Tuvo que emigrar a Fez y allí fue denunciado como apóstata del islam, religión a la que simuló convertirse para salvar la vida. Entonces se embarcó rumbo a Tierra Santa, donde quería quedarse hasta el fin de sus días. Tierra Santa estaba entonces dominada por los cruzados, tan intolerantes como las tribus musulmanas que acabaron con el pluralismo de España. Tuvo que deambular hasta Egipto.
Lo convirtieron en médico del sultán Saladino y de su corte. Hasta Ricardo Corazón de León reclamó sus servicios. Maimónides era «un sabio de avanzada». Consideraba a la razón y la lógica instrumentos privilegiados para acceder a la verdad. Por eso sus aportes en filosofía, legislación, política y medicina tuvieron tanta influencia. Sus trabajos marcan el inicio del Renacimiento. Y hasta hoy se lo incluye entre los grandes de la humanidad.
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