El puesto de flores aparece todos los viernes antes del Shabat en las esquinas de Kingston, para deleitarnos con la imagen de hombres y niños recién salidos de la mikve (baño ritual) vestidos de impecable negro con sus mejores ropas y sombreros comprando flores para sus hijas, esposas y madres.
La gente es muy amable y solidaria, y a medida que se acerca el Shabat, los preparativos se ven también en la calle, la mayoría carga las bolsas de lo comprado en los negocios y los buenos deseos abundan para los conocidos y para todo aquel nuevo visitante que también los recibe permanentemente, “a gut shabes”.
Los sábados a la mañana las calles de Brooklyn se visten de inmensos talitim (mantos de rezo) de color blanco que lucen padres caminando de la mano de sus hijos camino a la sinagoga, algo que por momentos nos hace pensar que uno se encuentra en las calles de Jerusalem.
Para los recién llegados y desconocidos las invitaciones para compartir la cena sabática se multiplican, varios se disputan la invitación cuando ven a un nuevo visitante en la ceremonia de Shabat en
Todo esto transcurre alrededor del 770 (seven seventy) de Eastern Parkway, la casa central de Jabad Lubavicht.
Si uno se detiene unos minutos, durante la semana los verá a todos, a los que van a
Cientos de hombres mayores y jóvenes con sus tefilim y un tales sobres sus cabezas rezando en
Los shlujim (enviados del Rebe) que llegan, los shlujim que se van, los que rezan dentro de la casa donde vivía el Rebe, el famoso 770 de Eastern Parkway, los que discuten los diferentes libros sagrados en largas mesas de madera, los que estudian solos, los que estudian de a dos, los que rezan y atienden simultáneamente sus celulares, los mayores con su sabiduría y sus largas y canosas barbas, el yiddish que uno lo escucha casi como el idioma oficial. En Brooklyn se habla yiddish dentro de los supermercados, en panaderías y por la calle, todos hasta los más pequeños hablan en yiddish.
Según los que más saben,
Algunos recuerdan las ilustres visitas de Kennedy, del ex presidente de
Brooklyn invita a querer volver, por su vida diaria, por su diversidad en las calles, por la calidez de su gente, por sus lugares para conocer y por la experiencia única de estar en el 770 de Eastern Parkway.
M.D.