HUGO MEDINA. SERVICIO ESPECIAL JERUSALÉN.
Su voz suena cristalina, alegre y feliz a través del teléfono móvil. Amos Oz se muestra jovial y no oculta su enorme satisfacción por el prestigioso galardón que ha recibido unos minutos antes y de cuya concesión la casualidad ha querido que se entere a través de ABC. El escritor ha empleado las primeras horas de la mañana en ultimar los preparativos para un viaje a Londres, a donde vuela por la tarde desde Tel Aviv.
Amos Oz vive en Arad, en una casa unifamiliar con jardín y con las paredes repletas de libros. Arad es una pequeña población del desierto del Neguev donde se estableció hace algunos años. La localidad se halla cerca de Bersheba, la universidad israelí más progresista, donde enseñan algunos de los profesores más polémicos del país, y donde él también enseña literatura. Entrevistamos a Amos Oz por teléfono móvil mientras el escritor, acompañado de su esposa, viaja desde Arad al aeropuerto David Ben Gurion para tomar el avión con destino a Londres.
Amos Oz es un escritor de fama mundial, cuyas novelas y ensayos autobiográficos se han traducido a decenas de lenguas y que destaca brillantemente entre el puñado de escritores israelíes que se han abierto un hueco en el mercado internacional.
-¿Cuál es su primera reacción al premio Príncipe de Asturias de las Letras?
-Estoy muy agradecido al jurado porque me consta que el premio Príncipe de Asturias es muy prestigioso. Para mí es un gran honor que me lo hayan concedido y quiero agradecérselo a los miembros del jurado.
-¿Cómo definiría el conjunto de su extensa obra?
-Si tuviera que definir mi literatura con una sola palabra, diría que toda mi obra gira en torno a las «familias». Si tuviera que definirla con dos palabras, diría que mi obra gira en torno a «familias infelices». Pero el lector que desee obtener una definición más completa de mi obra tendrá que leerla y extraer sus propias conclusiones.
-Su experiencia vital ha sido muy compleja, con momentos de extrema felicidad y de extrema tristeza, que ha recogido detalladamente en su obra autobiográfica. ¿Qué significa la vida para usted?
-Para mí la vida es alegría. He disfrutado de cada minuto de mi vida y me he esforzado para ello. Es cierto que la vida tiene momentos tristes. Mi madre se quitó la vida cuando yo era muy joven, pero para mí la vida es alegría incluso en los momentos de máxima pena y dolor.
-¿Qué proyectos tiene ahora entre manos?
-Estoy trabajando en una nueva novela que se desarrolla en Israel. Toda mi obra está situada en Israel, aunque esto no quiere decir que los temas sean específicamente israelíes, pues también hay temas universales.
-¿Cómo es su relación con Israel?
-Amo a Israel en todos los momentos de mi vida, incluso cuando no soporto esta sociedad. Puede decirse que cuando no soporto esta sociedad, la amo más. La sociedad israelí es una sociedad atormentada, pero yo creo firmemente que desea la paz. El futuro de Israel dependerá de que consiga la paz, no sólo con los palestinos, sino con todos los países árabes de la zona.
-¿Qué opinión le merecen sus conciudadanos israelíes?
-La sociedad israelí está muy dividida. En este país hay siete millones y medio de primeros ministros, siete millones y medio de profetas y siete millones y medio de mesías, y cada cuál está convencido de tener una solución para todos los problemas.
-¿Y cuál es su opinión para resolver el conflicto?
-La solución del conflicto la conoce todo el mundo: es necesario alcanzar un compromiso que permita la convivencia de dos estados.
-¿Qué espera de los lectores que tiene por todo el mundo?
-De mis lectores espero que me lean y que luego cada cuál llegue a sus conclusiones. La lectura por parte de los lectores es lo que da significado a la vida de un escritor.
ABC
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