Itongadol/AJN.- Ayer, lunes, en el salón Marechal del Palacio Sarmiento, sede del Ministerio de Educación argentino, se realizó el tradicional acto por el Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas de la Shoá.
En primer término, el subsecretario de Equidad y Calidad Educativa, Gabriel Brener, se refirió a la constitución de la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto, creada en 1998 con el compromiso de abordar la temática desde la educación, la rememoración y la investigación, y de la cual la Argentina es uno de los treinta países miembros -el único latinoamericano-, con un capítulo local que lo integran los ministerios de Educación, Justicia y Relaciones Exteriores, además de entidades de la sociedad civil.
También se refirió a la creación del Fondo Memoria y Holocausto en la Biblioteca Nacional de Maestros, que tiene como objetivo poner a disposición y promover el valor de los libros como resguardo de la memoria colectiva y el vínculo entre generaciones, con el complejo desafío de enseñar acerca de la Shoá.
Posteriormente, David Smith, director del Centro de Información de las Naciones Unidas para Argentina y Uruguay, leyó el mensaje del secretario general de ese, Ban Ki-moon; funcionarios públicos, sobrevivientes de la Shoá y dirigentes comunitarios encendieron un candelabro de seis velas, una por cada millón de judíos asesinados por el nazismo; y se realizó un minuto de silencio en su homenaje.
El presidente de la DAIA, Julio Schlosser, recordó que 192 países votaron afirmativamente en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 2005, la instauración del Día Internacional en Memoria de las Víctimas de la Shoá y que en 1998 la Argentina ingresó a la Alianza Internacional.
“Hoy estamos acá ejercitando la memoria, pero no alcanza: para evitar que la ignominia del siglo XX se vuelva a repetir están la educación y la investigación”, aseguró para quien ello no implica “transmitir contenidos, datos, fechas, etc.”, sino “analizar por qué un régimen como el nazi llegó al poder y el mundo miró para otro lado o por qué un libro que se editó por primera vez en 1925, como Mein Kampf, es ‘best seller’ en Internet”.
El líder comunitario reclamó que la Argentina adecue los contenidos educativos a la interpretación y no solo al relato de hechos, y para ello “la DAIA está dispuesta a trabajar con los tres ministerios que integran el Capítulo Argentino de la Alianza”.
Schlosser subrayó que en ciertos ámbitos todavía se niega la Shoá, y por ello “no existe la posibilidad de ser neutral: la neutralidad favorece al agresor, al que ofende, al que quita las libertades, nunca al ofendido” e instó a “enfrentar este flagelo que es la discriminación”.
Por su parte, Carlos Pisoni, subsecretario de Promoción de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, destacó la necesidad de mantener viva la memoria, ya que “mirando al pasado y recordando a la víctimas” lo que se hace “es mirar hacia el futuro” para evitar que se repitan hechos atroces como la Shoá.
El secretario de Culto, Guillermo Oliveri, sostuvo que “a partir de lo sucedido durante la Shoá, sus historias obligan a seguir trabajando para que en ninguna parte se produzcan hechos que se identifiquen en lo más mínimo con lo sucedido bajo el régimen nazi” y que “rememorarla es una forma de hacer presente la relevancia de no dejar de trabajar en la defensa de los derechos humanos y la presencia de la diversidad en todas sus formas”.
“La trágica historia de la Shoá nos enseña que no debemos bajar la guardia ante la discriminación, la segregación y las creencias de que hay seres humanos mejores o superiores a otros”, agregó.
A su turno, Sara Rus brindó un testimonio sobre lo acontecido en su vida, ya que luego de sobrevivir a la Shoá, junto con su madre, y casarse, llegó a la Argentina con la finalidad de reconstruir su vida, en el marco de lo cual tuvo dos hijos, uno de los cuales fue apresado por la última dictadura militar y nunca más se supo algo de él.
“No puedo creer que existan quienes niegan el Holocausto, donde perdí a casi toda mi familia”, lamentó quien sigue “en la lucha por la memoria y la justicia”.
Finalmente, el ministro de Educación, Alberto Sileoni, aseveró que el motivo de la convocatoria era “saldar los silencios” y se comprometió “a seguir trabajando con las instituciones”, si bien “a veces a la escuela se le pide mucho, o todo”, le respondió a Schlosser.
“La escuela debe ser absolutamente clara respecto a cualquier silencio pedagógico, pero hay silencios familiares y sociales y los términos ‘fascista’ y ‘nazi’ se usan con una asiduidad que hace que pensar”, alertó.
El funcionario consideró que “se debe educar para la vida y el deber de no olvidar” y “nunca trasmitir la idea que Auschwitz fue un accidente”, sino que “cualquier discriminación puede ser la semilla de una masacre”.
“En marzo de 1942, el 75-80% de las víctimas del Holocausto vivía”, pero ello cambió en solo once meses, enfatizó.
“En la Shoá y en todo genocidio hay dos actores muy evidentes, que son los perpetradores y las víctimas, pero hay otros, los que observan”, quienes “pueden ser testigos, pero también cómplices”, todo lo cual “debe ser divulgado en las aulas”, manifestó Sileoni antes de agradecer la donación de libros y otros materiales al Fondo Memoria y Holocausto e invitar a emular ese ejemplo.
También estuvieron presentes el secretario de Educación, Jaime Perczyk; el interventor del Instituo Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el racismo, Pedro Mouratian; el subsecretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Ciudad de Buenos Aires y presidente del Museo de la Shoá, Claudio Avruj; varios miembros del cuerpo diplomático acreditado en la Argentina, como la embajadora del Estado de Israel, Dorit Shavit; numeroso sobrevivientes de la Shoá, entre ellos el titular de la entidad que los nuclea -Sherit Hapleitá-, Francisco Wichter, y su presidente honorario, José Moskovits, David Galante, Eugenia Unger, Moisés Borowicz y Helene Gutkowski; y sus descendientes, encabezados por la titular de Generaciones de la Shoá, Diana Wang.
Entre los dirigentes comunitarios se encontraban Leonardo Jmelnitzky, Pablo Reisman y Mario Sobol, respectivamente titular, vicepresidente 2º y secretario general de la AMIA; Waldo Wolff, David Drukier y Jorge Knoblovits, sendos vices 1º y 3º y secretario general de la DAIA; los titulares de FACCMA, Javier Vainberg, y B’Nai B’Rith, Mario Wilhelm; y el representante de la Organización Sionista Mundial, Lázaro Slepoy.