La sobreviviente de la Shoá Eugenia Rotsztejn de Unger recibió el lunes, en un emotivo acto en el Salón Dorado “Hipólito Yrigoyen” de la Legislatura porteña, el diploma que la reconoce como “Personalidad Destacada de los Derechos Humanos” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El diputado Cristian Ritondo, vicepresidente primero del organismo, expresó que “es un lujo reconocer a una mujer que habiendo sufrido lo que sufrió, lo usa como enseñanza: pone su vida y su voluntad para los demás”, como por ejemplo “lo que hizo en la Fundación Memoria del Holocausto y el Museo del Holocausto”.
“Ojalá que nadie más pueda contar lo que pasó esta mujer, pero si alguien lo pasó, que tenga la voluntad, la firmeza y la fortaleza de convertir todo eso malo en enseñanzas para los demás”, recomendó al cierre del acto.
Previamente, el diputado Juan Pablo Arenaza, autor del proyecto oportunamente aprobado por el cuerpo legislativo, aseguró que “éste es un homenaje a Eugenia y lo que ella representa: que el amor y el bien pueden triunfar sobre el mal”.
“Eugenia es una persona feliz, que tiene vida, que mira el futuro; con todo lo duro que le ocurrió, irradia felicidad”, reconoció.
“Hitler era humano, y pensar que era un monstruo es sacarnos la responsabilidad que tenemos como humanidad por lo que ocurrió en aquellos años, en una de las sociedades más cultas y sofisticadas de Europa como era Alemania, donde por primera vez el hombre construyó una maquinaria para matar a los demás por pertenecer a otra religión, por pensar diferente, y el Estado se puso a su servicio”, recordó el legislador.
“El nazismo no surgió de un día para el otro, había señales y mucha gente que no quiso o no pudo ver lo que venía ocurriendo, y eso es una señal de alerta para toda la sociedad porque estos procesos que terminan en el horror empiezan a dar señales tempranas”, agregó.
“Cuando conocí a Eugenia consideré que tenía que trascender, y la forma que tenemos en la Legislatura son estos premios, que tienen que ver con la lucha de Eugenia, que no terminó cuando concluyó la guerra, pues allí comenzó otra guerra: contra el hambre, contra el frío, saber qué había pasado con su familia… y a pesar de todo eso pudo crear una familia: tuvo hijos, nietos, bisnietos, y se ve la felicidad que irradia Eugenia”, resaltó Arenaza.
A su turno, Unger afirmó: “En este día me siento una persona afortunada y le agradezco a la gente que me adjudicó esta honorable distinción, tan significativa para mí”.
“Mi vida fue nada fácil, habiendo estado seis interminables años en cautiverio, pensando día a día que me podía tocar salir por las chimeneas” de los hornos crematorios de Auschwitz, admitió.
“Pienso que toda la gente estaba anestesiada, que fue un momento imposible de explicar; el infierno del Dante me suena un poco comparable”, aseveró la homenajeada.
“Siempre tengo en mi mente ese tiempo terrorífico y no sé cómo sobreviví; al principio pensé que era un premio, pero me doy cuenta que fue un castigo ver tanta miseria, tanto dolor, tanta desesperación, tanto sufrimiento”, reflexionó.
“A veces pienso que fue una pesadilla, pero sobreviví, y por eso tengo la misión de hablar por toda esa gente que, por desgracia, no pudio llorar ni gritar” porque “sin memoria no tenemos presente, futuro ni esperanza”, transmitió Unger.
“A los sobrevivientes se nos acerca el momento de partir -unos antes, otros después- y quisiera que ustedes sean las nuevas voces que, a partir de hoy, transmitan nuestra historia, nuestro padecimiento; quisiera vuestro compromiso con nuestra causa y con la lucha contra la discriminación, el racismo y la xenofobia” porque “así sabré que la memoria de seis millones de hermanos -entre ellos, un millón y medio de niños- será honrada por siempre”, solicitó.
“Sola en el mundo no claudiqué y seguí adelante en esta hermosa tierra argentina, que generosamente me recibió: pude trabajar, formar una familia, (pero) no fue una tarea fácil”, finalizó la flamante “Personalidad Destacada de los Derechos Humanos” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quien reclamó que se erija el monumento en memoria de las víctimas de la Shoá, que debe instalarse en la plaza alusiva, pero su concreción lleva meses de demora.
Posteriormente, el nieto de Eugenia Unger, Adrián, y sus amigas Norma D’Ippolito y Marki Porcelini expusieron acerca de sus vivencia junto a la homenajeada.
Entre los presentes se encontraban otros sobrevivientes de la Shoá, el embajador del Estado de Israel en la Argentina, Daniel Gazit, y su esposa, Michelle; la agregada cultura de la embajada de Polonia, Edyta Kwiatkowska-Faryś; los diputados porteños Adriana Montes, Claudio Presman y Daniel Lipovetzky; el titular y el vicepresidente 3º de la DAIA, Aldo Donzis y Alberto Hammerschlag, respectivamente; los presidentes del Keren Kayemet Leisrael Argentina, Adolfo Filarent, y de Generaciones de la Shoá, Diana Wang; el secretario de la Fundación Memoria del Holocausto-Museo de la Shoá, Marcelo Glasman, y los ex presidente y tesorero de la misma David Fleischer y Manuel Kobriniec; los dirigentes Manuel Schvarzman, Beatriz Minond, Liliana Dubrovsky de Kurzrok y Susana Shalom, en representación de la AMIA -el primero-, de la OSA, y de B’nai B’rith Argentina, la última; y el ex ministro del Interior Carlos Corach.
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