Itongadol/AJN.- En uno de los salones de la Legislatura porteña se llevó a cabo anoche el acto en el que se declaró a Irene Dab, sobreviviente de la Shoá, “Personalidad Destacada de los Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires” en reconocimiento a “su invalorable aporte a la memoria del Holocausto”.
El acto fue presidido por el legislador Daniel Lipovetzky, quien fue el promotor de la Ley 5147 por la que la Legislatura por unanimidad aprobó este reconocimiento.
Luego de la proyección de un corto video sobre momentos de la vida de la sobreviviente de la Shoá, Lipovetzky manifestó: “Ser designado ‘Personalidad Destacada de los Derechos Humanos’ es un reconocimiento muy importante que esta Legislatura otorga a personas que han demostrado durante su vida un compromiso con la promoción y la defensa de los Derechos Humanos. En la Argentina tenemos muchos sobrevivientes del Holocausto, de la Shoá, pero no todos, por diferentes circunstancias, han tomado la decisión tan fuerte y tan importante de trasmitir lo que vivieron. Y esto es fundamental para la preservación de la memoria de los crímenes tan terribles que ocurrieron durante el nazismo no vuelvan a ocurrir, sobre todo para las generaciones más jóvenes que no vivieron lo que pasó en el siglo XX”.
A continuación, Claudio Avruj, subsecretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural en el Gobierno de la Ciudad, expresó: “La historia de Irene es única como lo es la de cada sobreviviente, porque como bien dice Elie Wiesel en relación a los testimonios, ‘todavía no hemos conseguido abordar este tema. Se queda fuera de todo entendimiento, de toda percepción. Podemos comunicar algunos detalles, algunos fragmentos, pero no la experiencia. Lo que hemos vivido nadie lo conocerá, nadie lo comprenderá’”.
“Por eso y porque la Shoá como un todo es inabordable, cada testimonio, cada experiencia es única, es diferente y es imprescindible poder escucharla o leerla, poder tomarla y dejarla como legado educativo para la generaciones futuras”, agregó.
“Con apenas 5 años de vida, Irene fue una de las 400 mil personas que fueron encerradas en el gueto de Varsovia, como ella bien lo dice, a esa corta edad debió aprender a esconderse, a decir tía a señoras desconocidas, a su propio padre, a fingir una historia. A hacer de su ropero su refugio, a rezarle a un D’s ajeno como salvo conducta”, recordó.
Por su parte, Graciela Nabel de Jinich, coordinadora del programa “Memoria y Legado” de la ciudad de San Juan y ex directora ejecutiva del Museo del Holocausto de Buenos Aires, se refirió a su relación con Dab a partir del momento en que se conocieron, hace más de 20 años, que fue el primer encuentro suyo con esta temática en forma directa: “En esta ocasión quería recordar también su militancia. Militancia en Derechos Humanos, especialmente en Shoá, en el Instituto, en el Museo, con los niños de la Shoá, en Generaciones de la Shoá, porque siempre te dedicaste a contar y a llegar a los jóvenes, a las nuevas generaciones, apostando al legado, apostando a la memoria, y este acto que genera Daniel Lipovetzky es un homenaje a tu militancia, a tu andar, a participar en distintos libros de distintos autores, hasta que tuviste tu propio logro”.
Por otro lado, Gustavo Sakkal, presidente del Museo del Holocausto de Buenos Aires, destacó que Dab “siempre aceptó brindar su testimonio, en especial a los jóvenes”.
Luego de estas palabras, Lipovetzky entregó una copia de la ley 5147 y una plaqueta a Dab, quien le agradeció a los que le otorgaron la distinción y a los presentes.
Finalmente, Dab explicó: “Por qué recordar y por qué contar. Quiso el destino que me tocara vivir en un trágico momento de la historia de la humanidad, que hoy recordamos con el nombre de Holocausto, y también quiso el mismo destino que hoy pueda recordarlo ante ustedes, como lo he hecho en los últimos años frente a variadas audiencias. Lo que trasmito en mis relatos no son simples recuerdos, sino que ellos configuran en mí una presencia permanente e importante que se inserta en todos los actos de mi vida. Es una vivencia haber tenido que soportar la vehemencia, la crueldad, la obstinación de aquellos que quisieron exterminarnos y no dejar rastro de nuestro pueblo sobre la tierra. Es la vivencia de haber sobrellevado y tolerado situaciones límites y haber podido, sin embargo, sobrevivir”.
“Recordar tiene la intención de hacer conocer y entender a la humanidad que todo aquello tan terrible que una vez sucedió, nunca debió haber sucedido y no debería volver a suceder en ningún rincón del planeta. También tenemos que recordar para evitar la pérdida de la información que se produce entre generación y generación, más cuando los recuerdos son tan duros y se van depositando en el terreno del olvido”, concluyó.