Itongadol.- Estamos en el mes de Elul y cada judío siente un despertar de Teshuvá, de retornar a Di-s, reconectarse con Él. Quiere de verdad corregir lo errado. Pasan los días, y los malos hábitos retornan, como si nada hubiese pasado. ¿Por qué la Teshuvá (retorno a Di-s) no perdura?
Rabí Dovber de Lubavitch, el Miteler Rebe, nos explica que la Teshuvá sólo se ocupó superficialmente del problema y no de su raíz. La mayor energía se invirtió en los fenómenos negativos únicamente, y fue poco lo que se ocupó en tratar las razones y su raíz interna.
Esto se asemeja a un terreno que no posee un cerco. Seguramente se arrojarán allí todo tipo de residuos. El propietario del lugar vendrá al lugar cada tanto, expulsará a los intrusos y limpiará los desperdicios. Pero probablemente al día siguiente, la zona volverá a llenarse de basura y de individuos indeseables. Mientras el terreno permanezca sin cerca que lo proteja, el problema regresará. Sólo cuando el dueño se decida a cerrar el lugar, no necesitará venir a limpiarlo.
Lo mismo sucede con el alma de la persona: Existen todo tipo de elementos que la dañan y ensucian. Son los pensamientos, palabras y acciones negativas, de los cuales debemos retornar y arrepentirnos. Pero la razón principal por la cual nuestra alma se convierte en “tierra de nadie” es que está abierta a todo. Cuando no existe el yugo y todo vale.
La verdadera Teshuvá consiste primero, en colocarnos los límites.
¿Y qué significa, después de todo, colocar límites? Colocar portones y cercas alrededor del alma. No todo el que desea entra o sale. Existe lo permitido y también lo prohibido. El alma no es un terreno baldío. Cada elemento debe ser sometido a un profundo análisis intelectual, y una inspección del corazón. Y sólo si es bueno y correcto- podrá ingresar al alma.
La primer condición para una Teshuvá auténtica es: Recibir el Yugo Divino.
Quien reconoce constantemente la autoridad de Di-s puede gobernar sobre todos sus actos y calificar cada una de sus expresiones y pensamientos. Todo está bajo control.
Esta es la verdadera Teshuvá, que arranca de raíz lo negativo. Sólo entonces, estamos en condiciones de arreglar el pasado.