El presidente de la Cámara de Casación Penal, Alfredo Bisordi, sobre quien pesa un pedido de juicio político realizado por familiares de desaparecidos, ya había sido objeto de una solicitud similar en 1999 realizada por la DAIA, por un fallo que benefició a un grupo de skinheads.
La presentación ante el Consejo de la Magistratura en relación con el caso, había sido efectuada por la DAIA y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
La acción estuvo motivada por una resolución mediante la que la Sala I, integrada por Bisordi, argumentaba a favor de un fallo de este mismo tribunal, que había revisado la sentencia aplicada a tres ’cabezas rapadas’ por haber atacado a Claudio Salgueiro en 1995, mientras gritaban consignas antisemitas.
«La DAIA había iniciado una acción de juicio político contra algunos miembros de Casación por una sentencia en las que se sostenía que la expresión ’judío de mierda’ no era una expresión hostil contra los judíos sino un ’grito de guerra’ utilizado comúnmente por estos grupos», recordó Jorge Kirszenbaum.
Kirzenbaum, ex presidente de la DAIA y por entonces a cargo del departamento jurídico, explicó a Télam que «entendimos que era inaceptable, ética y jurídicamente, uno de los argumentos del fallo que revocó la sentencia».
La resolución cuestionada por la DAIA, había sido adoptada por Cámara de Casación seis meses después de que el Tribunal Oral Federal No 3 condenara a cuatro años de prisión a los skinheads, en abril de 1998.
La Cámara anuló entonces esa sentencia y liberó a los acusados, por considerar que el «odio racial» nunca había sido suficientemente probado y las consignas racistas sino apenas «una payasada».
Kirszebaum indicó además que se trata del único caso en la historia reciente de la AMIA, en que esa entidad formalizó un pedido de juicio político contra un grupo de magistrados. El pedido efectuado entonces por la institución no prosperó pero la Corte Suprema de Justicia ordenó que se llevara a cabo un nuevo juicio que, a fines de 2001, condenó a los tres skinheads a prisión.
La labor de Bisordi ya había sido cuestionada por las organizaciones judías cuando, desempeñándose como primer instructor de la causa por el atentado a la Embajada de Israel, habría sido uno de los alimentó la versión de que lo que habría detonado era un arsenal oculto en la delegación diplomática.