Burns, en una prolongada gira por Oriente Medio, llegará a Jerusalén desde el Líbano después de mantener conversaciones hoy en Damasco con el presidente sirio, Bashar al-Asad, y esta tarde en Beirut.
El plan estadounidense, cuyos principios anunció Bush el pasado 24 de junio, cuando llamó a los palestinos a «cambiar sus líderes» en alusión al presidente Yaser Arafat, prevé para el año próximo el establecimiento de un estado provisional en Cisjordania y Gaza cuyas fronteras definitivas tendrían que negociar las dos partes hasta el año 2005 como parte integral de un tratado general de paz.
Se supone que los ministros de la derecha en el Gobierno de unidad nacional, los principales abogados de los asentamientos judíos, rechazarán de plano la propuesta de Bush.
Según lo trascendido a la prensa, el de Washington coincide con el plan de paz aprobado hace unos meses por el Cuarteto de Madrid -del que forma parte precisamente EEUU junto con la Unión Europea (UE), la ONU y Rusia-, y en su primera etapa Israel tendría que cesar sus operaciones militares, la demolición de viviendas y las expropiaciones en un lapso de dos meses en Cisjordania y Gaza.
Estos últimos territorios, ocupados por Israel en la guerra de 1967, son los reivindicados por los palestinos alzados desde hace más de dos años para poder crear un Estado soberano.
Al tiempo, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y sus organismos de seguridad tendrían que frenar los ataques de la resistencia palestina contra objetivos de Israel.
Asimismo, la ANP debería someterse a una serie de reformas políticas, entre las cuales el plan norteamericano propone la designación de un primer ministro a cargo del poder ejecutivo, lo que dejaría al histórico Arafat en una función «simbólica».
También propone EEUU la reestructuración de los organismos de seguridad de la ANP bajo supervisión internacional y a las órdenes del dirigente palestino escogido para encabezar el poder ejecutivo.
Burns se encontrará durante su estancia en este país con una delegación de ministros de la ANP «designados» por Arafat, pero no con el presidente palestino, elegido en los comicios de 1996.
Israel debería detener la expansión de la construcción en los asentamientos judíos y retirar sus tropas de las zonas palestinas autónomas invadidas hasta la línea en la que se encontraban al desencadenarse la «intifada» palestina, el 28 de setiembre del 2000.
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