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Por Alan Dershowitz

«El mundo recompensa el terrorismo»
Por Alan Dershowitz

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«Nadie piensa que tenga sentido un libro ´En defensa de Francia´ o ´El juicio de Canadá´, pero Israel es tratado de una manera tan injusta en todo el mundo, y sobre todo en las universidades de los Estados Unidos, que sentí la necesidad de ponerme mi sombrero de abogado defensor y tratar de dar vuelta la situación sobre los acusadores: mostrar que es hacia ellos donde debería estar apuntando el dedo, por su prejuicio y el doble discurso que manejan respecto de Israel y del resto del mundo», aclaró.
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Así, a lo largo de 250 páginas, Dershowitz imaginó un juicio durísimo en el cual cada una de las acusaciones que circulan se analiza en detalle y se refuta luego con un cuerpo de pruebas apabullante.
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No es que falte una crítica a Israel. Dershowitz, profesor de la clase más popular de Derecho de la Universidad de Harvard, es además un conocido intelectual de centroizquierda, que ha desarrollado intensas campañas en favor de las libertades individuales y los derechos humanos, y ha mantenido públicamente posiciones muy duras, durante años, respecto de la política israelí de asentamientos en el margen occidental y la manera en la que éstos se manejaron, ciertos ataques selectivos contra líderes palestinos e incluso la Guerra del Líbano y las condiciones en las que concluyó.
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«También soy muy crítico de ciertas políticas que toman los Estados Unidos, mi país. Sin embargo, Israel es el único país sobre el cual hay gente que dice, por ejemplo, ´no me gusta la ubicación del muro que están construyendo, por lo tanto Israel no tiene derecho a existir como país´. Esa es la base de los argumentos que más se escuchan. Incluso en diarios inteligentes como The Guardian, en Gran Bretaña, hacen el siguiente tipo de razonamiento: ´no nos gusta una política en particular; por lo tanto, Israel no tiene derecho a existir´, absurdo y non sequitur. Pero también hay mucha gente bien intencionada que repite esas críticas por ignorancia, por lo que me pareció necesario mostrar de manera clara la evidencia de lo que en verdad está ocurriendo».
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-¿Criticar a Israel es antisemita?
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-No. La mayor parte de los israelíes son críticos de su país, muchos judíos en el mundo son críticos de Israel, y uno debería ser crítico de todos los países en el mundo. Siempre que la crítica sea contextualizada, comparativa y justa debe ser alentada, no desalentada. Pero cuando el Estado judío es el único criticado por faltas que son mucho peores en otros países y no se critica lo que ocurre en esos otros países, esa crítica cruza la línea de justa a injusta, de aceptable a antisemita. Como dijo Thomas Friedman, «criticar a Israel no es ser antisemita, y sostenerlo es perverso. Pero tomar solamente a Israel para el oprobio y las sanciones internacionales fuera de toda proporción con los demás países de Medio Oriente es antisemita, y no decirlo es deshonesto». Algunas de las políticas de las Naciones Unidas de esta manera están teñidas de antisemitismo.
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-¿Cómo definiría al antisemitismo?
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-Una definición práctica de antisemitismo es tomar un rasgo o una actitud que está generalizada, si no es universal, y criticar sólo a los judíos por ella. Eso es lo que Hitler y Stalin hicieron y, sin ir más lejos, lo que el presidente de Harvard, A. Lawrence Lowell, hizo en 1920 cuando intentó limitar el número de judíos que eran aceptados en esta universidad argumentando que «los judíos se copian». Cuando un distinguido ex alumno lo objetó aduciendo que los que no son judíos también se copian, Lowell respondió: ?Está cambiando el tema. Yo estoy hablando sobre los judíos´. De la misma manera, cuando a aquellos que sólo critican al estado de Israel se les pregunta por qué no critican además lo que están haciendo los enemigos de Israel, sostienen: ?Está cambiando el tema. Estamos hablando sobre Israel´.
