego de explicar que la entidad había estado abocada al tema desde el mismo momento en que tomó estado público y que planteará el caso en la Asamblea Plenaria del Congreso Judío Mundial, afirma «…el Consejo Directivo de la DAIA ha resuelto por unanimidad no convocar ni adherir al acto organizado por la AMIA, ya que el mismo no condice con el curso de acción que se ha establecido».
Qué la DAIA no concordara con el proceder de la AMIA es entendible, pero no lo es emitir un comunicado que a simple vista establece que la comunidad está dividida ante un hecho que ellos mismos consideran sumamente grave.
El no haber emitido opinión y no participado sus autoridades hubiera sido suficiente demostración de su desacuerdo. Pero ¿esa manera de actuar hubiera trascendido a los medios? Seguro que no.
¿ESTAMOS ENFERMOS?
Una explicación de estos hechos, parafraseando a Imre Kertész, podría ser que no hay manera de curarse del efecto del atentado a la AMIA, nadie se recupera jamás de la enfermedad que es el atentado a la AMIA.
A partir del 18 de julio de 1994 cierta dirigencia comunitaria comenzó a preocuparse por la trascendencia mediática de sus acciones y lo que debería ser un medio para alcanzar un fin se transformó en un objetivo.
Quienes se esfuerzan en lograrlo pareciera que no se dan cuenta que en lugar de ayudar a la comunidad a enfrentar unidos hechos como los dichos de Marta Onega o León Ferrari sólo los desprestigian.
El atentado a la AMIA nos afectó a todos: a las familias que perdieron a sus seres queridos, a los sobrevivientes, a la dirigencia que no supo evaluar políticamente lo ocurrido (el resultado del juicio oral es una prueba), a todos los miembros de la comunidad que tuvimos que aceptar que se protegiera las instituciones con pilotes.
Imre Kertész dice una gran verdad con respecto a la Shoá, que no puede ser aplicada al atentado a la AMIA, aunque la deberíamos tomar muy en cuenta para comprender el efecto que produjo en la estructura institucional de la comunidad judía de la Argentina: la existencia de una dirigencia que puede trascender en los medios pero no logra unir a la comunidad.
Quizás si nos planteáramos que estamos enfermos podríamos comenzar a curarnos y evitar hechos como los descriptos, pues nuestra preocupación no sería la trascendencia mediática sino asegurar nuestra continuidad.

Lic. Eduardo Alberto Chernizki
Tomado de Comunidades Nº 366, 12/1/2005

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