Itongadol.- (Por León Halac) Yahya Sinwar, líder de Hamás, pudo haber diseñado un plan audaz y brutal, destinado a infligir el máximo daño a Israel y, al mismo tiempo, avanzar en sus ambiciones personales y políticas. Este esquema estratégico parece dividirse en dos opciones interconectadas, cuya ejecución dependía de circunstancias tácticas y de una lectura precisa del contexto internacional. Además, este plan se enmarca dentro de un ecosistema global donde actores como la ONU, Estados Unidos y Egipto han tenido roles significativos.
Opción 1: Un ataque coordinado para destruir a Israel
El objetivo inicial sería lanzar un ataque masivo y sorpresivo, caracterizado por una crueldad extrema para generar terror en la población israelí y paralizar su capacidad de respuesta. Este ataque serviría también como catalizador para que actores clave en la región se sumaran a la ofensiva:
Coordinación regional:
• Hezbolá avanzaría desde el norte.
• Militantes de Hamás atacarían el centro de Israel por mar.
• Grupos palestinos en Cisjordania presionarían desde el este.
• Fuerzas sirias e iraníes se sumarían desde el noreste, respaldadas por la infraestructura militar y el armamento proporcionado por Irán.
Ambición personal:
Sinwar no solo buscaría liderar este esfuerzo bélico, sino consolidarse como el máximo dirigente de los territorios conquistados, incluidas Gaza y Cisjordania. Su anticipación al ataque y la falta de coordinación directa con otros actores árabes podrían explicarse como una maniobra para posicionarse como líder supremo en caso de éxito.
Opción 2: Estrategia de desgaste y manipulación internacional
En caso de que las fuerzas israelíes abortaran el ataque, la estrategia pasaría a una opción secundaria diseñada para desestabilizar a Israel y garantizar la supervivencia de Hamás como actor político y militar.
Uso de escudos humanos y rehenes:
• Los combatientes de Hamás se refugiarían en túneles subterráneos, protegidos por civiles que servirían como escudos humanos, multiplicando el número de víctimas.
• La captura de un gran número de rehenes sería clave para limitar la respuesta militar de Israel y aumentar la presión interna sobre el gobierno israelí.
Manipulación mediática y diplomática:
• Las imágenes de mujeres y niños heridos o fallecidos se difundirían ampliamente en medios internacionales, generando una ola de condena contra Israel.
• La Corte Penal Internacional (CPI), la ONU bajo la dirigencia de António Guterres, y la Unión Europea bajo la dirigencia de Josep Borrell presionarían a Israel para limitar su respuesta. Estas instituciones, que actúan en gran parte bajo la influencia ideológica de sus líderes y quienes los promueven, serían claves para amplificar las narrativas de Hamás. El fracaso de la ONU ya quedó demostrado con precedentes como UNIFIL y la desmilitarización prometida en Gaza tras la entrega de soberanía a la Autoridad Palestina en 2005, que derivó en la toma violenta del poder por parte de Hamás.
Penetración ideológica en universidades de EE. UU.:
• Las universidades estadounidenses actuarían como plataformas clave para justificar o relativizar las acciones de Hamás, amplificando narrativas que condenen la respuesta israelí.
• Las movilizaciones estudiantiles y sus mensajes estarían coordinados con un discurso global, aumentando la presión diplomática contra Israel.
El rol de Netanyahu y la cohesión israelí
Ambos planes, meticulosamente diseñados, parecían cerrar con precisión sobre el objetivo final de desestabilizar y eventualmente destruir a Israel. Sin embargo, el liderazgo de Benjamín Netanyahu representó un obstáculo insalvable para los intereses de Sinwar y Hamás:
Acción militar decisiva:
Netanyahu y su gobierno anticiparon las intenciones de Hamás, movilizando una respuesta militar contundente que desarticuló gran parte de los objetivos estratégicos del enemigo. Esta reacción no solo respondió a la magnitud del ataque, sino también al fracaso de garantías internacionales previas, como la entrega de soberanía de Gaza en 2005, que derivó en la violenta toma del poder por parte de Hamás.
Lecciones del pasado:
La experiencia de Netanyahu con compromisos incumplidos y presiones internacionales lo llevó a mantener una postura firme y menos permeable a las demandas externas, contrastando con la posición más flexible de figuras como Gantz o Lapid.
Conclusión: Una estrategia fallida
El plan de Sinwar demuestra un nivel de sofisticación estratégico destinado a explotar tanto las vulnerabilidades militares de Israel como las dinámicas mediáticas, diplomáticas e ideológicas internacionales. Sin embargo, su exceso de ambición, la falta de coordinación regional y el liderazgo firme de Netanyahu frustraron lo que podría haber sido una amenaza existencial para Israel. Este episodio también subraya la necesidad de abordar con firmeza las narrativas sesgadas y la politización de instituciones globales, cuyo rol debería ser garantizar la justicia y la paz, no fomentar desequilibrios geopolíticos.