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-Hoy también hay intelectuales muy importantes con críticas feroces?
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-Gente inteligente ha dicho cosas muy estúpidas sobre los judíos por miles de años, no sé de qué nos sorprendemos respecto de que ahora las digan sobre un Estado judío. Nadie quiere unir a India y Paquistán, nadie quiere reunificar Yugoslavia, sin embargo gente inteligente sigue insistiendo en que se arme un solo estado que incluya a Israel y la Autoridad Palestina, que sería un desastre interno tan evidente.
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-¿Por dónde cree usted que pasa la solución al conflicto?
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-La solución de dos estados a los reclamos israelíes y palestinos es inevitable y a la vez deseable. Qué forma precisa debería tener y finalmente tendrá esa solución es algo sujeto, por supuesto, a una considerable disputa, como pusieron en evidencia el fracaso de Camp David, las negociaciones de Taba de 2000-2001 y las disputas alrededor del mapa de ruta de 2003. Pero la realidad es que hay solamente cuatro alternativas para un estado palestino y un estado judío conviviendo lado a lado, y son verdaderamente una peor que la otra.
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-¿Cuáles son?
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-La primera es la solución que demanda Hamas y otros grupos que rechazan el derecho de Israel a existir: básicamente, se trata de la destrucción de Israel y la eliminación total de cualquier tipo de Estado judío en Medio Oriente. La segunda alternativa es la preferida por un grupo pequeño de fundamentalistas judíos y expansionistas: la anexión permanente del margen occidental y la Franja de Gaza, y la expulsión de los tres millones de árabes que viven ahora allí. La tercera alternativa fue en un momento la preferida por los palestinos, pero ya no la aceptan más: es armar algún tipo de federación entre el margen occidental y algún otro Estado árabe como Siria o Jordania. La cuarta, que siempre ha sido el pretexto para convertir a Israel en un Estado palestino de facto, es la creación de un único Estado binacional. Ninguna de estas alternativas es aceptable en la actualidad. Una solución que reconozca el derecho a la autodeterminación de los israelíes tanto como de los palestinos es el único camino razonable hacia la paz, aunque no esté exento de riesgos.
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-La idea de dos Estados también encontró el rechazo de intelectuales como Noam Chomsky y Edward Said. ¿Qué opina de ellos?
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-Chomsky ha dicho literalmente que los dos Estados no le parecen «una buena idea», aunque ha reconocido que puede ser «la mejor de las varias soluciones podridas que están dando vueltas». Chomsky tradicionalmente ha preferido, y aparentemente todavía prefiere, un solo estado binacional federal, basado en los modelos del Líbano y Yugoslavia. Que ambos modelos hayan fracasado miserablemente y terminado en un fratricidio sangriento es algo que ignora Chomsky, para quien la teoría es siempre más importante que la experiencia. En cuanto a Said, se oponía absolutamente a cualquier solución que dejase que Israel siguiese existiendo como un estado judío. Junto con Chomsky, favorecía un Estado binacional secular, una solución elitista y poco práctica que tendría que ser impuesta en ambos lados, ya que virtualmente ningún israelí ni ningún palestino la aceptaría, excepto, algunos, como táctica para acabar con el otro bando.
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-¿Y hay apoyo internacional para implementarla?
