Hoy, sesenta y cinco años más tarde, el mundo conmemora una fecha establecida por las Naciones Unidas como el Día Internacional de Recordación del Holocausto. Es entonces bueno preguntarnos cuáles pueden ser algunos de los significados de este recuerdo y esta memoria.
La memoria tiene por un lado el valor de rendir un homenaje a quienes fueron masacrados por una maquinaria de muerte sin precedentes, pero también debe ser un punto de anclaje para confrontar las nuevas manifestaciones del odio y la intolerancia.
La tendencia más pronunciada del discurso antisemita actual no proviene necesariamente de la reivindicación del nazismo o de la negación del Holocausto, sino de la reedición de teorías conspirativas enarboladas por grupos radicalizados tanto religiosos como seculares, pero que encuentran en el discurso de odio contra los judíos un punto de confluencia y una herramienta para el desarrollo de acciones que no eluden la violencia. Recordemos cómo en las manifestaciones que tuvieron lugar hace un año en la ciudad de Buenos Aires, utilizando el pretexto de la guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamas, pudimos escuchar discursos de grupos de izquierda que identificaban a los judíos como “ratas”, de manera idéntica a como lo hacían los nazis en sus películas de propaganda como “El judío eterno”.
Y si bien la reivindicación del nazismo puede no ser el eje más pronunciado del discurso antisemita actual, no deja de estar presente: tengamos en cuenta, sin ir más lejos, las inscripciones glorificando a Hitler en el cementerio de San Luis, hace apenas un mes.
Durante la última edición del Foro Global contra el Antisemitismo (Jerusalem, diciembre de 2009), el profesor Yehuda Bauer, quizás el académico más relevante acerca del nazismo, recordó que “35 millones de personas perdieron la vida en Europa durante la época nazi debido al antisemitismo; 29 millones de esas personas no eran judías; este dato por sí sólo debería convencer acerca de la importancia de la lucha contra el flagelo antisemita. Empieza con los judíos, termina con todo el mundo”.
Tenemos una responsabilidad no sólo con la memoria de nuestros hermanos y hermanas asesinados por los nazis, no sólo con nosotros mismos y las sociedades en las que vivimos, sino también con las futuras generaciones. No debemos eludirla, y tenemos la obligación de promover una amplia coalición en defensa de los valores más sagrados de la dignidad humana.
Sergio Widder
Director para América Latina
Centro Simon Wiesenthal