Una introducción simple para tratar un tema difícil. El director de la Casa de Ana Frank, Hans Westra, comenta que el diario de la joven judía acercó la guerra a los jóvenes debido simplemente a que Ana era una adolescente común, con los problemas propios de la edad.
Westra aclara que si bien era una adolescente, al mismo tiempo se encontraba en una situación en la que rápidamente se vio obligada a madurar. Al leer su diario se percibe un gran abismo entre lo escrito al principio y al fin de la época en la que tuvo que permanecer escondida. En ese sentido su diario es un testimonio impresionante.
Unos 800 grupos de escuelas primarias y secundarias visitaron el pasado año la Casa de Ana Frank. Los alumnos no sólo vieron cómo vivía Ana y el resto de los habitantes de la buhardilla sino también fueron impulsados a reflexionar: ¿Por qué ocurrió eso? ¿Qué valor tiene la libertad? El museo elaboró un material especial y desarrolló una exposición sobre la libertad de expresión en nuestros días.
Durante la Segunda Guerra Mundial, para escapar a la persecución nazi, Ana y su familia vivieron ocultos en Ámsterdam en un anexo secreto del negocio de su padre Otto. Ese fue su mundo durante 25 meses, en él pasaron las horas y los días, mientras Ana escribía sus vivencias y sus miedos en un cuaderno. Finalmente fueron descubiertos y deportados a un campo de concentración. En marzo de 1945, días antes del fin de la guerra Ana falleció en el campo de Bergen-Belsen.
Westra reconoce que cuando reciben a grupos de estudiantes en la Casa de Ana Frank se trata de escolares de un país con una sociedad sumamente multicultural. Hay grupos de escolares con muchos niños musulmanes o llegados de Surinam o Turquía y de una manera u otra, Ana Frank es alguien con quien todos pueden sentirse identificados. Ana Frank es, en cierto modo, una figura universal.
Para la conmemoración del septuagésimo quinto cumpleaños de Ana, el museo solicitó a los alumnos de las escuelas que escribieran diarios. Unas 100 clases holandesas y extranjeras participaron en el proyecto. Los niños tenían libertad para escribir o dibujar sobre temas como la libertad, ideales, ídolos o ser diferente. Temas de los que habla Ana en su diario.
Los niños holandeses también realizan una visita guiada por la Casa de Ana Frank. Incluso para ellos la historia continúa siendo actual, porque por ejemplo: ¿cómo se llevan con los musulmanes, una cultura que tampoco goza de mucha aceptación y que tiene otras costumbres a las de los holandeses? Un joven musulmán habla sobre el odio. El adolescente cuenta que actualmente casi todo el mundo siente odio. «Es terrible ver cómo la gente siente desagrado por el prójimo. Mi madre usa un velo y muchas personas la miran con asco».
Su compañero de clase no tiene inconvenientes en que las mujeres lleven velo en la cabeza. «Si ellas se sienten bien, por más que nosotros pensemos que no es muy normal, tenemos la obligación de aceptarlo». Sin embargo, otros compañeros no dudan en comentar que les da un poco de miedo, toda esa gente «oscura».
No solamente en Holanda, sino también en el extranjero Ana Frank despierta un enorme interés. Así se desprende de las contribuciones que se envían de diferentes escuelas. Además en estos momentos se están realizando exposiciones en 47 ciudades de todo el mundo, desde Bolivia, hasta Serbia pasando por Italia. El hecho de que Ana Frank siga acaparando la atención en el extranjero no deja de sorprender un poco al director Hans Westra.
Westra: «Llama la atención que Ana Frank no es sólo el símbolo de la persecución judía en la Segunda Guerra Mundial, sino que al mismo tiempo niños de Japón, Argentina, Sudáfrica y Chile, entre otros, reconocen en Ana Frank un alma gemela.
Fte Cidipal