Una oleada de indignación en Egipto en torno a las acusaciones de que soldados israelíes mataron a prisioneros de guerra egipcios hace 40 años es la dificultad más reciente en las relaciones entre los dos aliados.
Pero al igual que muchos brotes similares de desavenencias en el pasado, éste no da indicios de que desbaratará el tenso pero firme acuerdo de paz de casi 30 años de duración, que ha sido mantenido intacto por miles de millones de dólares en ayuda estadounidense
y un interés compartido por conservar la estabilidad.
La paz entre ambos países llegó en 1978, concluyendo así una situación de guerra permanente que se extendió durante tres décadas e incluyó cuatro conflictos de gran envergadura. Actualmente disfrutan de relaciones entre sus instituciones de seguridad de alto nivel, y Egipto desempeña un papel mediador importante entre Israel y los palestinos. Sin embargo, el acuerdo de paz sigue siendo muy impopular entre muchos egipcios.
«Cada cierto número de meses hay una oleada como esta, que usualmente proviene de interpretaciones absurdas e histéricas de cosas que dijo o hizo Israel», dijo Eli Shaked, que fungió como embajador israelí ante Egipto en el 2003 y el 2004.
Los expertos dicen que esos brotes de tensión son azuzados por intelectuales e islamistas opuestos ideológicamente a las relaciones de Egipto con el estado judío.
El brote más reciente de enojo fue desatado por un documental israelí sobre una unidad militar de elite que combatió en la Guerra de los Seis Días, en 1967. De acuerdo con informes de prensa en Egipto, el filme muestra que, al concluir la guerra, soldados de la unidad mataron a prisioneros de guerra egipcios desarmados, una acusación similar a otros cargos hechos en el pasado.
El director del documental, Ran Ederlist, se apresuró a indicar que su película no hace una afirmación así, sino que versa sobre una batalla entre soldados israelíes y combatientes palestinos bien armados y bajo comando egipcio. Algunos soldados que sirvieron en esa unidad negaron las acusaciones enfáticamente.
Pero ello no logró acallar las críticas.
El canciller egipcio exigió una investigación, y Binyamin Ben-Eliezer, ministro israelí de infraestructura y ex comandante de la unidad, tuvo que posponer una visita a El Cairo.
En una tormentosa sesión en el parlamento efectuada recientemente, una mayoría de legisladores egipcios le pidieron al gobierno que retire a su embajador de Tel Aviv e interponga cargos contra Israel por cometer crímenes de guerra. El legislador nacionalista Mustafá Bakri pidió «masacrar» al embajador israelí si alguna vez llega a pisar el parlamento.
En la misma sesión, Mustafá al-Fiqi, que encabeza el comité del parlamento para Asuntos Arabes, dijo: «La paz con Israel es temporal, y cualquiera que piense de otra forma está equivocado».
El embajador de Israel en Egipto, Shalom Cohen, se reunió el miércoles con autoridades egipcias en El Cairo, y les dijo que las acusaciones son «totalmente infundadas», de acuerdo con un comunicado difundido por la embajada israelí. Indicó que Israel dará una copia del documental a diplomáticos egipcios en Tel Aviv.
Cuando el primer ministro israelí Menachem Begin y el presidente egipcio Anwar Sadat alcanzaron su histórico acuerdo de paz en 1979, Egipto recuperó la península del Sinaí, que Israel había capturado en 1967, y también obtuvo apoyo y dinero estadounidense. Desde esa época, El Cairo ha recibido 60.000 millones de dólares, cruciales para su economía.
Gracias a la participación estadounidense y a un interés mutuo en conservar la estabilidad, no ha habido otra guerra entre Israel y Egipto. Pero las relaciones entre ambas naciones siguen siendo frías, con ocasionales brotes de tensión como el actual.
En 1997, Egipto declaró culpable de espionaje a un druso israelí, sentenciándolo a 15 años de cárcel. Fue liberado en el 2004. Hace dos meses, un ciudadano egipcio fue arrestado bajo cargos similares. Confesó su culpabilidad, pero luego denunció que fue sometido a torturas para que se declarara culpable.
El ex embajador Shaked dijo que durante el tiempo que él estuvo en El Cairo, Israel fue acusado de haber orquestado los atentados terroristas contra sitios turísticos del Sinaí y de infectar con sida a mujeres egipcias.
Se le negó cualquier oportunidad de presentar la posición israelí en la televisión y radio egipcias. «Simplemente no querían escuchar», señaló.
«Nos ven como un monstruo, porque eso es lo que el civil egipcio ve en los periódicos», agregó.
Pero Abdel-Moneim Said, director del Centro Al Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos en El Cairo, dijo que él no ve que los civiles egipcios expresen su enojo en torno al presunto homicidio de los prisioneros de guerra. «No veo manifestaciones en las calles», indicó.
Los que atacan a Israel, dijo, son «los mismos que durante las pasadas décadas han estado exigiendo cancelar el tratado de paz y el retiro del embajador egipcio en Tel Aviv».
Mordechai Kedar, experto en cuestiones de Medio Oriente en el Centro Begin-Sadat para Estudios Estratégicos cerca de Tel Aviv, dijo que la indignación contra Israel es resultado de una convergencia de intereses entre los intelectuales egipcios, los islamistas y el gobierno.
Los intelectuales y los islamistas se oponen ideológicamente a Israel, indicó, y el gobierno «quiere distraer la indignación del público en torno a la violación a los derechos humanos en Egipto, y por lo tanto busca constantemente culpables externos».
«¿Qué podría ser mejor para ello que la entidad sionista que presuntamente mata a egipcios?», se preguntó Kedar.