Viajé por primera vez al país cuando era niño, junto con mi pequeña hermana y mis padres. Durante nuestra visita al Muro de los Lamentos, vimos rezar a hombres ortodoxos custodiados por jóvenes soldados. Recuerdo una apreciación de mi padre, quien, al ver ese cuadro hermoso, dijo: “El religioso no podría rezar allí si no fuera por la protección que le brinda el soldado. Pero la presencia del soldado no tendría sentido alguno si no estuviera rezando el ortodoxo”. Esta unión entre lo místico y lo moderno, entre la tradición y el pragmatismo, entre lo mundano y lo espiritual, aun con todas las tensiones que genera, dota al estado judío de una singularidad muy especial…
*Analista político internacional, escritor y conferencista