Itongadol.- El principio del año no es solamente un tema convencional o social o comercial, sino que es nada más y nada menos que día de la creación del hombre conjuntamente con día del juicio del hombre, conjuntamente como día de la aceptación de la soberanía de Hashem como rey del universo.
Lo que quiere decir creación del hombre es que cada año el hombre tiene la capacidad de recrearse a sí mismo, a renacer con una energía divina, espiritual, totalmente renovada. Y eso es a través de que la persona hace un análisis, un juicio, de su propia conducta, superándola, tomando de las fortalezas logradas en el año anterior y avanzando en cumplir la misión que Hashem nos da a cada uno de nosotros a través de cumplir con los mandatos de la Torá en sus detalles. Y a través de que la persona asume la soberanía de Hashem como el amo del universo, eso no limita u oprime o deprime a la persona, sino que todo lo opuesto. Eso le abre el horizonte, le abre el camino, le abre el campo.
Como dijeron nuestros sabios, que el ciervo del rey también es parte de la realeza, el aceptar la soberanía de Hashem eleva a la persona al plano de lo divino, al plano de lo trascendente, al plano de lo que supera el tiempo y espacio, y le da a la persona la fuerza para ser socio de Dios en la construcción de este mundo. Eso es lo que es Rosh Hashaná: tomar la fuerza que viene de arriba para transformar este mundo inferior y convertirlo a través de la mitzvot, a través de la bondad, a través de Torá en un mundo digno, en un mundo de bondad, en un mundo de espiritualidad, en un mundo donde está la presencia de Hashem.
Cada uno de nosotros convierte al mundo en un lugar preparado para recibir al Mashiaj. Un lugar que esté preparado para ser ese mundo perfecto del que hablan los profetas, y que no es una utopía, es una verdad, que, si Dios quiere, está a punto de concretarse, producto de 3300 años y más de acción de los iehudim a partir de Abraham y de 5774 años a partir de la creación del primer hombre, Adam.
Tengamos todos un Rosh Hashaná profundo, de superación, de renovación, donde recibamos todas las bendiciones cada uno individualmente de su familia, su comunidad, su país y el mundo entero, para poder realmente tener el privilegio de poder cumplir con esta misión que tenemos en la vida. Shaná Tová Umetuka.
Rabino Tzvi Grunblatt
Director de Jabad Lubavitch Argentina