La Comisión de la Santa Sede para las relaciones con el Judaísmo y el Gran Rabinato de Israel sostuvieron un encuentro del 11 al 13 de marzo pasado en Jerusalén, luego del cual emitieron un comunicado conjunto en el que recordaron que el «Estado no debe limitar nunca la libertad religiosa» sino antes promoverla y defenderla.
En el texto, recordaron también la necesidad de evitar «el uso impropio de las religiones» y «educar en el respeto de la diversidad» porque son bases sobre las que se construye establemente la paz.
«La idea del relativismo moral es antiética para la visión religiosa del mundo y se constituye en una serie amenaza para la humanidad», se lee en un pasaje del comunicado.
El texto también precisa que «mientras que por principio el Estado no debería limitar nunca la libertad religiosa de los individuos y de las comunidades ni en la esfera de la conciencia moral», tiene la «responsabilidad de garantizar el bienestar y la seguridad de la sociedad».
«Está obligado en consecuencia a intervenir cada vez que exista una amenaza de violencia, ensañamiento, promoción o ejercicio de la violencia, en particular del terrorismo y de la manipulación psicológica en nombre de la religión», añade.
Para «una sociedad con una identidad religiosa predominante» es entonces «legítimo» conservar este carácter porque esto, explica el comunicado, «no limita la libertad de las minorías y de los individuos para profesar su religiosidad, y tampoco limita la integridad de sus derechos civiles y su status de ciudadanos, individuos y comunidades».
Así, concluye el documento, esta característica «obliga a todos a salvaguardar la integridad y la dignidad de los lugares santos de culto y los cementerios de todas las comunidades religiosas».