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-Sí, la solución de dos Estados al conflicto árabe-palestino-israelí también parece ser el raro punto de consenso en lo que de otra manera parece un dilema inasible. La mayor parte del mundo en la actualidad adhiere a la solución de los dos Estados, incluyendo la vasta mayoría de los norteamericanos. Una substancial mayoría de los israelíes hace tiempo que también ha aceptado este compromiso. Es también la posición oficial de la Autoridad Palestina, así como de los gobiernos de Egipto, Jordania, Arabia Saudita y Marruecos. Sólo los grupos extremistas entre los israelíes y los palestinos, y asimismo los Estados que se oponen a la existencia de un Estado de Israel como Siria, Irán y Libia reclaman que todo el territorio de lo que hoy es Israel, la Franja de Gaza y el margen occidental tengan el control exclusivo de israelíes o palestinos. Por supuesto, los números de las encuestas a favor de una solución de dos estados varía en el tiempo, especialmente acorde a las circunstancias. En tiempos de conflicto violento, más israelíes y más palestinos rechazan el compromiso, pero la gente más razonable se da cuenta de que, sea lo que fuere lo que individuos particulares desean en teoría o incluso reclamen como un derecho divino, la realidad es que ni los israelíes ni los palestinos se van a retirar o aceptar la solución de un estado único.
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-¿Por qué funciona el terrorismo?
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-Porque la comunidad internacional lo recompensa: países como la Argentina no hacen lo suficiente para castigarlo aun cuando atacan en su propio suelo y los principales líderes e instituciones religiosas no lo condenan con la fuerza suficiente. La única solución sería que toda la comunidad internacional se pusiera de acuerdo y se comprometiera a no reconocer ni recompensar nunca, pero nunca jamás, a un grupo que utilice las técnicas terroristas para conseguir sus objetivos. Pero esto es muy difícil que ocurra porque hay varios países en el mundo que se benefician con el terrorismo y otros que, por temor a ser víctimas del terrorismo, transan con él una y otra vez. Francia sería el ejemplo perfecto. Además, en los últimos meses, justamente, los hemos visto otorgar recompensas de dos maneras dramáticas. Primero, cuando aparentemente pudieron cambiar los resultados de las elecciones en España. Segundo, con el repudio internacional hacia la decisión perfectamente legal y moral de atacar a un líder combatiente, Sheikh Yassi, y luego a su sucesor, Rantisi, quienes daban órdenes directas a los terroristas.
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-¿Qué es lo que usted considera que ha hecho tan bien Israel?
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-De todos los países que han enfrentado al terrorismo como amenaza directa a su supervivencia como Estado, ninguno lo ha hecho con un historial más alto de respeto por los derechos humanos y por Estado de Derecho, y con una mayor sensibilidad hacia las víctimas. Desafío a cualquiera a que muestre un país con un mejor historial en esa situación. Ciertamente no los Estados Unidos, que tiraron bombas nucleares en Hiroshima matando cientos de civiles y que pusieron a los japoneses americanos en campos de concentración. Ni que hablar de los horrores cometidos con civiles en Vietnam. Los franceses masacraron a miles de civiles en Argelia, los británicos torturaron a los que consideraban terroristas en Irlanda del Norte, por no hablar de los rusos. Eso no implica que Israel no pueda hacerlo mejor, y es sabido que yo soy uno de los críticos más feroces a varias de sus políticas. Pero respecto del terrorismo, gran parte de las críticas están teñidas de prejuicio y de ignorancia.
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-Finalmente, ¿aceptaría ser el abogado defensor de Arafat?
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-Sinceramente espero poder ser su abogado defensor algún día porque eso implicaría que finalmente fue llevado a juicio y se le imputaron los crímenes. Probablemente perdería el juicio, pero me encantaría ser su abogado defensor.
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Por Juana Libedinsky
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© LA NACION
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El perfil
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Harvard y los libros
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Alan Dershowitz es profesor de Harvard y, probablemente, el abogado más famoso de los Estados Unidos, donde sus libros -ha escrito una veintena- son un notable éxito editorial.
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Mi secreto me condena
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Entre sus clientes figuran desde Mia Farrow hasta Mike Tyson, pero el público argentino lo recordará por el film «Mi secreto me condena», basado en su defensa del caso Von Bulow. El film, ganador de un Oscar, fue interpretado por Glenn Close, Jeremy Irons y Ron Silver (este último en el papel de Dershowitz).
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