Los 117 invitados que comparten la séptima convocatoria del Camp de la Pau se apropiaron ayer del speakers’ corner de la Haima con una representación sobre la importancia del asociacionismo y cooperación entre los niños y jóvenes. En sus alegatos, la palabra paz fue la más pronunciada por los representantes de Palestina, Israel e Irán, el tercer país que completa este difícil puzzle en la vida adulta. «A parte de la presión de los medios –explica Quim Sicilia, responsable del campamento–, la relación entre los chicos de los tres países se está desarrollando sin problemas. Era un reto juntarlos a todos, lo veíamos difícil, pero todo está saliendo muy bien, mucho más fácil de lo previsto».
Jawed, uno de los integrantes de la delegación de Gaza, comenta a Efe: «Para mí, lo más importante del campamento ha sido que los niños palestinos e israelíes nos hicimos amigos desde un principio». Liran, una chica de Tel Aviv, insiste en la misma línea: «Me sorprendió que en sólo dos días ya bailábamos juntos en las fiestas. Éste es un mensaje muy fuerte de que podemos lograrlo, de que podemos estar juntos e incluso alcanzar la paz».
Estos chicos, como los que han participado en las anteriores convocatorias, coinciden en las críticas –la comida se lleva la palma, por una cuestión de gustos–, y también en los elogios. Sona, de Teherán, dice que lo que más le ha gustado es «hacer amigos de todos los rincones del mundo».
Fte L.V.D