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Parece que nuestros líderes saben cómo tomar las correctas, e incluso dolorosas, decisiones. ¿Por qué no implementar las mismas habilidades en las negociaciones de paz y en la nueva agenda social?
Benjamín Netanyahu se merece todo el crédito por la decisión de firmar un acuerdo que asegura la liberación de Gilad Shalit. Como la persona responsable por la lentitud de las negociaciones y la larga estadía del cautiverio del soldado secuestrado, por más de la mitad de su mandato actual, Netanyahu debería ser elogiado por mostrar liderazgo y tomar la correcta, e incluso dolorosa, decisión.
Los riesgos involucrados en este acuerdo son razonables, ya que la suma de los cientos de terroristas liberados a los miles que ya están libres y son capaces de usar el terrorismo contra nosotros no aumenta significativamente la amenaza actual de seguridad. Está claro para todos que la vuelta de Gilad a salvo podría haber sido garantizada solo a través de este acuerdo.
Los comentadores tienden a resumir el logro en pocos títulos: “clara victoria”, “fracaso colosal”, “pérdida de freno”, “eliminatoria” o “cruce de la línea roja”. Estos superlativos son atribuidos a nosotros, a los líderes de Hamas o a la Autoridad Palestina, según la situación.
Pero no hay ganadores ni perdedores. Ambos lados alcanzaron un acuerdo en un estado de agotamiento, y se dieron cuenta que ya no pueden tirar de la soga sin llevar un desastre a su pueblo.
Igual que como Hamas puede sentirse orgulloso sobre su exitoso secuestro de Gilad Shalit y el logro de poder mantenerlo cautivo hasta este día, mientras desarticulaba cualquier posibilidad de rescatarlo en una operación militar, el gobierno israelí puede sentirse orgulloso de su éxito de traerlo a casa luego de negociaciones persistentes, consistentes y enfocadas.
Tan importante es el logro que restaura la fe de cada soldado y su familia en el hecho de que el estado que lo envía en una misión hará todo lo posible para llevarlo a su hogar a salvo.
Por sobre todo demos respetar a la familia de Shalit por liderar una lucha pública y sin cansancio de un modo gentil y contenido. Muchos creyeron que sin una lucha ruidosa o violenta, la familia no vería a su hijo liberado. Pero parece que la ruta delineada por Aviva y Noam Shalit, persistente pero gentil, fue la correcta.
Todo esto no hubiese pasado sin la completa solidaridad y apoyo de todas las capas y sectores del público israelí por la familia y su dolor, y la voluntad de pagar el precio para ver al hijo volver a su pueblo y familia.
Ahora, mientras Shalit alcanza su final feliz y ya no estará en la prioridad de nuestra agenda, deberíamos esperar que estas lecciones sean útiles en otras áreas cruciales en nuestra vida. Una vez más resulta que en momentos de crisis sabemos cómo negociar con nuestros peores enemigos. ¿No podemos hacer lo que hicimos por un soldado por una nación entera?
Parece que el primer ministro y el ministro de defensa saben cómo tomar decisiones correctas, e incluso dolorosas. Entonces, ¿por qué no implementar estas mismas habilidades de liderazgo en romper con el estancamiento diplomático y crear un acuerdo (crucial) entre nosotros y nuestros vecinos?
¿Por qué no implementar estos valores en la creación de una nueva lista de prioridades en nuestros descuidados temas internos? En la agenda social, en educación, salud, bienestar y agenda económica, en solo una parte de la carga pública, y en la correcta división de los recursos naturales por el bienestar de todo el público.
*El brigadier general Giora Inbar, empresario, es el ex comandante de la División del Líbano de la Fuerza de Defensa de Israel.