Itongadol/AJN.- “Hubo una guerra entre Hamas e Israel y casi ningún país árabe se levantó para apoyar a esa organización, con la excepción de Qatar, que tiene sus cálculos regionales: quiere mirar a la cara a Arabia Saudita y enfrentar a Egipto; ahí hay una estrategia de ajedrez interárabe que nada tiene que ver” con nosotros, aseguró Ygal Palmor (foto) a la Agencia Judía de Noticias (AJN) en su última entrevista antes de finalizar su tarea como vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí.
“Este hecho demuestra hasta qué punto es un fenómeno nocivo y nada representativo de la ‘causa palestina’; muchos gobiernos del mundo, inclusive en América Latina, se confundieron respecto de la violencia radical de un grupo islamista apoyado por Irán y por países con pretensiones islamistas como Qatar y Turquía”, insistió.
El ex funcionario de 54 años subrayó que “el conflicto en Gaza tiene sus raíces en el aislamiento cada vez más grande de Hamas, que contrariamente a lo que uno podía leer en determinados medios de comunicación, no representa la ‘causa palestina’ ni la ‘causa árabe’”.
“Esto queda más claro hoy que antes, y Hamas está tomando en cuenta este aislamiento y entiende que su rol suicida fue muy perjudicial para los habitantes de Gaza, a los que expuso en forma deliberada a una guerra”, recalcó.
De cara al futuro, “estamos dispuestos a hacer llegar ayuda humanitaria sin reservas” a ese enclave, pero “hay que tomar en cuenta que la comunidad internacional hoy en día está apoyando, con consenso en la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y otros países, la posición de desmilitarizar la Franja de Gaza y desarmar a todos los grupos terroristas de esa zona; veremos cómo vamos a construir un mecanismo para conseguir esa meta”, anticipó Palmor.
Por otra parte, “los acontecimientos de la política regional -la ‘Primavera árabe’ y la increíble violencia a la que asistimos en Irán y Siria- hacen que cambie el contexto en forma fundamental y debamos adaptar nuestro mensaje, pero nuestra estrategia es la misma: Israel busca la paz”, enfatizó.
“Ha cambiado la realidad de un mundo más mundializado, que ha vivido y también sobrevivido a una crisis económica sin precedentes, y un Oriente Medio con tensiones que no conocíamos en el pasado; me refiero al islamismo radical y violento que encontramos en Siria, Irak y Libia, a las nuevas tensiones entre Rusia y Europa, a la labor que está desempeñando (Recep) Erdogan, intentando transformar a Turquía en un poder islámico regional… todo esto afecta directamente las relaciones exteriores de Israel, nuestras fronteras, seguridad y economía”, admitió el ex vocero de la Cancillería.
Sin embargo, aun cuando “con Turquía hay tensiones políticas mayores, los intercambios comerciales van aumentando en forma increíble”, diferenció.
En suma, “estamos asistiendo a cambios fundamentales en esta región; nadie sabe cómo será el futuro y tenemos que estar preparados para cualquier cosa”, afirmó Palmor.
Retrospectiva de su carrera diplomática
“Mi papá también era diplomático y a los 8 años nos fuimos a Bélgica, luego a Noruega y regresamos a Israel”, recordó quien ingresó a la Cancillería en 1986, en el Departamento de Norteamérica, sobre quien más adelante se desempañaría en la Argentina y el Uruguay.
“Todavía era el mundo bipolar de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, donde las cosas estaban cambiando rápidamente, y en Israel eran años de gran inflación después de la Guerra del Líbano, de atentados de la OLP, que creó una base en Túnez, y de una política europea conjunta para Oriente Medio, con la Declaración de Venecia”, resumió.
“En el ’87 pasé a Hasbará (Esclarecimiento), cuando estalló la Intifada; luego vinieron los primeros intentos de conversar con palestinos”, en un Israel cuya “política estaba dividida entre Itzjak Shamir y Shimón Peres”, respectivos líderes de Likud y el laborista Avodá, contó Palmor.
“En el ’90 empecé como agregado cultural en España: hicimos un cambio en la embajada y me nombraron responsable de Comunicación y Prensa”, cargo desde el cual “tuve la oportunidad de vivir en directo la Conferencia de Madrid, en el ’91, en el Palacio Real, y (al año siguiente) todas las conmemoraciones del quinto centenario de la expulsión de los judíos y del ‘descubrimiento’ de América, con muchísimos actos y un marco muy interesante para desarrollar actividades nuestras -me tocó organizar la llegada de la delegación israelí y la coordinación con el comité local-, y también la exposición universal de Sevilla”, prosiguió.
“El ’92 fue un año maravilloso, que nos dio bastante trabajo, hasta que volvimos a Israel en el ’94, cuando me incorporé al Departamento de Prensa como titular adjunto”, relató el ex vocero de la Cancillería.
Desafíos de la comunicación del siglo XXI
En estas tres décadas “han cambiado muchas cosas: estamos utilizando las tecnologías de Internet y los medios tradicionales; es decir, el teléfono y encuentros con periodistas y corresponsales”, explicó Palmor.
“Facebook, WhatsApp y Twitter son plataformas que sirven para comunicar, enviar mensajes, hacer comentarios y, sobre todo, crear contacto con periodistas que de otro modo no lo habríamos podido hacer; creo que amplían en forma impresionante el alcance del portavoz que sabe utilizarlas”, aleccionó.
“La comunicación cambia porque cambian las audiencias: de qué estamos hablando, qué queremos decir, qué pretendemos conseguir… no era lo mismo comunicar en los años ’80 que en los ’90 y no era igual comunicar a principios de los 2000 que hoy en día; el mundo cambia tan rápidamente que la diplomacia y la comunicación deben cambiar con él”, sintetizó el ex vocero de la Cancillería israelí, quien fue reemplazado por Emanuel Najshon.
Una mirada al futuro
“Después de un trabajo tan agobiador, voy a tomarme un mes de vacaciones y luego empezaré a trabajar en la Agencia Judía (para Israel), como asesor del presidente, Natan Sharansky”, adelantó Palmor.
Respecto de su nueva función, el ex vocero de la Cancillería israelí reflexionó acerca de que “la judía es una cultura de miles de años y debe adaptarse a esta nueva realidad del mundo de la globalización y buscar su propio camino entre tradicionalismo y modernidad; es importante mantener las raíces, pero no ponerse arcaico y dar la espalda a la innovación y el desarrollo de la civilización para mantener una identidad judía arraigada en su pasado, pero también viviente, fresca, relevante y pertinente”.